hallaba? Ese humedo lugar le era totalmente desconocido. El olor a pescado indicaba que el rio no se hallaba lejos, pero ?por que y como habia llegado alli? Se obligo a concentrarse para intentar recordar. Y de repente lo consiguio.

Alguien habia robado en la casa de Austin. El habia seguido al ladron. Hasta los muelles. Habia recogido un zapato. Luego, nada. Hasta ese mismo momento… cuando incluso partes de su cuerpo de las que desconocia la existencia le dolian y palpitaban.

«Un zapato…»

De repente, la niebla que le cubria el cerebro se disperso y trago aire con fuerza. El zapato… habia caido del saco que colgaba del hombro del ladron… y era exactamente igual que el de la senora Brown. Un zapato que sin duda le cubria el pie cuando el habia salido de la mansion, poco antes de regresar a por el baston. Lo que significaba que el bribon no habia robado los candelabros y la plata… ?lo robado era la senora Brown!

En su mente se sucedieron una serie de imagenes espeluznantes sobre la posible suerte de la senora Brown, y un sudor frio le cubrio la piel. Podian robarle. O peor. ?Violada? ?Asesinada, su cadaver arrojado al Tamesis? ?U victima de uno del creciente numero de ladrones que vendian cuerpos para la investigacion medica? La indignacion y algo semejante al panico se apoderaron de el. Debia encontrarla. Ayudarla. Solo Dios sabia que horrible desgracia le podia haber sucedido mientras el se hallaba inconsciente.

«Por favor, no permitas que llegue tarde… no otra vez.»

Azuzado por esos pensamientos, intento sentarse.

Y descubrio que no podia moverse.

Era como si tuviera atado a un lastre que lo inmovilizaba. Apreto los dientes y lo intento de nuevo. No hubo manera. Trato de mover los brazos y se dio cuenta de cual era el problema. Estaba atado.

Aunque seguia sin sentir las manos ni los dedos, noto un dolor en las munecas causado por una cuerda que se le clavaba en la piel, y el dolor en los hombros venia de tener los brazos echados hacia arras. lntento mover las piernas. Tenia los tobillos atados tan firmemente como las munecas. Miro hacia abajo y vio que varias cuerdas le cruzaban el pecho.

Maldicion! ?Tenia que soltarse! Redoblo sus esfuerzos, y despues de lo que le parecio una lucha interminable, consiguio sentarse. Jadeando, grunendo y sudando, intento recuperar el aliento y rogo por que le volvieran las fuerzas. ?Que demonios tenia atado a la espalda? Parecia el peso muerto de un cuerpo…

La sangre se le helo en las venas. Volvio la cabeza tan deprisa que todo le dio vueltas y trato de mirar por encima del hombro, pero solo vio oscuridad. En ese instante capto un debil gemido justo a su espalda. ?Un gemido suave y femenino! Aspiro una bocanada de aire y capto un ligero toque del esquivo aroma de la muyer… aquella suave fragancia floral. Tenia que ser ella. Debia serlo. Atada a el, espalda contra espalda. Y si gemia era senal de que estaba viva. Sintio renacer la esperanza.

Sacudio los hombros.

– Senora Brown -llamo en un susurro urgente-. ?Senora Brown? Soy yo, Robert Jamison. ?Puede oirme? Hableme, por favor.

Una voz llena de apremio se filtro en la mente de Allie, como una marea subiendo y bajando en el interior de una cueva profunda y resonante. «?Puede oirme? Hableme…, por favor.» Lenta y penosamente, fue emergiendo del negro abismo en el que se hallaba sumergida. Le dolia tocho el cuerpo. Sentia la cabeza como si le hubiera estallado y se estuviera preparando para una segunda erupcion. El mundo rodaba tras sus parpados como un caleidoscopio de colores que le revolvia el estomago. La cabeza se le inclino hacia delante sobre el cuello inerte. Un largo gemido le subio por la garganta, seca y dolorida.

«Soy yo, Robert Jamison. ?Puede oirme? Hableme, por favor! Se sentia totalmente confusa. ?Lord Robert? Le oia tan cercano… como si pudiese tocarlo. Se obligo a abrir los ojos. La rodeo la oscuridad. La cabeza le crepito de dolor y, cerrando los ojos, ahogo un grito. ?Donde se hallaba? Seguro que no en el salon ni en su dormitorio de la mansion Bradford. ?Como habia llegado hasta… donde fuera que se hallaba? ?Y por que le dolia todo tanto? Se lamio los resecos labios e hizo una mueca al notar el desagradable sabor que le cubria la boca. Ese horrible sabor. ?Como…?

El recuerdo inundo su mente corno si hubiera reventado un dique en su memoria. El paseo por el jardin… el hombre que la ataco… aquella horrible mordaza llenandole la boca. Y luego la oscuridad. La verdad la sacudio como si le lanzaran un cubo de agua helada, haciendola despertar de su estupor. Alguien habia intentado raptarla. No, no era asi. Alguien la habia raptado. Y la habia abandonado en medio de esa terrible y maloliente oscuridad.

El miedo se apodero de ella, dejandola sin respiracion. Intento moverse y descubrio que estaba atada. El miedo amenazaba con convertirse en panico. ?Quien le habria hecho eso? ?Quien queria perjudicarla? ?Por que? ?Y por que? Aquello no se podia confundir con un accidente. Pero lo primero era…

– Senora Brown, ?puede oirme? Por favor, despierte.

Un balsamo de alivio apaciguo su miedo. La voz no habia sido fruto de su imaginacion. Se humedecio los labios resecos.

– ?Lord Robert?-La voz le salio como un susurro roto. ?Donde esta?

Sintio junto al oido una rafaga de aire que sonaba como un sentido suspiro de alivio.

– Gracias a Dios que ha despertado. Estoy aqui. Justo a su espalda. Estamos atados juntos.

Robert sacudio los hombros y una punzada de dolor recorrio la espalda de Allie.

– ?Donde estamos?

– No estoy seguro, pero me parece que cerca de los muelles. Esto parece ser una especie de almacen.

Allie lo sintio moverse a su espalda, y se dio cuenta de que la masa solida y calida que sentia apretada contra ella desde los hombros hasta la cintura era la amplia espalda de lord Robert. Trago saliva antes de hablar.

– ?Como hemos llegado hasta aqui?

– Regrese a la mansion a por mi baston y vi a alguien saliendo sigilosamente del jardin de Austin, con un saco a la espalda. Lo segui, esperando recuperar lo robado, sin imaginarme que lo que habia robado era a usted. Acababa de darme cuenta cuando me aporrearon por la espalda, y aqui estamos ahora. -Se movio de nuevo-. No deseo asustarla, senora Brown, y yo tambien me hago muchas preguntas, pero tendran que esperar. Debemos soltarnos y escapar de aqui antes de que quien nos haya atado vuelva. ?Como se encuentra? ?Esta herida?

Allie probo a mover las piernas y las doblo tanto como se lo permitieron las cuerdas que la sujetaban.

– Un poco dolorida, pero por lo que parece, no tengo nada roto. ?Como se encuentra usted?

– A juzgar por el intenso golpeteo dentro de mi cabeza, diria que tengo un chichon del tamano de un huevo en el craneo, pero aparte de eso estoy bien. -Se movio un poco y gruno- Estas ataduras estan bien hechas. No puedo mover las cuerdas. -Se le escapo otra serie de grunidos y lo que sonaba como obscenidades masculladas-. Claro que tener los dedos dormidos no ayuda. ?Como tiene las manos?

Allie movio los dedos, que rozaron los de Robert.

– Con calambres, pero no dormidos.

– Excelente. Tengo un cuchillo en la bota, o por lo menos lo tenia… -Ella lo noto removerse-. Aun esta ahi - dijo en un susurro triunfal unos segundos despues-. Puedo ver la punta del mango.

Allie sintio renacer la esperanza.

– ?Puede agarrarlo? -pregunto.

– Si, pero hara falta moverse un poco… los dos.

– Solo digame que tengo que hacer.

– Intentare ser lo mas cuidadoso posible…

– Lord Robert. Aunque aprecio su preocupacion por mi sensibilidad, no soy una fragil flor de invernadero, ni tampoco la clase de mujer dada a los desmayos o a los gritos de horror. Este es un asunto de vida o muerte. Tengo tanto interes en salir de este lugar como usted, asi que dejese de gentilezas. Haga lo que deba hacer. Tendra mi total cooperacion.

– Muy, bien. A la de tres me inclinare hacia delante y sacare el cuchillo con los dientes. Necesito que me ayude tirandose hacia atras y luego manteniendo la presion. ?Preparada?

– Si.

– Uno, dos, tres.

Allie se tiro hacia atras, arqueando la columna, mientras el se doblaba hacia delante. La posicion resultaba incomoda, pero Allie la aguanto, casi sin atreverse a respirar para no moverse de manera que interfiriera en la concentracion de Robert y le hiciera fracasar. En menos de un minuto, oyo el ligero sonido del metal al ser

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