fue totalmente consciente de el. No como protector sino como hombre. Un hombre valiente, cuyo cuerpo firme y masculino estaba intimamente apretado al suyo, cuyos dedos se enredaban en su pelo alli donde la mano de el le recostaba la cabeza sobre su pecho, cuyo calido aliento la tocaba.

Sintio un calor abrasador… Un calor que no tenia nada que ver con la verguenza que tendria que haber sentido. Pero antes de que pudiera reaccionar, Lord Robert la solto, la agarro de la mano y empezo a guiarla silenciosamente. La astilla se le clavo mas profundamente en el talon, pero se obligo a alejar el dolor de su mente. Si el peor recuerdo de esa velada era un pie dolorido, podria considerarse muy afortunada.

Menos de un minuto despues llegaron hasta la gran puerta de madera. Robert la abrio. Allie casi pego un salto cuando los goznes gimieron con un sonido parecido al grito de un animal herido. La cabeza y los hombros de lord Robert desaparecieron por la abertura de la puerta. Segundos despues reaparecieron.

– Esta puerta da a un callejon -informo en voz baja-. No estoy seguro de nuestra localizacion exacta, pero tengo una idea general. Tenemos que llegar a algun lugar mas transitado y desde alli podremos tomar un coche. -Le apreto la mano de una forma que pretendia ser tranquilizadora-. No se preocupe.

?Preocuparse? Esa si que era una tibia expresion de sus sentimientos. Nunca habia estado mas aterrorizada.

– No estoy preocupada. ?Parezco preocupada?

– No lo se. Esta demasiado oscuro para decirlo. Pero no se suelte de mi mano.

Lord Robert salio por la puerta y Allie le agarro la mano aun con mas fuerza. No necesito que le insistiera para salir del apestoso almacen detras de el. ?Soltarse de su mano? No, aunque su vida dependiera de ello.

Desgraciadamente, le aterrorizaba pensar que podia ser asi.

Cuando llegaron al final del callejon, Robert miro a ambos lados. Un destello de esperanza le invadio, aunque el temor aun lo poseia. Por suerte, si que sabia donde se hallaban. Desgraciadamcnre, era una de las peores zonas de la ciudad. Llegar hasta su casa sin que nadie les importunara seria un milagro. Apreto con fuerza el mango del cuchillo. Y rezo para que ocurriera el milagro.

Manteniendose entre las sombras, avanzo con rapidez, aferrando la pequena mano de la senora Brown. Zigzaguearon a traves de callejas llenas de basuras e infestadas de ratas. El hedor a inmundicia, pobreza y humanidad sucia se mezclaba con los chillidos cercanos de las mujeres y los asperos gritos de los hombres. Graves grunidos y debiles gemidos emanaban de un sombrio umbral, y Robert acelero el paso. Esperaba que la senora Brown flaqueara, que se quejase, que ahogara gritos de horror, que chillara, o que sucumbiera a los olores hediondos, pero ella se mantuvo a su altura, sin articular ni un sonido. El unico indicio por el que sabia que ella continuaba tras el era la palma de la mano de ella firmemente apretada a la suya y el ligero susurro de las enaguas.

Ya estaban cerca… cerca de un lugar donde podrian tornar un coche de alquiler. Solo dos esquinas mas y la conduciria a un lugar seguro. No fallaria. No como hizo con Nate…

Torcieron la segunda esquina y Robert pudo respirar por fin. Alli, bajo el tenue circulo de luz que proyectaba un farol, habia un carruaje. Fue la vision mas agradable que Robert habia tenido nunca.

Tanto el cochero como el caballo parecian estar dormidos, pero se despertaron en cuanto Robert y la senora Brown se aproximaron. Robert grito la direccion de la mansion Bradford al adormilado cochero mientras ayudaba a la senora Brown a subir al carruaje.

Despues de sentarse frente a ella, Robert respiro profundamente en lo que le parecio la primera vez en muchas horas. Estaban a salvo. De camino a casa. Apreto los parpados un instante mientras le inundaba una mezcla de alivio, triunfo y, cansancio. No habia fallado.

Pero queria saber por que la senora Brown y el habian acabado atados como pavos en el suelo de un almacen de los muelles. Dejo el cuchillo en el duro asiento que tenia a su lado, y se paso las manos cabello; hizo un gesto de dolor cuando sus dedos se toparon con un bulto del tamano de un huevo.

– ?Se encuentra bien? -dijo la suave voz de la senora Brown.

– Solo es un golpe. ?Como esta…?

Su voz se apago cuando, al pasar bajo una farola de gas, pudo verla bien por primera vez. Los ojos de la senora Brown parecian enormes y tenia el rostro palido como el yeso. Alzo una mano que temblaba visiblemente para apartarse un mechon suelto que le colgaba sobre la blanca mejilla. El corazon de Robert estuvo a punto de detenerse.

La mano que vio estaba cubierta de sangre.

5

?Dios, como odiaba ver sangre! Siempre habia sido igual. Incluso de nino. Tenia un vivido recuerdo de haberse cortado en el pie con una piedra afilada a los seis anos. Habia contemplado la sangre que le manaba de la herida y a punto habia estado de desmayarse. Lo unico que le impidio hacerlo fue el saber que Austin y William se habrian burlado de el despiadadamente si se hubiese desvanecido como una jovencita.

Una sola mirada a la mano de la senora Brown y a la mancha de sangre que ensuciaba su palida mejilla habia sido suficiente para que el estomago se le pusiera del reves.

– Esta herida -dijo. Maldicion, la voz le sonaba debil. ?Por que no habia notado la sangre mientras la ayudaba a avanzar agarrandole de la mano? ?Habria empeorado la herida al apretarsela? ?Le habria hecho dano? No, se dijo. La sangre le manaba de la mano derecha, y el le habia agarrado la izquierda.

Se aclaro la garganta y la sujeto suavemente por los antebrazos. Le hizo estirar las manos y los labios se le tensaron formando una fina linea. Incluso bajo aquella tenue luz podia ver que las munecas de la joven estaban en carne viva. Multiples aranazos sangrantes le cubrian las palmas y los dedos, pero era el largo corte que tenia en la mano derecha lo que mas le preocupaba. Una gota de sangre cayo desde la punta del dedo de la joven y Robert tuvo que tragar saliva.

– Hay que tratar estas heridas inmediatamente.

Hizo rapidos calculos mentales. Tardarian treinta minutos como minimo en recorrer el laberinto de calles que les llevaria hasta la mansion. Sus habitaciones se hallaban aun mas lejos. No podia soportar la idea de que ella pasara sangrando todo ese tiempo. iDios! Aquella mujer no habia pronunciado ni una sola palabra de queja y debia de estar sufriendo terriblemente. Se sintio invadido por una ternura compasiva, y casi no pudo resistir el impulso de sentarla en su regazo y acunarla como a un nino herido. Puesto que eso era exactamente lo que parecia.

De pronto se le ocurrio una idea y se aferro a ella como un perro hambriento a un hueso. Le hizo una senal al cochero y le grito una direccion diferente.

– Un soberano para usted si llegamos en cinco minutos -grito. El coche salio disparado, casi haciendole caer del asiento.

– ?Adonde vamos? -pregunto la senora Brown. Sus ojos parecian incluso mas grandes y asustados que un momento antes.

La mirada de Robert recorrio la mancha de sangre que tenia en la mejilla.

– A casa de un amigo. Vive cerca de aqui. Esas heridas necesitan atencion inmediata. -Metio la mano en el bolsillo y extrajo un panuelo con el que enjugo cuidadosamente las manos de la senora Brown-. Lo lamento mucho… Le debe de doler terriblemente.

Ella no contesto, y la mirada de Robert volvio a posarse sobre su rostro y casi se le partio el corazon al ver que le temblaba el labio inferior.

– Para serle sincera -susurro la mujer-, no es nada comparado con lo que me duelen los pies.

– ?Los pies? -Robert bajo la vista hacia el suelo, pero lo unico que pudo ver fueron sus propias botas y la falda negra de la mujer.

– Si. Al parecer he perdido un zapato y como me costaba mucho correr con uno solo, me lo he sacado. Me temo que las medias no han sido una gran proteccion.

– Dios mio. Dejeme ver. -Un musculo le tironeo en el menton.

La senora Brown dudo un instante y luego lanzo lentamente un pie.

Robert se lo sujeto suavemente por el tobillo a traves de la lana de la falda. Ella trago aire.

– Perdoneme -se disculpo Robert. Lentamente alzo la tela hasta que se pudo ver el pie. No se molesto en

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