terrible descuido.

– Gracias, milord -dijo Alex despues de tragar saliva.

– ?Hay algun lugar tranquilo donde pueda recuperarse del susto? -pregunto Colin a lord Relstrom en voz baja.

– Por supuesto. Siganme.

Algunos minutos mas tarde, refugiada en el estudio privado de lord Relstrom y bajo las atentas miradas de lady Victoria, del doctor Oliver y de Colin, Alex daba sorbos a un vaso de brandy.

– No creo que fuese un accidente -dijo Colin en cuanto lord Relstrom hubo salido de la habitacion.

– Mi padre se ha dirigido al balcon inmediatamente -dijo lady Victoria-. Si alguien empujo esa urna, lo encontrara.

Colin fue hasta el aparador y se sirvio una generosa copa de brandy que se bebio de un trago. Noto el calor de la bebida bajando por la garganta y rezo para que sirviese para relajar la tension que lo estaba atenazando.

Cerro los ojos, pero la imagen de aquella urna tambaleandose justo encima de la cabeza de Alexandra lo acongojaba.

Se veia de nuevo testigo de como iba a caer sobre ella y consciente de no poder alcanzarla a tiempo. Quiza algun dia pudiese recuperarse del espantoso terror de ese momento, pero no aquella noche.

Lo invadio una furia que nunca antes habia conocido. Quienquiera que hubiese intentado hacerle dano pagaria. Se aseguraria de que asi fuese.

Llamaron a la puerta y el criado de lord Ralstrom hizo entrar a lord Wexhall.

– ?Y bien? -pregunto Colin sin preambulos.

– El balcon estaba vacio -explico Wexhall-, pero dado lo oscuro que estaba, alguien podria haber empujado la urna sin ser visto y luego escabullirse por alguna de las puertas o por la escalera de atras.

Colin contemplo a Alexandra. Estaba palida pero parecia tranquila. Se habia obligado a mantener una distancia fisica entre ellos desde que habian entrado en la habitacion, para no dejarse llevar por el impulso de tomarla en sus brazos e impedir que se marchase nunca mas. Es lo que estaba deseando hacer, asi que necesitaba una tarea con la que distraerse.

– Como Alexandra no esta herida -dijo-, me gustaria investigar el balcon yo mismo. Ya os dire si descubro algo.

Despues de recorrer el balcon durante treinta minutos y no encontrar nada, Colin bajo de nuevo y al entrar al salon, donde la fiesta habia recuperado todo su esplendor, noto los ojos de alguien en la espalda. Se dio la vuelta y se encontro frente a frente con Logan Jennsen.

– ?De verdad esta bien? -le pregunto Jennsen.

– Si -dijo Colin apretando los punos.

El americano arqueo las cejas notando el tono cortante de Colin.

– Me gustaria verla. ?Sabe donde esta?

– Lo se, pero como le he dicho, esta bien. No hay ninguna necesidad de que vaya a verla.

Por unos momentos, se hizo un silencio tenso. Despues, Jennsen dijo en tono calmado:

– Por lo que he oido, va usted a volver a Cornualles muy pronto con una de esas elegantes damas de sociedad como esposa. Soy un hombre paciente, y Alexandra bien merece la espera. -Le lanzo a Colin una fria sonrisa-. Afortunadamente para ella y para mi, yo no soy esclavo de uno de esos sublimes titulos ingleses. Buenas noches, Sutton.

Colin lo vio marchar, sabiendo que, desgraciadamente, Jennsen tenia toda la razon del mundo.

Alex se esforzo en sonreir y dio las buenas noches a lord Wexhall, a lady Victoria y al doctor Oliver en el vestibulo de la casa de Wexhall y despues subio la escalera hacia su habitacion notando la pesadez de sus piernas, eternamente agradecida de que la noche hubiese finalmente tocado a su fin. Una vez Colin volvio de su infructuosa busqueda al estudio, se habian marchado. Entre el accidente y todas las horas anteriores viendolo rodeado de todas aquellas mujeres hermosas coqueteando con el, Alex habia tenido bastante. Si hubiese tenido que soportar ver una sola mujer mas dejando caer las pestanas mientras lo miraba, habria…

Lanzo un profundo suspiro. No habria hecho nada.

Porque no habia nada que hacer. Solo tragarse su pena y sonreir y pretender que no le importaba, que el hecho de que pronto otra mujer poseeria al hombre al que ella deseaba para si de forma tan estupida y desesperada no le dolia tanto que apenas podia respirar.

Aumentaba su pesar saber que pronto su aventura se habria terminado. Habia dicho que acabaria cuando el se decidiese por una joven como esposa. ?Habia elegido aquella noche la mujer con la que comprometerse?

Excepto por los momentos inmediatamente posteriores al accidente, la habia estado evitando toda la noche, no se habia acercado a la mesa donde ella echaba las cartas, no le habia dirigido la palabra. Ella lo habia estado buscando con la mirada en tantas ocasiones que habia perdido la cuenta, pero por lo que habia visto, aunque el habia estado cerca para garantizar su seguridad, no habia mirado en su direccion. Incluso cuando se marcho de la fiesta con los Wexhall, la habia saludado con un gesto formal, un educado buenas noches, la alegria de que no hubiera sufrido herida alguna, y su expresion inescrutable. No habia hecho gesto alguno para besarle la mano ni siquiera para tocarla, y por mas que quisiera convencerse de lo contrario, su frio distanciamiento le dolia muchisimo.

?Donde estaba el hombre que la habia deseado tan furiosamente aquella misma manana, que habia sido incapaz de no tocarla, cuyos ojos habian ardido en deseo de poseerla? No habia senal de ese hombre aquella noche. En su lugar, se habia encontrado con un extrano distante que no la habia mirado con el mas minimo deseo. De hecho, habia hecho falta una urna que casi la aplasta para que mostrase emocion alguna.

Alex camino lentamente por el pasillo, sintiendo un nudo de tristeza en el estomago. Estaba claro que, aunque Colin estaba preocupado por ella, ya se habia cansado. Al verla en el mismo salon que todas aquellas brillantes joyas de sociedad se habia dado cuenta de que ella era solo una burda imitacion y, al comparar, Alexandra habia salido claramente perdiendo.

Recordo las advertencias de Emma: «Sabes que un hombre como el solo te tomara y luego te… tirara como quien tira las sobras del dia anterior. Sabes que te rompera el corazon».

Si, lo sabia. Sabia que su aventura, su cuento de hadas, iba a acabar. Simplemente no habia pensado que acabaria tan pronto, ni que su desprecio resultaria tan doloroso. No habia pensado en que iba a tener que seguir viendolo cuando tomasen caminos diferentes. Una cosa era que, por decoro, simulasen en una velada que no habia nada entre ellos. Otra cosa muy distinta era pretender que no sentia nada porque su relacion era ya… nada. La idea de mantener la farsa de que todo iba bien delante de su familia en la casa de Wexhall la hizo estremecer de horror.

Maldita sea. Queria irse a casa, a su casa, donde todo era familiar, donde tenia una mision, donde la necesitaban. Faltaba una semana para la fiesta de Wexhall. Una vez hubiese concluido, tenia la intencion de volver al sitio al que pertenecia.

Entro en su dormitorio y se apoyo en la madera. Cerro los ojos y dejo escapar un suspiro de cansancio.

– Echa la llave.

Alexandra dio un respingo y abrio los ojos de golpe ante la peticion de una voz suave y profunda que provenia de un rincon sin luz. Aunque no podia verlo, reconocio la voz de Colin y un temblor recorrio su cuerpo.

Con el corazon acelerado y la mirada buceando en la oscuridad, busco con las manos la recargada llave que colgaba de la cerradura y, al notar el metal entre sus dedos, giro la muneca. El sonido de la cerradura reverbero en toda la habitacion. Y en ese momento la llave que habia mantenido cerrado su corazon se abrio dejando escapar un torrente de emociones que la envolvieron, unas emociones que ya no podia negar.

Lo amaba.

Completamente. Irrevocablemente. Y sin esperanza alguna.

Las palabras «Te amo» se asomaron a sus labios, pero cerro la boca para silenciarlas. Pronunciar inutiles palabras de amor a un hombre con el que no tenia futuro no serviria mas que para humillarla y para hacer que ambos se sintieran incomodos.

– Ponte delante del fuego.

La orden ronca procedia de cerca del armario, pero no podia distinguir su silueta en medio de la profunda oscuridad. Aparco sus recien descubiertos sentimientos de amor y camino hacia la chimenea lentamente con paso

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