15

Robert, Caroline, Miles y la duquesa viuda se encontraban en el vestibulo de la casa de Austin en Londres, entregando sus chales, abrigos y sombreros a Carters.

– ?Donde estan el duque y la duquesa? -le pregunto Caroline al mayordomo una vez que el se hizo cargo de sus prendas exteriores.

– En la biblioteca, lady Caroline. Os anunciare ahora mismo.

Robert miro a Carters alejarse a paso rapido por el pasillo. Este se detuvo frente a la puerta de la biblioteca y llamo discretamente. Casi un minuto despues, volvio a llamar.

Cuando otro minuto entero hubo transcurrido sin que le contestaran, a Robert se le encogio el estomago a causa de la inquietud. Primero aparecia muerto un alguacil de Bow Street, y ahora Austin no abria la puerta… ?Maldicion! Se volvio hacia Miles y le pregunto en voz baja:

– ?Crees que algo va mal?

– No lo se -respondio Miles arrugando el entrecejo con preocupacion-, pero a juzgar por los sucesos recientes, diria que es posible.

– Bueno, no pienso quedarme en el vestibulo con los brazos cruzados -susurro Robert.

Avanzo por el pasillo, seguido de cerca por Miles. Oian pisadas a sus espaldas, lo que significaba que las mujeres los seguian tambien.

– ?Ocurre algo malo, Carters? -pregunto Robert. Carters se irguio, recto como un palo.

– Desde luego que no. Solo espero a que su excelencia me de permiso para entrar.

– ?Y estas seguro de que esta en la biblioteca? -pregunto Miles.

– Completamente seguro.

Carters golpeo una vez mas con los nudillos y no recibio respuesta. Robert y Miles intercambiaron una mirada.

– Al diablo -farfullo Robert, alargando el brazo por detras de Carters para abrir la puerta, haciendo caso omiso de las protestas indignadas del mayordomo.

Robert cruzo el umbral y se detuvo tan bruscamente que Miles choco contra su espalda y casi lo tumbo al suelo.

Robert exhalo un suspiro de alivio. Saltaba a la vista que su preocupacion por el bienestar de su hermano carecia de fundamento, pues Austin estaba a todas luces en plena forma e indudablemente… sano.

Estaba abrazando con fuerza a Elizabeth, besandola apasionadamente. Robert sospechaba que la ancha espalda de Austin ocultaba de la vista otros detalles de lo que estaba haciendo. Aun asi, todos oyeron el inconfundible gemido de placer de Elizabeth.

– Ejem -carraspeo Robert.

Austin y Elizabeth no dieron senales de haberlo oido.

– ?Ejem! -lo intento de nuevo Robert, mas alto.

Austin alzo la cabeza.

– Ahora no, Carters -gruno sin molestarse en volverse.

– Siento mucho decepcionarte, muchacho, pero no soy Carters -anuncio Robert.

Austin se quedo petrificado. La inoportuna voz de su hermano estuvo a punto de arrancarle una palabrota, pero logro ahogarla a tiempo. Con un gritito de sorpresa, Elizabeth trato de soltarse de sus brazos, pero el la sujeto con firmeza sacando de mala gana las manos de su corpino. Al mirarla reprimio un gemido de deseo: sus mejillas tenidas de rojo, sus labios humedos e hinchados de tanto besarlos y su peinado, bastante menos ordenado de como lo llevaba diez minutos antes, le daban un aspecto arrebatador.

Austin solto entre dientes una maldicion soez. Tenia que hacer algo respecto a su hermano. Le paso por la cabeza la posibilidad de arrojado al Tamesis. Si, era una idea que definitivamente tenia sus ventajas. Se volvio para recibir a su invitado inesperado y descubrio que Robert no estaba solo. Miles, Carolina, su madre y Carters se aglomeraban en la puerta.

Carters entro en la habitacion, con una expresion de angustia en su semblante habitualmente inexpresivo.

– Perdonadme, excelencia, he llamado varias veces, pero…

Austin lo interrumpio con un gesto.

– No tiene importancia, Carters. -Diablos, lo cierto era que el hombre hubiera podido aporrear la puerta con un mazo sin que Austin lo oyese-. Puedes volver a tus quehaceres.

– Si, excelencia.

Carters se recompuso la levita, giro sobre sus talones y salio de la biblioteca, no sin antes manifestarle su desaprobacion a Robert con un resoplido.

La madre de Austin dio unos pasos al frente tendiendole las manos.

– Hola, carino; hola, Elizabeth. ?Como estais?

Parecia tan contenta de verlos que parte de la irritacion de Austin se evaporo. Mientras Elizabeth saludaba a los demas, el se inclino y le dio un beso a su madre en la mejilla.

– Estoy muy bien, madre.

– Si, ya lo veo -respondio ella arqueando una ceja, divertida. Se inclino hacia delante y anadio en voz baja-: No te preocupes, querido. Nos quedaremos en casa de Miles.

Austin esperaba que su alivio no se notara demasiado. Despues de saludar a Caroline, le dirigio una breve cabezada a Miles y luego fulmino a Robert con la mirada.

– ?Que os trae a todos por aqui?

– Robert y Miles iban a venir a la ciudad -explico su madre- y nos invitaron a Caroline y a mi a acompanarlos.

– Que maravillosa sorpresa -dijo Elizabeth-. Estamos encantados de veros.

Robert tuvo la clara impresion de que Elizabeth solo hablaba por ella, pues Austin no parecia encantado en absoluto, Pero al constatar que Austin y Elizabeth estaban bien, Robert respiro aliviado y la tension que le atenazaba los hombros se relajo.

Habia asuntos muy serios que tratar, pero Robert no podia abordarlos delante de las mujeres, y si le pedia a Austin de inmediato que se reuniese con el fuera de la habitacion sabia que su madre, Caroline y seguramente Elizabeth se moririan de curiosidad y querrian saber de que se trataba. No tenia ningunas ganas de explicarles la autentica razon de esa visita.

Mientras Elizabeth ofrecia asiento a sus invitados y mandaba preparar te y un refrigerio para ellos, Robert se acerco a su hermano, que no se habia movido de su sitio al otro lado de In estancia. Austin lo acogio con una mirada gelida.

– Estoy recien casado, Robert. ?Lo has olvidado, tal vez?

– Por supuesto que no lo he olvidado.

– Entonces ?como diablos se te ha ocurrido venir aqui sin que te invitara, y traerlos a ellos contigo? -Austin senalo a los demas con un movimiento de cabeza, sin apartar los ojos acerados del rostro de Robert. Antes de que este pudiera contestar, Austin prosiguio-: Bueno, y ?cuando os marchais?

– ?Marcharnos? Pero si acabamos de llegar. -Un impulso perverso le hizo preguntar-: ?Es que no te alegras de vernos?

– No.

– Que pena. Y yo que pensaba que vendria a salvarte del aburrimiento que sin duda empezabas a sentir despues de tres interminables dias de matrimonio. Es evidente que la gratitud te ha dejado sin habla.

– ?Largo de aqui!

Robert hizo chascar la lengua.

– Que descortes te has vuelto desde que te has casado.

Austin apoyo la cadera en el enorme escritorio de caoba, doblo los brazos sobre el pecho y cruzo los tobillos.

– Te doy exactamente dos minutos para que me digas todo lo que quieras, y despues, lamentablemente, tendras que marcharte. Madre dice que te alojaras en casa de Miles. Sin duda necesitas tiempo para instalarte en

Вы читаете Una Boda Imprevista
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

1

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату