Le miro la oscura cabeza, las mejillas y entonces cerro los ojos y solo permitio que las sensaciones que el creaba en ella tomaran el control. Las sensaciones de su humeda y suave lengua a traves del abrasivo material de su sujetador. El calor que se deslizaba por su cuerpo y que hacia que se le encogieran los dedos de los pies dentro de las botas. Le recorrio el cabello con sus manos, su cuello, sus hombros y otra vez el pelo tocandolo todo lo que fuera posible, pero no era ni remotamente suficiente. Ella movia sus caderas y a traves de las capas de ropa que tenian, el volvio a empujar contra ella.

Pero todavia no era suficiente. Ella lo queria todo. Queria todo de el pero al final, estaba frustrada por sus ropas de invierno.

Otro agonizante gemido le salio de la garganta y le sujeto los muslos para mantenerla quieta. Levanto la cabeza y Brina le miro a la cara, a sus humedos labios y a la ardiente frustracion que brillaba en sus sonolientos ojos azules. El aire frio reemplazo el calor de su boca, finalmente trayendo un atisbo de cordura a la realidad de la situacion.

Desenredo sus piernas de alrededor de su cintura y se deslizo contra el arbol hasta que su pies tocaron el suelo. Con cada segundo que pasaba, la pasion que se reflejaba en los ojos de Thomas se aclaro un poco hasta que parecio tan calmada como la de Brina. Ella abrio la boca y la volvio a cerrar. No sabia que decir.

Thomas parecia sufrir el mismo problema. Sin una palabra, le volvio a subir la cremallera hasta la base del cuello, sellando dentro su calor. Entonces se volvio y cogio los guantes de ambos del suelo.

– Se esta haciendo tarde -dijo finalmente. Su suave voz sonaba distante para Brina.

– Si -dijo, incluso aun sabiendo que faltaban horas para que el sol se empezara a poner. Le quito sus guantes de las manos y metio las manos dentro.

En el camino hacia el coche hablaron muy poco. Conversaciones sin sentido realmente, que pasaban entre largos periodos de silencio. Ambos demasiado ocupados con sus pensamientos, el crujido de la nieve bajo sus botas como el unico sonido que perturbaba el silencio absoluto.

Por primera vez desde que Thomas le habia bajado la cremallera del traje de esqui, Brina sentia las mejillas sonrojadas. Mientras el mantuvo sus manos y su boca sobre ella, no habia sentido nada que pudiera parecerse lo mas minino a la verguenza, pero ahora si lo sentia. Se pregunto que pensaba el de ella. Si creia que ella dejaba que estas cosas pasaran todo el tiempo.

Normalmente tenia que estar enamorada antes de dejar que la pasion tomara el control. Su madre siempre le habia ensenado que su cuerpo era sagrado. Un templo. Hubo varias veces durante la universidad cuando habia pensado que su madre era demasiado rigida sobre sexualidad y descarto todo el concepto del «templo sagrado» a favor de una aproximacion mas moderna de atraccion y confesion. Se sentia atraida por un hombre durante algun tiempo, y luego descubria algo malo, como que dejaba la colada en su apartamento, o de repente, se daba cuenta que el tenia malas unas en los pies y entonces ella se tenia que confesar.

Ahora que era mas mayor y sabia, habia regresado a las ensenanzas de su madre y era bastante cuidadosa con quien dejaba que adorara su cuerpo. Tenia que sentir algo por el hombre, y le llevaba tiempo sentirse lo suficientemente comoda como para dejar que la intimidad sucediera.

Hasta hoy.

Todo era diferente hoy. Todo se habia dado la vuelta. Nada tenia sentido, y ella no sabia que pensar o sentir. Ojala lo supiera. Deseaba tener respuesta para todas las preguntas que le rondaban la cabeza. Ella era investigadora privada y era su trabajo investigar hasta obtener respuestas. Solo que esta era su vida privada y no tenia ninguna pista de por donde empezar.

Thomas la volvio a ayudar a pasar por encima de la valla pero esta vez no hubo pequenos roces. Le abrio la puerta del coche y se sacudio la nieve de las botas antes de subirse. Para ser dos personas que quince minutos antes parecian no tener ni un apice de conciencia, un incomodo silencio se extendio entre ellos. La confortable amistad que habian disfrutado unas horas antes se habia ido completamente.

De vuelta al hotel, Thomas finalmente rompio el silencio.

– Creo que nevara esta noche.

La respuesta de Brina era igual de inspirada.

– Oh, uh-huh.

Se pregunto en que estaria pensado, pero las oscuras gafas volvian a cubrir sus ojos ocultando toda pista sobre sus pensamientos.

Volvieron a quedarse en silencio hasta que Thomas acerco el jeep a las puertas del hotel y paro el vehiculo. Cuando hablo, no era lo que realmente Brina queria oir.

– Lo siento, me deje llevar. Normalmente no voy aprisionando mujeres contra los arboles -dijo mientras miraba por la ventanilla.

– Yo tampoco. Ah… me dejo aprisionar, me refiero -dijo y penso un momento- quiza paso porque sentiamos que nos conociamos.

– Pero no nos conocemos. -Finalmente la miro a la cara no dejando entrever nada-. No nos conocemos en absoluto.

Brina contemplo sus inexpresivos rasgos y penso que quiza tenia razon. Este hombre tan cerrado no era el Thomas que conocia. Justo cuando empezaba a pensar que le conocia, se dio cuenta de que no era asi, no lo conocia ya. Lo que, dandose cuenta dolorosamente, era una pena.

– Adios Thomas -dijo y salio del jeep.

Detras de sus gafas de sol, Thomas observo a Brina cruzar las puertas giratorias del hotel. Volvio a poner en marcha el vehiculo y fue a la plaza de aparcamiento mas alejada del hotel. Apago el motor y apoyo la cabeza contra el respaldo cerrando los ojos. ??Que demonios habia pasado!? No se podia creer que hubiera arrinconado a Brina contra un arbol y enterrado su cabeza entre sus pecho. Ella estaba equivocada. No sucedio porque la conocia. Diez anos atras el siempre habia podido controlarse. Era algo mas. Algo que no se queria admitir a si mismo.

Perdio el control. Eso fue lo que paso, y no queria pensar en lo que hubiera pasada si fuera verano y quitarle a Brina la ropa solo hubiera sido cosa de levantarle falda y quitarle las bragas. Se temia que no hubiera podido pararse a si mismo. Le habria hecho el amor contra el arbol en el que jugaban de ninos. Felizmente habria perdido el control por Brina MacConnell.

?Que se decia sobre lo de ten cuidado con lo que deseas? La apuesta que hizo con ella habia sido una broma. Se paso todo el dia imaginando los leotardos que llevaria debajo del traje de esqui y nunca entro en su cabeza que ella solo llevara sujetador, y no habia mucho sujetador. Todo el mundo sabia que se debia llevar una combinacion de ropa debajo. Todos menos Brina, supuso. Cuando bajo la cremallera penso que ella le pararia. Queria sorprenderla pero cuando su mirada descendio, el sorprendido habia sido el, como un nino pequeno que hojea por primera vez una PlayBoy

Ahora mientras estaba sentado en el jeep, se preguntaba por que ella no lo detuvo. Diez anos atras ella le habria parado con el lema «mi cuerpo es un templo» una mierda de excusa que su madre le habia ensenado. Ahora no solo no le paro, sino que habia apretado sus piernas a su alrededor y sujetado su cabeza contra su pecho, pero el no podia dejar de preguntarse el porque. La respuesta facil fue que los dos eran adultos y disfrutaban del sexo, pero Thomas nunca buscaba las respuestas faciles. Nunca hubiera triunfado en los negocios si lo hubiera hecho.

De camino al hotel otro pensamiento entro en su cabeza. Uno que queria desechar pero que no podia. No le gustaba, pero estaba alli, una pesada voz dentro de su cerebro.

Lo habia visto en un moton en hombres mayores y estupidos chiflados con los que hacia negocios. Hermosas mujeres, mujeres como Holly que estaban dispuestas a estar con cualquiera siempre y cuando tuviera dinero, y los hombres se enganaban a si mismos pensando que las mujeres les querian por como eran.

Thomas no queria creer que Brina pudiera ser tan vacia, pero no la habia visto o hablado con ella en diez anos. Quiza eso era justamente lo que queria.

Dinero que nunca tuvo de pequena y la atencion que siempre quiso. El ser vista con el pez mas grande del estanque. E incluso sabiendo que no era justo juzgandola por su pasado, tampoco era justo lo que ella habia hecho antes. Solo que la ultima vez el fue el pobre y sucio que ella desecho tan rapido como la basura del dia anterior.

Thomas abrio la puerta del jeep y salio de el. Sus rapidos pasos le llevaron al hotel y pasaron de la largo por la recepcion. Sin esperar al ascensor, subio las escaleras hasta el tercer piso. Tenia que sacarsela de la mente

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