Fruncio el entrecejo y de nuevo repaso con la vista a los comensales. ?Donde estaba la senorita Matthews? Habia una silla a todas luces desocupada en la mesa.
En realidad no estaba ansioso por ver a aquella jovencita impertinente. En absoluto. De hecho, de no ser porque necesitaba averiguar que conexion tenia con William, la habria borrado de su mente por completo.
Si; se olvidaria de aquellos grandes ojos marron dorado que podian cambiar de alegres a serios en un santiamen, y de su espesa y rizada cabellera de color castano rojizo, que parecia invitado a acariciada con los dedos. No volveria a pensar en su boca. Hmm… su boca. Esos encantadores, carnosos y enfurrunados labios…
– Caracoles, excelencia, ?os encontrais bien? -La voz de lord Digby devolvio a Austin a la realidad.
– Perdon, ?como dice?
– Os he preguntado por vuestra salud. Habeis soltado un quejido.
– ?Ah si?
«?Maldita sea! Esa mujer representaba un engorro, incluso cuando no estaba presente.»
– Si. Los arenques ahumados tambien me producen ese efecto. Y las cebollas. -Lord Digby se inclino hacia el y anadio en voz baja-: Lady Digby siempre se da cuenta cuando me permito algun capricho a la hora de la comida. La condenada sabe exactamente que me he llevado a la boca y cierra con llave su alcoba si pruebo a escondidas un solo bocado de cebolla. Quizas os interese tener eso en consideracion cuando esteis preparado para elegir esposa.
Cielo santo. La mera idea de estar encadenado a una de las hermanas Digby le quito el poco apetito que le quedaba. Lanzando una mirada significativa a Miles, Austin se disculpo con lord Digby y se puso en pie.
– ?Adonde vas? -le pregunto su madre.
Austin se le acerco, se coloco tras el respaldo de su silla y le planto un beso en la sien.
– Tengo unos asuntos que tratar con Miles.
Ella se volvio, escrutandole el rostro con una mirada de inquietud, sin duda buscando los signos de fatiga que a menudo percibia en sus ojos. Consciente de que ella se preocupaba por el, su hijo le sonrio forzadamente y le dedico una reverencia formal.
– Tienes un aspecto maravilloso esta manana, madre. Como siempre.
– Gracias. Tu tienes un aspecto… -bajo la voz hasta un tono confidencial- distraido. ?Ocurre algo malo?
– En absoluto. De hecho, me propongo tomar el te contigo esta tarde.
Una expresion de sorpresa se reflejo en el semblante de su madre.
– Ahora estoy convencida de que algo va mal.
Con una risita, Austin se excuso y se encamino a su estudio privado para esperar a Miles.
Austin apoyo la cadera en su escritorio de caoba y observo a MiIes, arrellanado en el sillon granate de cuero, el preferido de Austin.
– ?Estas completamente seguro de que nunca habia estado en Inglaterra antes de que desembarcase hace seis meses? -pregunto Austin.
– Tan seguro como puedo estado sin leerme montanas de listas de pasajeros de los barcos. -Al advertir que Austin fruncia el ceno, Miles se apresuro a agregar-: Que es justo lo que hare en cuanto llegue a Londres, pero hasta entonces solo puedo trasmitirte lo que me conto la condesa de Penbroke. Anoche mantuvimos una larga conversacion que por poco dio como resultado la perdida de uno de mis ojos a causa del objeto puntiagudo que llevaba puesto en la cabeza. Fijate. -Senalo un pequeno aranazo en la sien-. Probablemente llevare esta cicatriz el resto de mi vida.
– Nunca dije que esta mision fuera a estar desprovista de peligro -comento Austin, imperturbable.
– Pues esta cargada de peligros, en mi opinion -mascullo Miles-. El caso es que, mientras le iba a buscar una taza de ponche tras otra y esquivaba sus plumas, ella me aseguro, de forma bastante rotunda, que esta es la primera visita de su sobrina a Inglaterra. Creo que sus palabras exactas fueron: «Y ya era hora».
– ?Sabes cuanto tiempo piensa quedarse la senorita Matthews?
– Cuando se lo pregunte a lady Penbroke, clavo en mi una mirada acerada y me informo de que, puesto que la muchacha acaba de llegar, no ha hecho planes todavia para mandarla de regreso a America.
– ?Y que hay de su familia?
– Ambos padres estan muertos. Su madre, la hermana de lady Penbroke, murio hace ocho anos. El padre fallecio hace dos.
– ?Tiene hermanos?
– No.
Austin enarco las cejas.
– ?Que hizo cuando murio su padre? No debia de contar mas de veinte anos. No habra vivido sola, ?verdad?
– Ahora tiene veintidos. Me quede con la impresion de que el padre de la senorita Matthews la dejo en una posicion desahogada, pero no le lego una fortuna. Despues de poner en orden los asuntos de su padre, ella se fue a vivir con unos parientes cercanos de la rama paterna que residian en la misma ciudad. Por lo visto dichos parientes tienen una hija de la misma edad que la senorita Matthews, y ambas son muy amigas.
– ?Averiguaste alguna cosa mas?
Miles asintio con la cabeza.
– Cuando la senorita Matthews hizo la travesia a Inglaterra, llego con una companera de viaje contratada, una tal senora Loretta Thomkins. Cuando el barco atraco se separaron. Lady Penbroke tenia entendido que la senora Thomkins pensaba quedarse en Londres con unos parientes. En ese caso, no resultara muy dificil localizarla.
– Excelente. Muchas gracias, Miles.
– De nada, pero me debes un favor. Varios, de hecho.
– A juzgar por tu tono, no estoy seguro de querer saber por que.
– Le he hecho tantas preguntas sobre su sobrina que creo que a lady Penbroke se le ha metido en la cabeza que voy detras de la chiquilla.
– ?Ah si? -Austin se puso rigido-. Supongo que la habras desenganado rapidamente.
Miles se encogio de hombros y se sacudio una pelusa de la manga.
– No exactamente. Antes de hablar con lady Penbroke, toque el tema de la senorita Matthews ante varias damas bien relacionadas. La mera mencion de su nombre bastaba para suscitar risitas, parloteos y expresiones de desaprobacion. Si lady Penbroke hace correr la voz de que he mostrado interes por su sobrina, quiza se acallen los parloteos. La senorita Matthews me parece una joven agradable que no merece que la den de lado. De hecho, ahora que lo pienso, es encantadora, ?no te parece?
– No me he fijado demasiado en ella.
Las cejas de Miles se alzaron hasta casi desaparecer bajo su flequillo.
– ?Tu? ?Tu no te has fijado en una hembra atractiva? ?Estas enfermo? ?Tienes fiebre?
– No.
«Maldita sea, ?cuando se habia convertido Miles en un tipo tan fastidioso?»
– Bueno, pues permiteme que te ilustre. La falta de aptitudes sociales de la senorita Matthews queda sobradamente compensada con su hermoso rostro, su terso cutis y los hoyuelos que se le forman cuando sonrie. Posee una belleza serena, poco llamativa, que requiere de un segundo y detenido vistazo para ser apreciada. Aunque en la alta sociedad su estatura se considera poco elegante, yo la encuentro fascinante. -Se dio unos golpecitos en la barbilla con el dedo, pensativo-. Me pregunto como seria besar a una mujer tan alta…, sobre todo a una con una boca tan sensual como la de la senorita Matthews. Sus labios son verdaderamente extraordinarios…
– Miles.
– ?Si?
Austin obligo a sus musculos contraidos a relajarse.
– Estas divagando.
MiIes adopto una expresion de pura inocencia.
– Pense que estabamos hablando de la senorita Matthews.
– Exactamente. Pero no es necesario repasar la lista de sus… atributos.
Los ojos de Miles centellearon.