comentarios sobre su salud y sobre el tiempo, Colin se habia sumido en el silencio mas absoluto y miraba a traves del cristal del coche con una expresion inescrutable.

Unos minutos mas tarde, el carruaje se detuvo, y cuando Alex miro por la ventanilla, se le corto la respiracion.

– ?Vauxhall? -murmuro.

Colin se aparto de la ventana y se volvio a mirarla. Tenia los ojos muy serios pero no habia forma de adivinar en ellos sus pensamientos.

– Queria mostrarte lo hermosos que estan los jardines por la noche en esta epoca del ano, con sus faroles y los capullos en flor. Como hacia una noche tan estupenda, pense que te gustaria dar un paseo.

– Me encantaria dar un paseo.

Algo parecido al alivio ilumino los ojos de Colin. Ayudo a Alexandra a levantarse, con gran decoro, sin permitir que sus manos se tocasen mas que una milesima de segundo, algo que por ridiculo e irracional que fuese hizo que Alexandra se sintiese decepcionada. Despues, con un gesto cortes, le ofrecio el brazo. Alexandra lo tomo con la mano y entraron en el hermoso jardin.

En las copas de los altos arboles centelleaban cientos de farolillos, que iluminaban la oscuridad solo rota por el reflejo de la luna y daban al paisaje un aspecto de bosque encantado. Habia grupos de gente paseando por las avenidas del parque, parejas, familias, todos riendo y charlando, muchos de ellos dirigiendose ya hacia casetas de comida famosas por su jamon finamente cortado y sus esplendidos vinos.

Caminaron en silencio por la gran avenida, a cuyos lados se levantaban los impresionantes arboles iluminados. La mente de Alex se traslado a todas aquellas noches que habia pasado alli, estudiando a pudientes caballeros, decidiendo cual de ellos resultaria la victima mas facil. Estaba tan perdida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que se habian dirigido hacia un camino mucho menos transitado, hasta que Colin dijo suavemente:

– Esta ha sido siempre mi zona favorita de los jardines.

Alexandra volvio de golpe a la realidad y, al mirar a su alrededor, sintio un escalofrio. Era el lugar exacto donde lo habia visto por primera vez.

– Tambien la mia -dijo sin pensar.

Colin se detuvo y se dio la vuelta para mirarla.

– Si este rincon fuese siempre calido y seguro, iluminado por los dorados rayos de sol y plagado de verdes prados donde crecen flores de colores, seria tu lugar perfecto.

Una calida sensacion de sorpresa y placer la embargo.

– Te acuerdas de lo que dije.

Colin le tomo la mano delicadamente y un cosquilleo calido recorrio el brazo de Alexandra.

– Mi dulce Alexandra, recuerdo las primeras palabras que me dijiste. Y tambien las ultimas. Y todas las que has dicho entremedio.

– ?Cuales fueron mis primeras palabras? -le pregunto ella.

– ?No te acuerdas? -le replico Colin mirandola a los ojos.

Eres tu, penso.

– No tengo tan buena memoria como tu -le dijo Alex.

– Entonces probablemente no recordaras las primeras palabras que te dije.

Le tengo mucho carino a este reloj, recordo para si.

– ?Tu si?

– Si -dijo Colin y le solto las manos.

Alexandra inmediatamente echo de menos su calor. Pero en lugar de seguir paseando, Colin saco su reloj del bolsillo del chaleco. Incluso alli, en aquel camino tenuemente iluminado, el elegante oro brillaba en la palma de su mano.

– Le tengo mucho carino a este reloj -dijo suavemente.

Alexandra levanto de golpe la vista hacia los ojos de Colin. Y subitamente comprendio. Le empezaron a temblar las rodillas y literalmente sintio que su rostro perdia todo el color.

– Lo sabes -dijo, con la voz temblorosa y convertida en un suspiro-. Lo sabes. Lo has sabido siempre.

– Si, desde el momento en que te vi en la fiesta de lady Malloran. -La miro a los ojos profundamente-. Y esta claro que tu tambien lo has sabido.

Alexandra sintio que la invadia una terrible verguenza y que sus mejillas enrojecian. Asintio en silencio y luego se le escapo una risa desoladora.

– No puedo creer que te acordases de mi, que me reconocieses.

– Nunca te olvide -dijo Colin con una mirada y un tono serios-. Tus ojos, tu cara, tus palabras, la forma en que me miraste. Me pase horas aquella noche buscandote. Y todas las noches que estuve en Londres. Incluso cuando vine esta ultima vez, pase las dos primeras noches en la ciudad, aqui, en Vauxhall, recorriendo estos caminos, buscandote a ti, a una mujer de la que ni siquiera conocia el nombre.

– ?Por que? ?Por que lo hiciste? -dijo Alexandra mirandolo completamente sorprendida.

Colin le paso el dedo por la mejilla.

– ?Volviste aqui alguna vez a buscarme?

– Mas veces de las que pueda llegar a contar -dijo ella dandose cuenta de que no tenia ningun sentido ocultar la verdad.

– Entonces sabes por que te busque. Por las mismas razones por las que tu me buscaste a mi. Queria volver a verte, queria saber que habia sido de ti, pero sobre todo queria darte esto. -Y tomandole la mano, le puso el reloj en la palma abierta.

Alexandra dio un respingo ante el tacto del reloj de oro, y despues miro a Colin y nego con la cabeza.

– No puedo aceptar esto.

– Si, puedes. -El le cerro el puno alrededor del oro, todavia calido por el tacto de Colin-. Quiero que lo tengas. En el mismo momento en que te lo cogi, me arrepenti.

– Yo te lo cogi a ti -dijo Alex ahogando una risa de sorpresa.

– Y deberia haber dejado que te lo quedases. Lo necesitabas mucho mas que yo. Por favor, aceptalo ahora, como prueba de mi mas alta estima y admiracion.

– ?Estima? ?Admiracion? ?Por una ladrona? -dijo Alexandra en tono ironico.

– Estima y admiracion por las batallas que has tenido que lidiar y que has ganado, puesto que ya no eres una ladrona. Eres… extraordinaria.

– No lo soy en absoluto.

– El hecho de que estemos aqui, cuatro anos mas tarde, y que hayas llegado tan lejos de donde estabas entonces prueba que lo eres -dijo Colin tomandole la barbilla-. No minimices tus logros, Alexandra, ni la fortaleza y entereza que son necesarias para alcanzarlos. Has hecho tanto por ti y por los ninos a los que ayudas que me descubro ante ti. Y estoy orgulloso de haberte conocido.

Las palabras de Colin la dejaron dulcemente aturdida. Pero lo que le ofrecia…

– Colin, este reloj… es demasiado. No puedo…

– Alexandra, acepta este regalo. -Le sostuvo la mirada-. Por favor.

– No… no se que decir.

– ?Gracias? -dijo el con una media sonrisa.

– Gracias. Lo guardare como un tesoro.

– Me complace. Y ahora, ?puedes satisfacer mi curiosidad?

– Si, puedo.

– Aquella noche, me miraste como si ya me conocieses. Y dijiste «eres tu». ?Que querias decir?

Alexandra apreto el reloj dentro del puno cerrado.

– Durante anos -dijo-, cuando me echaba las cartas, aparecia de manera predominante un hombre apuesto, de cabello oscuro y ojos verdes. Cuando te vi aquella noche, de algun modo, supe que tu eras ese hombre.

– ?Y que quieres decir con que aparecia de manera predominante?

– Pues que iba a desempenar un papel importante en mi futuro. -Alexandra le sonrio debilmente-. Parece ser que, una vez mas, las cartas tenian razon.

– Eso espero, desde luego.

– Como la lectura de las cartas tuvo lugar en el pasado -dijo Alex negando con la cabeza-, nuestro futuro ya

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