– No me necesita para eso.

– No te voy a dejar aqui fuera solo.

Entro en la casa y corrio con Robbie hacia el vestibulo. Puso las manos sobre sus hombros y le dijo:

– Voy arriba a buscar al doctor. Tu te quedas aqui.

Robbie asintio con la cabeza pero no la estaba mirando. En lugar de eso, observaba boquiabierto el esplendor que lo rodeaba con una mirada donde se mezclaban la sorpresa y la premeditacion, una mirada que Alexandra conocia muy bien. Le sacudio los hombros y anadio:

– No robes nada.

Vio la decepcion en los ojos de Robbie, pero el muchacho asintio.

Corrio escalera arriba y por el pasillo, y se detuvo frente a la habitacion que compartian Nathan y lady Victoria. Llamo freneticamente a la puerta y, al cabo de unos segundos, aparecio Nathan que todavia no se habia ido a la cama y vestia sus pantalones de traje y su camisa blanca.

En el instante mismo en que la vio, en su rostro afloro la tension.

– ?Que ocurre?

– Han atacado a lord Wexhall. Tiene una herida en la cabeza. Esta en el jardin, inconsciente.

– ?Esta vivo?

Alexandra asintio.

– Espere aqui.

Se metio en la habitacion y se oyo un murmullo de voces. Volvio con una cartera de cuero negro y una linterna.

– Lleveme hasta el -dijo secamente.

Recogieron a Robbie en el vestibulo y corrieron a traves de la casa y del patio mientras Alexandra le contaba lo que el chico le habia explicado.

– Le he dicho a Victoria que despierte al servicio y mande dos criados con nosotros -dijo Nathan cuando Alexandra acabo su explicacion.

Unos segundos mas tarde llegaron a la caseta y Alex vio como Nathan se arrodillaba junto a la figura tendida. Se volvio hacia Robbie, y se puso en cuclillas a su altura.

– Dime algo mas de la figura con capa que viste -pregunto a Robbie mirandolo a los ojos, que tenia abiertos de par en par. Su voz estaba cargada de miedo y de impaciencia-. ?Reconociste a esta persona?

Robbie nego con la cabeza.

– Solo vi una capa grande y negra moviendose en la niebla. Corrio hacia las caballerizas y luego se fue en esa direccion -dijo senalando hacia la izquierda.

El corazon de Alexandra se detuvo.

La mansion de Colin estaba hacia la izquierda.

Solto a Robbie y se dirigio hacia Nathan.

– La persona que ataco a lord Wexhall huyo en direccion a casa de Colin. Puede que este en peligro. Voy a ir con el.

– Wexhall necesita cuidados inmediatamente. No puedo dejarle aqui. Los criados llegaran en cualquier momento -dijo Nathan muy tenso.

– No puedo esperar.

– No puede ir sola.

– No puede detenerme. Ya hemos llegado demasiado tarde. Tengo una navaja y no me da miedo utilizarla. Mande a los criados cuando lleguen. -Miro a Robbie-. El doctor Oliver necesitara ayuda. Quedate aqui con el y haz lo que te diga.

Sin esperar respuesta, corrio hacia los establos y se dirigio hacia casa de Colin.

Y rezo para que no fuese demasiado tarde.

Colin estaba apoltronado en su recargada butaca frente a la chimenea de su estudio privado, con una copa de brandy vacia en la mano, mirando fijamente las llamas. Desgraciadamente, las lenguas de fuego no parecian contener la respuesta a las preguntas a las que daba vueltas su mente: ?Como era posible hacer tanto dano y hacerlo mostrandose tan endiabladamente indiferente al mismo tiempo?

No acababa de saber que le habia herido mas, si las palabras de Alexandra o el frio desapego con el que las habia pronunciado. Maldita sea, ?como podia decir adios y marcharse asi, con tanta calma? Como si no hubieran compartido mas que un apreton de manos. En otras circunstancias habria admirado su compostura desapasionada; Dios sabia que era una conducta que el mismo ejercia con gran maestria. Pero para el nada que tuviera que ver con Alexandra era sosegado, o superficial, o desapasionado, o sereno. No lo habia sido desde la primera vez que puso los ojos en ella. Sin embargo, ella lo habia rechazado a el y la intimidad que habian compartido, sin pestanear.

Tenia que hacer los arreglos economicos necesarios: una cantidad de dinero suficiente no solo para ella sino tambien para los ninos a los que ayudaba. Desde luego, si el bastardo de Jennsen se sale con la suya, Alexandra no necesitara ningun apoyo economico por mi parte, se dijo.

Su parte racional le recordo que debia estar contento, casi agradecido, de que el rico americano se ocupase de ella, que pudiera y fuese a ocuparse de ella. Pero no lo estaba. La sola idea de que aquel bastardo la tocase, la besase, la amase, hacia que la rabia le nublase la vista. No, sus sentimientos hacia Jennsen eran lo opuesto a la alegria y la gratitud. Como tampoco eran esos sus sentimientos hacia Alexandra por haber terminado con su aventura.

Por supuesto, le habia ahorrado la incomoda tarea de hacerlo el. El problema era que el no estaba ni remotamente preparado para romper con ella, y eso no hacia mas que anadir frustracion y confusion a su dolor. Deberia haber estado dispuesto a que cada uno siguiese su camino. La responsabilidad de encontrar una esposa le pesaba como un yunque y no podia negar que Alexandra tenia razon: su aventura lo habia distraido de sus obligaciones. Con mucha mas profundidad de lo que ella sospechaba. Porque no podia pensar en otra mujer que no fuese ella. Porque no queria a ninguna otra. Porque…

La amaba.

La verdad de aquel sentimiento lo golpeo como un bofeton. Se puso de pie dejando resbalar de sus lacios dedos la copa vacia de brandy. No solo la deseaba. No solo la admiraba. La amaba. Amaba todo lo que era, su inteligencia, su ingenio, su compasion y su fortaleza, su aspecto, la fragancia a naranjas de su piel, su sonrisa, su risa, la forma en que lo tocaba, como lo hacia sentirse. Bueno, a excepcion de aquella noche en la que le habia hecho sentirse fatal, pero salvo ese momento, ella lo habia llenado de una sensacion de profunda y serena felicidad, algo distinto a lo que habia sentido nunca.

Incapaz de quedarse quieto, comenzo a recorrer la habitacion. Habia muchas cosas a tener en cuenta, y una de ellas, la mas importante, era ?lo amaba ella a el? Colin se detuvo y se meso el cabello. No lo sabia, pero por Dios que estaba decidido a averiguarlo. Y cuando lo supiese…

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un insistente repiqueteo. Frunciendo el ceno, salio al pasillo y se dio cuenta de que alguien estaba golpeando la puerta principal con la aldaba de metal. ?Quien podia estar llamando a aquellas horas? ?Nathan? ?Wexhall? ?Alexandra?

Ellis se habia retirado hacia rato, asi que se dirigio hacia la puerta, agachandose con rapidez para tocar su bota y asegurarse de que su cuchillo estaba donde debia estar, por si el visitante no tenia intenciones amistosas.

Antes de girar la llave, miro a traves de los amplios ventanales de cristal que flanqueaban la puerta y se sintio sorprendido y confuso al reconocer a la persona que estaba fuera. Abrio la puerta.

– Lady Miranda.

Su sorpresa se transformo en preocupacion cuando la luz palida de las velas del vestibulo ilumino el umbral. Lady Miranda llevaba el pelo revuelto, sus ojos estaban muy abiertos y su mejilla estaba manchada por lo que parecia restos de tierra. La tomo del brazo y la hizo entrar, cerrando la puerta con llave despues.

– ?Esta usted bien?

– Pues no -dijo lady Miranda con voz agitada. Temblo visiblemente y cogio el brazo de Colin con lagrimas en los ojos-. Bandidos… a la vuelta de la esquina. Han asaltado mi carruaje… Me… Me han quitado el bolso y las joyas. El conductor ha corrido detras de ellos y yo… yo tenia miedo de esperar sola en el carruaje. -El labio inferior le temblo-. Siento molestarle tan tarde…

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