Ambos hombres la miraron. Allie trato de mantener el rostro inexpresivo, pero no estaba segura de estar lograndolo.

– No veo como podria ser posible -respondio, orgullosa de que la voz no le temblara-. Aqui nadie me conoce. He llegado hoy mismo. Estoy segura de que solo ha sido un accidente desafortunado, causado por mi propia estupidez al pasearme sola por la noche. Un accidente que podria haber acabado de forma tragica si no hubiese sido por la valiente intervencion de lord Robert. -Sus ojos se encontraron-. Se lo agradezco. -Se volvio hacia Michael Evers-. Y tambien a usted, senor Evers, por su ayuda.

– No hay de que -murmuro el senor Evers. La observo durante unos largos segundos, y Allie se obligo a aguantarle la mirada. Finalmente, Evers siguio vendandole las munecas mientras lord Robert le hacia lo mismo en los pies. Allie notaba un silencio denso y cargado de tension, y deseaba romperlo. Pero no tenia ningun deseo de iniciar una conversacion que podria conducir a nuevas preguntas, asi que permanecio callada.

Varios minutos despues, el senor Evers se puso en pie.

– Ya esta -dijo-. Le dolera durante unos dias, pero eso es todo. -Se volvio hacia Robert-. Asegurate de que se cambien los vendajes una vez al dia. Y ahora, dejame que le eche un vistazo.

A pesar de las protestas de lord Robert, el senor Evers le limpio y vendo las munecas.

– Sobreviviras -aseguro. Luego hizo una senal con la cabeza hacia el pasillo y dijo-: Dejemos a la senora Brown sola un momento para que se tranquilice. Vayamos a arreglar el transporte para volver a casa.

Lord Robert y el senor Evers salieron de la sala y cerraron la puerta tras de si. Allie cerro los ojos y dejo escapar un suspiro. Le dolian las munecas y tambien el pie donde se habia clavado la astilla. Y aun tenia dolor de cabeza, pero ya no tan fuerte como antes. En conjunto, se sentia bastante bien, considerando que podria haber acabado gravemente herida. O muerta.

No tenia ninguna duda de que fuera quien fuese el que la habia raptado, no la habia elegido por casualidad. Entre los accidentes que habia sufrido en el barco y los acontecimientos de esa noche, resultaba evidente que habia alguien que queria hacerle dano. Pero ?quien? La unica explicacion logica era que esa persona tuviera algun tipo de relacion con el desagradable pasado de David. Pero ?que queria de ella? No poseia nada de valor. ?O simplemente queria verla muerta? Un escalofrio le recorrio la espalda. Casi lo habia logrado esa noche. ?Lo intentaria de nuevo?

Y esa noche, la vida de lord Robert tambien habia sido amenazada. Su situacion podia estar poniendolo en peligro. Debia advertirle… explicarle…

Pero ?explicarle que? ?Que alguna persona desconocida relacionada con el oscuro pasado de su marido podia ir tras ella por alguna razon que era incapaz de imaginarse? Se le hizo un nudo en el estomago solo con pensarlo. No habia explicado el pasado criminal de David a nadie. Ni a su familia ni a Elizabeth en su correspondencia. La verguenza y la humillacion, por no hablar del escandalo, que caerian sobre ella y su familia… No, no podia explicarselo a lord Robert. Si ni siquiera lo conocia. Su vida y sus errores con David no eran de su incumbencia, ni de la de nadie mas. Ademas, nada mas lejos de su intencion que aproximarse mas a lord Robert de lo que ya habia hecho. Compartir con el sus secretos mas intimos era algo en lo que no queria ni pensar.

Un estremecimiento la recorrio al recordar, por un instante, de forma vivida, la sensacion de ser rodeada por sus brazos, su calor, su fuerza mientras la sujetaba, protegiendola. En aquel momento, el miedo habia evitado que se fijara en su perturbadora proximidad, pero una vez pasado todo…

Se le escapo un largo suspiro. Ese tipo de suspiro profundo y femenino que no se habia permitido durante anos. La invadio una calidez que desperto la chispa que tan implacablemente habia extinguido tras la muerte de David.

Un subito helor acabo con aquella indeseada calidez y le hizo abrir los ojos de golpe. Dios, estaba perdiendo la cabeza. ?Como podian, incluso por un segundo, ocurrirsele pensamientos tan… inaceptables sobre lord Robert? Poseia tantos de los rasgos y caracteristicas que la hacian desconfiar y que habia aprendido, por penosa experiencia, a detestar en un hombre: una manera de comportarse amistosa y divertida, que podia despertar una confianza no merecida; un rostro apuesto para enmascarar el deshonor interior; calidos ojos que ocultaban secretos; sonrisas encantadoras para cubrir las mentiras; y caricias y miradas que inflamaban los sentidos.

Pero esa noche, la habia rescatado heroicamente y se habia preocupado por sus heridas aunque el mismo se hallaba herido; con eso le habia mostrado una parte de si mismo cuya existencia no sospechaba. Y era una parte que no queria ver. No queria pensar que pudiera tener ninguna virtud admirable. Ya le resultaba demasiado atractivo fisicamente. Si llegara a gustarle…

Corto en seco aquel pensamiento. ?Gustarle el? Imposible. De acuerdo, habia hecho algo admirable, pero incluso la peor de las personas tenia por lo general una buena cualidad en su caracter. Seguro que no tenia ninguna otra. Bastaba con ver lo bien que conocia las calles de las peores zonas de Londres. Seguro que a ningun caballero le resultarian tan familiares esos lugares. ?Y sus amistades! Ese Michael Evers era un personaje sospechoso como pocos. Un luchador de oficio, que obviamente se mezclaba con personas de la peor calana. A saber que clase de abominables negocios haria lord Robert con un hombre asi. Si, esa amistad confirmaba su convencimiento de que habia algo oscuro tras el aspecto despreocupado y divertido de lord Robert. Y hasta las palabras de lady Gaddlestone en el barco, sobre alguna transgresion en el pasado de lord Robert, confirmaban todo eso; un hecho que ella habia olvidado por un momento. Pero al igual que pasear por el jardin durante la noche, era un error que no volveria a cometer.

Robert estaba en el vestibulo revestido de roble observando a Michael, que saco la cabeza por la puerta principal y emitio un trio de penetrantes silbidos.

– Un hombre en el que confio estara aqui en cinco minutos para llevaros a casa -dijo despues de cerrar la puerta.

– Gracias, Michael. Te debo un gran favor.

– Me debes varios. Y no creo que nunca vaya a cobrar.

– Como ya estoy en deuda contigo, tanto da que anada algo mas a la cuenta. Tengo otro favor que pedirte. - Camino de arriba abajo sobre el suelo de madera-. Estoy muy preocupado por lo ocurrido esta noche. Tiemblo al pensar lo que le podria haber pasado a la senora Brown. Me temo que me resulta dificil creer que alguien de la casa de Austin fuera el objetivo, pero no estoy totalmente convencido de que la raptaran por casualidad.

Michael cruzo los brazos sobre el amplio pecho y lo observo con una expresion indescifrable.

– Asi que crees que iban detras de la senora Brown, ?no? ?Por que?

Robert nego con la cabeza, dejando escapar un suspiro de frustracion.

– No te lo podria decir. Pero hay algo en su manera de actuar… Noto que tiene miedo. Y que esconde algo. Lo senti al reunirme con ella en el muelle. Luego, esta tarde, cuando cualquier otra dama hubiera estado descansando del viaje, ella se fue a visitar una tienda de antiguedades.

– Eso parece bastante inocente.

– Si, pero se mostro claramente evasiva cuando le pregunte sobre ello. Dice que tiene asuntos relativos a su difunto marido que arreglar, lo que naturalmente no me concierne en absoluto, pero se ha comportado de una manera muy reservada. Demasiado reservada. -Se paso los dedos entre el cabello, e hizo una mueca de dolor cuando se topo con el chichon del golpe -. Naturalmente, puede ser que se trate de imaginaciones mias. Estoy tan acostumbrado a oir a Caroline y Elizabeth charlando como cotorras que no reconoceria una reticencia y una reserva natural aunque la tuviera delante de las narices.

– ?Cuando murio su marido?

– Hace tres anos.

Michael alzo una ceja.

– Y aun esta de luto.

– Resulta evidente que aun le permanece fiel. -Por alguna razon esas palabras le supieron amargas.

– Pero eso no te ha hecho perder el interes por ella. Es mas, sospecho que toda esa reticencia y, todo ese secreto que la rodean te han picado la curiosidad.

Robert se detuvo y clavo la mirada en su amigo.

– No estoy interesado en ella. Estoy preocupado por ella. Esta bajo mi responsabilidad hasta que la acompane, sana y salva, a Bradford Hall. Puedes imaginarte el revuelo que se armaria si permitiera que le sucediera algo malo.

– Si. Estoy convencido de que eso es todo. ?Y cual es el otro favor que me querias pedir?

– Solo que mantengas los ojos abiertos. Tienes contactos por toda la ciudad. Si te enteraras de algo relacionado con el rapto de esta noche…

Вы читаете Un Romance Imprevisto
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×