– Conspiracion. En ese momento, yo formaba parte del DEVGRU, el Grupo Naval de Desarrollo de Tecnicas de Guerra Especiales. -Hizo una pausa y la miro como si ella supiera que queria decir eso-. Se trataba de una unidad de antiterrorismo, inteligencia y seguridad nacional. Entre otras cosas, fabricabamos y probabamos armamento, y, al parecer, me confabule con una empresa de contratacion privada para defraudar treinta y cinco mil dolares al gobierno de Estados Unidos.
– ?Como?
– Cobrandoles por unas armas de asalto que no existian.
Lola necesitaba saberlo, asi que decidio preguntarselo:
– ?Lo hiciste?
– Bueno -dijo mientras dejaba caer el cebo en sus manos-. Si quisiera jugarme el culo con el Gobierno, me aseguraria que fuera por bastante mas dinero que treinta y cinco de los grandes. -Se dirigio a un lado del yate, tomo impulso con la cana hacia atras y lanzo el cebo tan lejos que Lola lo perdio de vista antes de que llegara al agua-. Hoy en dia, treinta y cinco de los grandes dan para un coche decente, y no vale la pena pasar un tiempo en chirona por eso.
– ?Y por un Ferrari si valdria la pena?
Max medito por un momento y luego nego con la cabeza.
– No.
Lola sonrio.
– ?Por que has tardado tanto en contestar?
– Un Ferrari se merece un minimo de reflexion.
– Eso es verdad -rio Lola-. ?Contrataste a un abogado que te defendiera?
– Si, pero cuando las pruebas que tiene el Gobierno se encuentran clasificadas y ni tu ni tu abogado teneis autorizacion para ver ese material, estas jodido completamente.
Asi, de perfil, entornando los parpados ante la luz brillante del Caribe, con la linea de la mandibula y del menton suavizada por la barba negra de pocos dias, parecia casi una persona de verdad con problemas de verdad. Incluso la conversacion que mantenian parecia una conversacion de verdad, asi que, puesto que estaban comunicandose como personas, Lola supuso que a el le interesaria saber que estaba pescando con el cebo equivocado.
– No vas a pescar nada con ese aparejo.
Max la miro por encima del hombro. El viento empezaba a secarle la punta del cabello.
– Yo creo que si.
La manta le picaba a Lola detras de los muslos, asi que se puso de pie.
– El que utilizaba esta cana le puso una cucharilla. Necesitas un anzuelo emplomado. Algo que atraiga a los peces de aguas profundas. Es posible que tengas suerte, pero no lo creo.
Max le clavo la vista durante unos segundos.
– ?De verdad?
Vale, a la mejor no estaba interesado en saberlo. O a la mejor era tan receptivo como la mayoria de los hombres a los consejos femeninos.
– Si.
Max fruncio las cejas y coloco la cana en el soporte de la silla.
– Quiza deberias opinar solo sobre lo que sabes: posar en ropa interior.
Si, era como la mayoria de los hombres. Era imposible mantener una conversacion de verdad con el.
– Te sorprenderia enterarte de todo lo que se. Mi abuelo organizaba salidas de pesca en Charleston, y cuando lo visitaba en verano lo acompanaba muchas veces. -Tiro la manta encima de la silla-. Y ya no soy modelo, sino disenadora de lenceria. ?Te suena Lola Wear, lnc.?
– No -contesto Max, y se sento.
– Es mi empresa -le informo Lola, con no poco orgullo. Max la contemplaba con cara inexpresiva, asi que especifico un poco mas-: Empece por disenar unos cuantos sujetadores, y actualmente tengo cientos de empleados.
– ?Asi que haces ropa interior en lugar de exhibirla?
– Exacto. Me sorprende que no hayas oido hablar de mi negocio.
Max se puso las manos detras de la cabeza y bostezo. Los musculos de los hombros y los brazos se le tensaron. Un vello oscuro le ensombrecia las axilas.
– ?Haces algo comestible?
– ?No!
– Entonces no me extrana -dijo Max-. No reconoceria una marca de diseno a no ser que me atragantase con ella.
CAPITULO 5
Max paseo la vista por las pantorrillas de Lola hasta el chal rojo, que volvia a llevar atado a la cintura. Se habia quitado el vestido mojado y se habia puesto de nuevo la blusa blanca, que estaba empapada por delante y por detras debido a que tenia el sujetador mojado. Max se pregunto si habria tendido las bragas en el lavabo, como el dia anterior.
Lola se habia puesto una gorra de beisbol y habia pasado el pelo por la tira trasera. Tenia una cana de pescar entre las manos. Ato dos anzuelos a cierta distancia el uno del otro, en el extremo del sedal, y los dejo caer al agua. Despues de soltar hilo durante unos diez segundos, acciono la palanca para bloquear el carrete.
Max le observo el perfil: tenia los ojos entrecerrados detras de las gafas de sol de color azul y una expresion decidida en los labios. Era obvio que intentaba demostrarle que sabia pescar mejor que el. Max se morderia la lengua antes que admitir que no le costaria mucho demostrarlo. Lola echo la punta de la cana hacia atras y la dejo caer de nuevo. Max imagino que esos cebos atraerian la atencion de algun bacalao, algun besugo, o lo que fuera que viviese alli abajo.
Con naturalidad, Max recogio su sedal, haciendo girar el carrete suavemente, hasta que el cebo aparecio por la regala.
– ?Has cogido algo? -le pregunto Lola, aunque saltaba a la vista que no.
– Solo han mordido un poco el cebo. -Max se levanto de la silla y se dirigio a la caja de pesca.
Lola levanto el extremo de la cana y volvio a bajarlo.
– Ah. ?Puedo hacerte algunas sugerencias?
– No -contesto Max. Corto el cebo de su sedal y busco alguno de esos anzuelos emplomados que ella habia atado al suyo-. Pero si necesito algun consejo sobre como hacer un sujetador, te lo pedire.
A pesar de ser un lanzador excelente, Max habia pescado exactamente dos truchas de agua dulce en toda su vida. Veinte minutos antes no tenia interes especial en pescar alguna pieza. En el yate habia comida suficiente para unos cuantos dias. Pero ahora Max se sentia atrapado en un reto no declarado y no estaba dispuesto a dejarse superar por una chica, y menos aun por esa.
Max era un hombre. Un hombre que comia carne. Lola era modelo de ropa interior y tenia un minusculo perro chillon. Max habia sido miembro de la sexta unidad de las Fuerzas Especiales de la Marina en la epoca en que esta capturo a Manuel Noriega, Pablo Escobar y media docena mas de dictadores y capos de la droga. Max habia participado en la planificacion y el rescate del presidente de Haiti Jean Bertrand Aristide, y cuando la unidad seis fue desmantelada, el Grupo Naval de Desarrollo de Tecnicas de Guerra Especiales lo recluto para dirigir un escuadron de asalto antiterrorista. ?Que dificultad podia tener para el pescar un pez mas grande que Lola Carlyle?
Max deposito la cana de pescar en el soporte de la silla. Sus calzoncillos estaban apunto de secarse, asi que se dirigio al camarote y se vistio con los pantalones cortos que llevaba el dia anterior. En la cocina, para desayunar, se decidio por unas uvas y las ultimas barritas de cereales que quedaban y salio a cubierta.
Cuando se acerco a ellos, tanto Lola como el perro giraron la cabeza hacia el. La brisa marina jugueteaba con el dobladillo del chal que ella llevaba a manera de falda y con la cola de caballo que le salia por detras de la gorra de beisbol. Mientras Lola, sin moverse de su puesto, continuaba izando y bajando el extremo de la cana, el perro
