– Ah. De modo que si te habias fijado.
– ?Fijado en que?
– En sus… atributos.
Resuelto a poner fin a esa conversacion, Austin dijo:
– No estoy ciego, Miles. La senorita Matthews, como bien dices, es encantadora. Pero no pienso permitir que eso influya en mi mientras busco informacion. -Clavo una mirada penetrante en su amigo-. Confio en que tu tampoco lo permitas.
– Por supuesto. Te recuerdo que no soy yo quien esta interesado en esa mujer.
– Yo no estoy interesado en ella.
– ?Ah no? -Con una risita, Miles se puso en pie, atraveso la alfombra de Axminster y poso una mano sobre el hombro de Austin-. Me tienes de aca para alla por todo el reino recabando informacion sobre ella por razones que aun no me has revelado pese a que sabes que me devora la curiosidad, y he notado que ponias una cara muy lugubre cuando me deshacia en elogios de sus extraordinarios labios.
– Estoy seguro de que no he puesto ninguna cara.
– Una cara lugubre -repitio Miles-, como si te dispusieses a propinar una patada en mi elegante trasero.
Muy a su pesar, Austin enrojecio. Antes de que pudiera contestar, Miles prosiguio:
– Pareces un volcan a punto de entrar en erupcion. Resulta de lo mas… interesante. Y dicho esto, partire hacia Londres. Sabras de mi en cuanto descubra algun dato de interes. -Cruzo la habitacion pero se detuvo ante la puerta-. Buena suerte con la senorita Matthews, Austin. Tengo la sensacion de que vas a necesitarla.
5
Austin paso casi toda la tarde recluido en su estudio, repasando las cuentas de sus propiedades de Cornualles. Por desgracia, su mente no estaba por la labor y confundia una y otra vez las hileras de numeros, negandose a sumarIos correctamente. Las preguntas se agolpaban en su cerebro. ?Era posible que el chantajista guardase alguna relacion con el frances llamado Gaspard? Quizas el chantajista era el propio Gaspard. Austin casi estaba convencido de ello y, si no se equivocaba, era probable que el tipo estuviese en Inglaterra, en cuyo caso Austin esperaba que su alguacil de Bow Street diese con el. «Ponte en contacto conmigo de nuevo, desgraciado. Tengo ganas de encontrarme contigo. Planeas escribirme de nuevo a Londres despues del primero de julio… pero quiza yo te encuentre a ti antes.» Queria zanjar este asunto y acabar con la amenaza que pesaba sobre su familia. Y tenia que descubrir como encajaba la senorita Matthews en esa ecuacion.
Necesitaba tomarse un respiro, de modo que se desperezo y se acerco a las ventanas. Al pasear la vista por los jardines, diviso a Caroline y a la senorita Matthews, que jugaban con
Sacudio la cabeza pensando que si la senorita Matthews y Caroline iban a entretenerse con los gatos, tendria que pedirle a Mortlin que les pusiese nombres un poco mas apropiados.
Abrio ligeramente la ventana, y el sonido de risas femeninas llego hasta sus oidos. Se enternecio al escuchar las dulces carcajadas de Caroline. Era un sonido que habia echado de menos durante muchos meses despues de la muerte de William. Su mirada se poso en la senorita Matthews, y el corazon le dio un vuelco. Una sonrisa aninada le adornaba el rostro, y la brillante luz del sol arrancaba destellos a su cabello. Parecia joven, despreocupada, inocente e increiblemente hermosa.
Ademas, hacia reir a su hermana.
Una calida sensacion de gratitud se apodero de el, pillandolo por sorpresa. Tenia que recordar que la senorita Matthews no era, evidentemente, solo lo que parecia. Si, divertia a Caroline, pero ?que mas le estaria diciendo? Esperaba que no estuviese propagando el rumor de que William seguia con vida ni soltando tonterias sobre sus visiones.
Por otro lado, si Caroline se granjeaba su amistad, quiza podria proporcionarle a el informacion clave sobre la personalidad de Elizabeth. Si, definitivamente tenia que hablar con Caroline. Cuanto antes.
La primera oportunidad de mantener una conversacion privada con Caroline se presento en el salon, esa tarde antes de la cena. La aparto a un rincon y comento con fingida indiferencia.
– Parece que has hecho una nueva amiga.
Caroline acepto la copa de jerez que le ofrecia un criado.
– ?Te refieres a Elizabeth? -Como Austin asintio con la cabeza, ella anadio-: Hemos pasado la mayor parte del dia juntas. Me cae muy bien. Es muy diferente de todas las personas que conozco.
– ?Ah si? ?Que tiene de extraordinario?
– Todo -contesto Caroline sin dudado-. Sus conocimientos de medicina, su carino por los animales. Tiene sentido del humor, pero nunca hace bromas a costa de otros. No la he oido hablar mal de nadie en todo el dia.
– Eso no es extraordinario -murmuro Austin, aliviado por el hecho de que la senorita Matthews no hubiese dicho nada que inquietase a Caroline-. Eso es un milagro.
Sobre todo considerando el modo en que la habia tratado la gente de buen tono.
– Tienes toda la razon. Se conduce con una interesante mezcla de timida torpeza y de inteligencia descarada, pero percibo algo de tristeza en ella. Echa de menos su hogar.
– ?La conocias ya antes de ayer noche?
– Nos habian presentado, pero no habia tenido la oportunidad de cruzar mas de dos palabras con ella.
– ?Habias oido algun chisme sobre ella?
– Solo que deja mucho que desear como bailarina y que muchos la consideran una especie de marisabidilla. He notado que la mayoria de los caballeros no le hace el menor caso, pero creo que he resuelto ese problema.
Austin se puso rigido.
– ?A que te refieres?
Caroline agito la mano en un gesto de despreocupacion.
– Simplemente le he dado algunos consejos sobre como arreglarse y le he enviado a mi doncella para que la peine. -Sus azules ojos brillaron con subito interes-. ?Por que preguntas por Elizabeth?
– Por curiosidad. Te he observado con ella hoy, jugando con los gatitos. -Le sonrio-. Me ha gustado oirte reir.
– No logro recordar la ultima vez que lo pase tan bien. Creo que Elizabeth y yo seremos grandes amigas. ?Has tenido la ocasion de hablar con ella?
Austin trato de dar a su rostro la mayor inexpresividad posible.
– Si.
– ?Y que opinas de ella?
– Opino que es… -Su voz se apago cuando la vio entrar en el salon. Estaba exquisita.
Ese ser deslumbrante no podia ser la misma mujer a la que los caballeros de buen tono no hacian el menor caso. ?Como no iba a desearla todo aquel que la contemplase? Ataviada con un sencillo vestido de seda de color marfil, semejaba una larga columna de alabastro desprovista de adornos y hacia que el atuendo de todas las demas mujeres de la estancia pareciera recargado y chillon.
Llevaba la cabellera castano rojizo recogida en un elegante mono. Un unico y poblado bucle le caia sobre el hombro y le llegaba a la cintura, un tentador mechon de color brillante contra un fondo claro. Austin no se imaginaba que tuviese el pelo tan largo, y se pregunto como se veria con la cabellera suelta cayendole por la espalda. Exquisita.
Ella se detuvo en la puerta, recorriendo ansiosamente a los invitados con la mirada hasta que localizo a Caroline. Una sonrisa ilumino sus ojos marron dorado, pero su alegria se empano ligeramente cuando avisto a Austin, de pie junto a su hermana.