– ?Quieres beberte esto? -le dijo ella.

Austin abrio los ojos. Estaba sentada junto a el, tendiendole una taza de madera.

– ?Que es eso?

– Solo es una mezcla de hierbas, raices yagua de lluvia. -Le levanto la cabeza suavemente para que pudiese beber-. Te aliviara el dolor. Intentar volver a la casa mientras no amaine la tormenta es demasiado peligroso. Mientras esperamos, debes descansar y recuperar las fuerzas.

Solo habia una cosa capaz de aliviarle el dolor y desde luego no estaba en esa taza, pero como la mirada de Elizabeth indicaba con toda claridad que no toleraria una negativa y el estaba demasiado cansado para discutir, bebio.

– Puaj -protesto con una mueca mientras ella le bajaba la cabeza con suavidad-. Es el brebaje mas repulsivo que he probado jamas.

– No es para que lo paladees. Es para que te sientas mejor.

El sabor amargo del elixir le provoco un estremecimiento en todo el cuerpo.

– Es imposible que algo tan repugnante me haga sentir bien.

No obstante, incluso mientras pronunciaba estas palabras, una extrana languidez se adueno de el, relajandole los musculos y mitigando su dolor.

Alzo la mirada hacia ella, encandilado por la calidez y la preocupacion inconfundibles que reflejaban sus ojos. No recordaba haber visto una expresion tan tierna en otra mujer, salvo en Caroline y en su madre. Incapaz de resistir la tentacion de tocarla, levanto la mano y paso los dedos por entre sus rizos humedos. Las hebras de color castano rojizo le rozaron la piel como una caricia sedosa.

– Tienes un cabello precioso. -La cara de extraneza de Elizabeth lo impulso a anadir-: Seguro que mucha gente te lo habra dicho ya.

– En realidad no. Me temo que la palabra «precioso» y mi nombre no suelen aparecer juntos en la misma oracion.

– Precioso -repitio el-. Suave. -Enrollo un bucle en torno a su dedo, se lo acerco a la cara y aspiro su aroma-. Lilas.

A ella se le corto el aliento, y el se pregunto como reaccionaria si le tocase algo mas que el cabello. ?Se le entrecortaria la respiracion de esa manera si deslizase las manos por su cuerpo?

– Destilo mi propia agua de lilas -susurro Elizabeth, con los ojos muy abiertos, fijos en los suyos.

El aspiro de nuevo, dejando que su fragancia le inundara los pulmones.

– En los jardines de Bradford Hall florecen muchas lilas. Te ruego que recojas las que desees con toda libertad para preparar esa agua.

– Gracias. Eres muy amable.

«No, no lo soy -penso-. Un hombre amable no estaria calculando cuanto tardaria en despojarte de ese vestido mojado. Un hombre amable no te imaginaria desnuda, temblando de deseo por el.»

Cerro los parpados con fuerza para erradicar sus pensamientos lujuriosos. Un hombre amable se obligaria a levantarse y a acompanarla de regreso a la casa antes de que alguien reparase en su ausencia, en lugar de dejarse llevar por el deseo que ardia en su interior como una hoguera.

No, no era un hombre amable.

Tiro suavemente del rizo enrollado en su dedo.

– Ven aqui.

Elizabeth se aproximo a el.

– Acercate mas.

Ella se arrimo un poco mas, hasta que sus piernas, envueltas en la falda, se apretaron contra su costado.

– Mas.

Un brillo de diversion asomo a los ojos de Elizabeth.

– Si me acerco mas, Austin, te traspasare.

El enredo los dedos en su cabello y lentamente atrajo su cabeza hacia si.

– La boca. Mas cerca. Asi.

La expresion divertida se esfumo del semblante de la joven, que inspiro bruscamente.

– Quieres besarme.

La mano de Austin se inmovilizo mientras el la miraba a los ojos…, unos ojos llenos de preocupacion y anhelo. «Quiero hacer el amor contigo. Desesperadamente.»

– Si, Elizabeth, quiero besarte.

– Debes descansar. Y no quiero hacerte dano.

– Entonces, ven aqui.

De nuevo la atrajo hacia si hasta que sus labios se tocaron. El pulso se le acelero y estuvo a punto de reirse de su propia e intensa reaccion. Maldicion, apenas la habia tocado y el corazon ya le latia tres veces mas deprisa que de costumbre. ?Que demonios le ocurriria si alguna vez llegaba a verla desnuda? «Le haria el amor muy despacio, durante horas, y luego le haria el amor otra vez. Y otra.»

– Austin -musito ella.

El sintio su aliento calido en los labios y reprimio un gemido. Le hundio mas los dedos en la espesa cabellera y apreto los labios con mas fuerza contra los suyos.

Cuando su lengua intento penetrar en la boca de Elizabeth, los labios de la joven se abrieron con un leve suspiro que lo lleno de un sutil sabor a fresas. Nunca habia besado a una mujer que tuviese un sabor tan dulce, cuya piel resultase tan suave al tacto, que lo hiciese desear estar muy cerca de ella para no perderse ni uno solo de los tenues efluvios que despedia su piel.

Ella le poso las manos en los hombros y le toco la lengua con la suya, encendiendolo por dentro. Rodeandole firmemente el talle con el brazo que tenia libre, Austin la atrajo hacia si hasta que la parte superior de su cuerpo descanso sobre el. Sus suaves senos se apretaron contra su pecho, abrasandole la piel a traves de varias capas de ropa.

El beso se convirtio en una profusion inacabable de suspiros apasionados y gemidos de placer. «Solo uno mas… uno solo bastara… Quedare satisfecho.»

Pero no era suficiente. Por mas que la estrechaba entre sus brazos, la sentia y la saboreaba, no era suficiente. Sus manos se deslizaban incansables por su espalda, abriendose camino entre su sedoso cabello, luego abarcandole la cintura y palpandole el redondo trasero, estrechandola contra el. Queria cambiar de posicion y colocarse encima de ella, pero la languidez que se habia apoderado de el aumentaba por momentos, y le dejaba sin fuerzas en los brazos, hasta que se sintio tan debil como un recien nacido.

Ella emitio un suave quejido y se aparto de el con delicadeza. Los parpados le pesaban a Austin y pugno por mantenerlos abiertos, pero era una batalla perdida.

– Estoy tan cansado… -susurro.

– Descansa. Seguire aqui cuando despiertes.

Austin intento responder, pero ni siquiera pudo mover los labios. La inconsciencia lo cubrio como una sabana de terciopelo.

Elizabeth lo observo mientras el se abandonaba al sueno. Sabia que ese reposo le era necesario, pero ella tendria que vigilarlo y despertarlo periodicamente para asegurarse de que dormia normalmente y de que aquel sopor no significaba una perdida de sentido debido a la herida. Escucho el ritmico sonido de su profunda respiracion y, al ponerle la mano en la frente, advirtio que tenia la piel seca y fresca, indicio de que su sueno era del todo natural.

Aliviada, le paso los dedos suavemente sobre el rostro. Austin tenia los musculos de la cara perfectamente relajados y sus oscuras pestanas proyectaban sombras sobre sus mejillas. Sin el menor rastro de tristeza o amargura en los labios, parecia libre de preocupaciones. Ella le aparto un mechon de pelo que tenia sobre la frente. Su aspecto le recordaba al de un muchacho vulnerable.

Recorrio su fornido cuerpo con la mirada y estuvo a punto de soltar una carcajada: ese hombre no tenia nada de muchacho.

Su amplio pecho subia y bajaba pausadamente, atrayendo su mirada hacia el intrigante vello negro que asomaba por el cuello de la camisa. La acometio un deseo de tocarlo tan incontenible, tan tentador…

Incapaz de aguantarse, le abrio la camisa manchada de tierra y le coloco la palma de la mano en el pecho. El

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