– No.
Los dedos entumecidos por el frio y le estaba costando pasar los botones por los ojales.
– ?Estabas actuando en solitario?
Lola tardo unos segundos en comprender a que se referia.
– No.
– Entonces, a el, ?le estabas…?
– ?No! -interrumpio, antes de que esa mente obsesa siguiese entrando en detalles-. Estaba encima de una bicicleta besando un piruli.
Max se quedo callado, pero cuando hablo sono decepcionado:
– ?Eso es todo?
– Si.
Ella la miro de nuevo y se dio cuenta de que Max tenia la mirada fija en la actividad de sus dedos, que se afanaban en abrochar el ultimo boton del vestido. Lola bajo las manos rapidamente. Entonces, Max, con lentitud exasperante, recorrio con la vista su cuello, su menton y su boca hasta que llego a los ojos.
– ?Estabas sola o con tu novio? -le pregunto, con la voz un poco mas grave.
– Sola.
Lola volvio a colocarse la manta encima de los hombros, protegiendose de su mirada. De nuevo, le sorprendio que sentirse observada por el le resultara tan desagradable como se imaginaba. En realidad, no le parecia desagradable en absoluto. Mas bien era inquietante. Inquietante por ese azul intenso y esa sombra de deseo que percibia en sus ojos, por la tirantez que le provocaba en el pecho. De repente, el parpadeo y el deseo, desaparecio de sus ojos como si nunca hubiera existido.
– No me parece tan terrible -dijo, como si un minuto antes no le hubiese pillado contemplando sus pechos.
Max se mostraba tan desenfadado que Lola no entendia por que de repente se habia puesto nerviosa. Tampoco era la primera vez que un hombre la veia en sujetador, desde luego. Hubo un tiempo en que su escote habia sido el mas fotografiado de todo el mundo.
– Era un piruli gigante -le explico.
Max arqueo una ceja, como diciendo «?y que?».
– La verdad es que no lo estaba besando, exactamente.
– ?Y que estabas haciendo, exactamente?
Lola se lo aclaro porque, aunque resultaba un poco embarazoso, no precisamente un secreto. Ademas, si el se moria de ganas de saberlo, solo tenia que pagar veinticinco pavos para verlo en Internet, como todo mundo. Despues de que los rescataran, eso si.
– Mi imitacion personal de Linda Lovelace.
Las comisuras de los labios de Max dibujaron una sonrisa totalmente masculina que se extendio a sus ojos azules.
– ? Imitas a Linda Lovelace?
– No me lo recuerdes. ?O es que quieres mas detalles?
– Dios, si.
Lola se rio.
– Olvidalo.
– ?Y si te lo pido muy amablemente?
– No.
– Eres una aguafiestas, Lolita -le reprocho.
– ?Como se llama esa pagina de Internet?
– ?Por que? ?Es que vas a pagar veinticinco pavos para ver esas fotos?.
– Me has despertado la curiosidad por el piruli gigante -le contesto encogiendose de hombros-. ?Te molestaria que lo hiciese?
– Por supuesto.
– ?Por que?
Lola no podia creer que le preguntara algo tan obvio.
– Bueno… es que salgo desnuda.
– Pero ya has posado desnuda en otras ocasiones.
– No del todo.
Eso habia sucedido durante una epoca en que trabajaba para una importante marca de cosmeticos. Estaba promocionando la linea de productos para la piel. Durante la sesion de fotos, tenia el cuerpo cubierto unicamente por una capa de aceite perfumado. Poso ante un fondo rojo, con los tobillos cruzados y los pies a la altura adecuada para ocultar el area del pubis. Desde detras, dos manos masculinas le tapaban los pechos. Habia pasado hambre durante la semana previa a la sesion. Cuando termino, se planto en una hamburgueseria y pidio un menu numero dos, racion grande.
– A mi me parece que posar en sujetador de encaje y bragas se acerca muchisimo a posar desnuda.
No era lo mismo, y Lola no sabia por que tenia que explicarselo. Pero lo intento de todas formas.
– Cada vez que he accedido a una sesion de fotos ha sido porque tenia control sobre mi imagen. Siempre era yo quien decidia. Lo de la pagina web no fue una decision mia. No se trata solo de un abuso de mi cuerpo, sino tambien de mi confianza. Yo nunca habria aceptado publicar esas fotos, y menos en una pagina porno de Internet. Mis padres estaban horrorizados. -Por otro lado, nunca habria aceptado mostrar una imagen suya de la etapa mas aguda de su enfermedad. Fue una epoca en que habia perdido el control, en que cada uno de los momentos del dia y de la noche estaban dominados por la comida y el sentimiento de culpa. Se dedicaba a recortar recetas y comprar libros de cocina que nunca utilizaba-. No espero que lo
Max se llevo la mano al costado y respiro profundamente.
– Bueno, tengo alguna idea de que significa perder el control-dijo, mientras cogia la cana de pescar-. Se lo
– ?Quien fue?
Quiza si la entendia, pero le costaba imaginarse que ese hombre imponente, que actuaba con tal desparpajo, a pesar de estar vestido unicamente con los calzoncillos, pudiera preocuparse por algo.
– ?Quien fue, Max? -insistio.
– No se trata de quien. -La miro de reojo y volvio a centrar la atencion en el sedal-. Sino de que.
Lola habria podido decirle que sus aparejos no eran los adecuados para practicar la pesca a motor parado, pero en ese momento le interesaba mas lo que el pudiese contarle que lo que estaba haciendo. Pero como el no contestaba, pregunto:
– Pues ?que?
El permanecio callado.
– Vamos, Max -suspiro Lola-. Yo te he contado lo del piruli.
Max la miro por un momento y luego volvio a dirigir la vista a la cana.
– Hace unos anos, me «retire» de la Marina -empezo mientras soltaba sedal con el carrete-. Durante mi carrera, he cabreado bastante unos cuantos oficiales de alto rango. Uno de ellos fue nombrado secretario de la Marina y no me queria alli, asi que me dio una patada en el culo.
– ?Y que hiciste?
Max se encogio de hombros.
– No siempre sigo las reglas del juego -le respondio, pero eso no significaba nada para Lola-. Hice lo que tuve que hacer para cumplir una mision, y despues de eso me dieron a escoger entre el retiro o la prision federal.
Vale, eso si significaba algo.
– ?Prision? ? Bajo que cargos?.
