El rostro de Colin se oscurecio.

– No, no he cambiado de opinion. Debo… casarme y hace tiempo que debia haber cumplido con mi obligacion.

– Estoy de acuerdo.

– Eso dice el hombre que heredaria el titulo caso de que yo muriese sin descendencia.

– Totalmente de acuerdo. El dia que abandones tu solteria y empieces a trabajar para traer un heredero, mi suspiro de alivio se oira por toda Inglaterra.

Se quedaron callados. Al cabo de unos minutos, Alexandra se reunio con ellos y Colin tuvo que apretar los punos contra su cuerpo para no abrazarla.

– Parece ser que nuestro asesino ha cambiado de opinion -dijo en voz baja.

– Es posible -murmuro Colin, sintiendose mas relajado al tenerla junto a el-. Especialmente porque sabe por la nota que dejaste en casa de Malloran que habian oido sus planes. Pero sospecho que el plan sera pospuesto, no abandonado.

– Desgraciadamente, yo estoy de acuerdo -dijo Nathan-. Y lo que es peor, ahora no podemos saber que han planeado.

Acompanaron a los ultimos invitados fuera del salon y al cabo de un cuarto de hora, cuando la puerta ya se habia cerrado tras el ultimo de ellos, estaban junto a Wexhall y Victoria, todos de pie en el vestibulo, intercambiando miradas que eran una mezcla de alivio e inquietud.

– Muy poco emocionante -musito Wexhall.

– Si -dijo Colin-, pero no creo que la historia haya terminado. La proxima gran fiesta es pasado manana en la mansion de lord Whitemore. Debemos mantenernos alerta.

Noto que Alexandra se ponia tensa al oir sus palabras, pero antes de que pudiera preguntarle nada, Victoria cogio del brazo a Nathan y dijo:

– Si me excusais, me gustaria retirarme.

Colin miro a su cunada y noto que estaba muy palida.

– ?No te encuentras bien? -le pregunto Nathan cogiendola por los brazos, con la voz llena de preocupacion.

– Solo estoy muy cansada -dijo ella haciendo un debil esfuerzo.

Sin una sola palabra, Nathan la tomo en sus brazos. Victoria dejo escapar un gemido de queja pero despues se limito a rodear el cuello de su esposo con los brazos y dejar que la llevase escalera arriba.

– Seguiremos discutiendo nuestros planes manana por la manana -dijo Nathan mirando por encima del hombro.

– Creo que yo tambien voy a retirarme -dijo Wexhall aclarandose la garganta-. Ha sido una noche agotadora, y ya no estoy tan en forma como antes. -Miro el vaso de brandy de Colin y anadio-: ?Podras retirarte tu mismo cuando hayas terminado la copa?

– Podre.

– ?Se queda con Sutton tomando algo? -le pregunto a Alexandra-. ?O la acompano hasta su dormitorio?

– Una copa sera agradable -dijo ella.

Wexhall indico el pasillo con la mano.

– La chimenea de mi estudio esta encendida. Disfruten.

En cuanto Wexhall desaparecio escalera arriba, Colin le ofrecio el brazo a Alexandra.

– ?Vamos?

Alexandra cogio el brazo de Colin con su mano enguantada. Habian pasado cinco horas y diecinueve minutos desde la ultima vez que la habia tocado (no es que las estuviera contando) y ya le parecia demasiado. Las once horas y veintisiete minutos que habian pasado desde la ultima vez que la habia besado le parecian una vida entera. Pero iba a ponerle remedio en cuanto llegasen al estudio, asi como a las veintidos horas y cuatro minutos que habian transcurrido desde la ultima vez que le habia hecho el amor.

Cuando cerro la puerta del estudio y echo la llave, Colin dejo la bebida y tomo a Alexandra en sus brazos, besandola con todo el anhelo reprimido, la frustracion y la inquietud que habia ocultado durante toda la velada. Y todo desaparecio excepto ella, su tacto entre sus brazos, su delicada fragancia, sus labios encendidos, la seda calida de su boca, la curva aterciopelada de su lengua contra la de el, aquella indescriptible manera de sentirse junto a ella.

Desesperado por tocarla, bajo las manos, tomando sus caderas, intentando palpar un trozo de su piel de bronce. Pero antes de que pudiera hacerlo, ella empujo las manos contra su pecho, interrumpiendo su beso y alejandose de el. Cuando se le acerco, Alex se echo hacia atras y movio con gesto negativo la cabeza.

– No he venido aqui contigo para esto.

Algo en su voz lleno a Colin de inquietud. Adoptando una actitud relajada, se dirigio al aparador de bebidas.

– Es verdad. Querias una copa.

– No quiero beber nada. He venido a hablar contigo.

– Muy bien -dijo Colin acercandose al sofa de cuero que habia junto a la alfombra a los pies de la chimenea y percibiendo la tension de Alexandra-. ?Nos sentamos?

– Prefiero quedarme de pie.

La inquietud de Colin aumento. Maldita sea, ?habia oido algo esa noche? ?Habia visto algo? ?La habia insultado alguien?

– De acuerdo. -Se movio hacia ella pero noto que Alexandra necesitaba distancia, asi que se quedo detras de la alfombra-. ?De que quieres que hablemos?

– De nosotros.

Colin levanto las cejas sorprendido por la respuesta.

– ?Que pasa con nosotros?

– Quiero decirte cuanto he disfrutado de nuestro tiempo juntos. Ha sido magico, maravilloso. Has sido maravilloso.

Un sentimiento extrano y terrible se apodero de Colin y noto un nudo en el estomago.

– Gracias. Yo tambien he disfrutado de nuestro tiempo juntos, Alexandra.

– Quiero que sepas que te deseo toda la felicidad del mundo.

– Yo tambien a ti. -Lanzo una risa que no resulto tan despreocupada como habia pretendido-. Hablando de felicidad, he pensado que manana te gustaria ir a Bond Street. Podriamos…

– No.

Colin quiso ignorar la funesta intuicion que ya lo embargaba, pero no pudo.

– ?Quiza quieres hacer alguna otra cosa?

– Me ire por la manana, Colin.

– ?Te iras? -dijo Colin, y un escalofrio lo recorrio de la cabeza a los pies.

– Si, ya es hora de que vuelva a mi casa, a mi vida.

– No estoy en absoluto de acuerdo. Podrias estar todavia en peligro.

– Quiza si o quiza no. No puedo interrumpir mi vida mas tiempo por algo que puede que no ocurra nunca.

Colin sintio como si lo hubiese abofeteado.

– ?Es eso lo que ha sido el tiempo que has pasado conmigo, una interrupcion?

– No, claro que no, pero ya es hora de que vuelva a mi casa, a hacerme cargo de mis responsabilidades. Como tambien es hora de que tu te hagas cargo de las tuyas.

– Mantenerte a salvo durante esta pasada semana ha sido mi responsabilidad.

– Y lo has hecho muy bien. Te lo agradezco. Pero tienes otras responsabilidades.

– ?Como cuales?

– El matrimonio.

La palabra resono en la mente de Colin como si fuesen campanas de muerte, provocandole una sensacion parecida al panico. Se aclaro la garganta.

– Si insistes en volver a tu casa… -dijo.

– Insisto.

– Entonces enviare mi carruaje manana por la tarde para recogerte y podemos…

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