contra su cadera. El beso fue mas voraz, mas pleno, y tan hermoso que le arranco un hondo gemido del pecho.

Max retrocedio un poco y la miro. Con la respiracion agitada, bajo la vista hasta la mano que cubria el pecho de Lola.

– Lola, si vas a detenerme, hazlo ahora.

Lola no habia pensado en detenerlo, asi que tampoco lo hizo ahora.

– He visto que hay condones en el yate -le dijo mientras le acariciaba los bien dibujados musculos del pecho, del brazo, de su abdomen, hasta llegar a la bragueta. Max aguanto la respiracion al notar la palma de la mano de Lola encima de su rigida ereccion.

– Son demasiado pequenos -repuso el, despues de exhalar el aire que habia aguantado-. ?Usas algun anticonceptivo?

Lola llevaba un DIU desde hacia cinco anos, y nunca habia fallado.

– Si -contesto.

– Gracias, Dios mio.

La lascivia brillo en los ojos de Max mientras le quitaba una parte del sujetador, desnudando a Lola bajo su avida mirada. La admiro durante unos largos segundos y luego bajo el rostro hasta el pecho de ella y tomo el pezon entre sus labios. La lengua de Max lamio y jugueteo con el hasta enloquecer a Lola. Con cada roce calido de esa lengua, Lola sentia que la tension entre sus piernas aumentaba.

Lola bajo la mano hasta la bragueta de el e intento abrirla, pero Max se lo impidio rodeandole la muneca con los dedos. Max levanto la cabeza y Lola noto el aire frio contra su piel caliente y contra su pezon humedo. Max se quedo completamente quieto por unos instantes antes de volverse hacia su derecha.

– ?Max?

El le puso un dedo sobre los labios. Por encima del sonido de su corazon y de su rapida respiracion, Lola tambien lo oyo. A lo lejos, unas voces masculinas hendian el aire humedo y quieto. Lola empezo a abotonarse el vestido mientras Max se ponia en pie. Lola se arrodillo a su lado y escucho. Desde el otro lado de la fuente, las voces se acercaban. Hablaban en espanol. Un gran alivio inundo a Lola mientras acababa de abrocharse el vestido. Ella, Max y Baby podrian regresar a casa. Por fin.

Entre la alta hierba y los matorrales, Lola vio que tres hombres de piel morena se acercaban a la otra orilla del agua en direccion a ellos. Levanto la mirada hacia Max, y sus manos quedaron inmoviles. El deseo ardiente desaparecido de su semblante. Como si hubiera corrido una cortina ahora tenia los ojos entornados, atentos, vigilantes. Entonces, Max cla vo en ella esos ojos frios e inexpresivos. Lola reconocio la expresion firme de la boca y la mandibula de Max. Ya la habia visto antes, en la oscuridad esa primera noche en el Dora Mae.

Max senalo el chal y el perro y, con un gesto, le indico que se escondiese detras del arbol. A Lola no se le ocurrio ponerse a discutir. No era el momento. Recogio el chal y, de rodillas, se acerco a Baby. Lo recogio de encima de la bolsa de lona y gateo entre los matorrales que Max apartaba para que pudiese pasar. Entre el follaje, Max le alargo la bolsa de lona y el bolso. Lola se abrocho los ultimos botones del vestido con una mano mientras con la otra sujetaba a Baby.

Por encima de los latidos en las sienes, Lola oyo que las voces se acercaban. Aparte de lo poco que habia aprendido aqui y alla, Lola sabia muy poco espanol. No entendio ni una palabra. Los matorrales volvieron a moverse y Max paso entre ellos a gatas. Para ser un hombre tan grande, no hizo el menor ruido.

Las voces se acercaron mas, y Lola calculo que debian de encontrarse donde ella antes se habia lavado los pies. Max levanto una rodilla al lado de Lola y saco el cuchillo de la bota. Los musculos de Lola se helaron ante la vision de la larga y afilada hoja.

Baby irguio las orejas y justo cuando Lola iba a cerrarle el hocico con la mano, el perro rompio a ladrar y se escapo de sus brazos. Lola se disponia a llamarlo y a salir tras el, pero Max se tiro encima de ella y le tapo la boca.

– Deja que se vaya -le susurro al oido.

Lola sacudio la cabeza con fuerza al oir que los excitados ladridos de Baby se alejaban cada vez mas. Las voces se callaron y Lola sintio que el panico le atenazaba el estomago, como el dia en que creyo que Baby se ahogaria en el oceano Atlantico.

– ?Es que quieres morir? -susurro Max, fulminandola con la mirada.

Acto seguido, Max volvio a dirigir la atencion hacia la que estaba ocurriendo a la orilla de la laguna. Lola dejo de forcejear. No, no queria morir. Pero tampoco queria quedarse sentada mientras alguien hacia dano a Baby.

El perro comenzo a ladrar con mas furia, como en los momentos en que saltaba del suelo con cada ladrido. Lola siempre habia temido que complejo de Napoleon le acarreara su propia Waterloo, y hoy eso parecia estar a punto de suceder. Una risita se sumo a la algarabia y, enseguida, se oyo un aullido lastimoso.

Lola no pudo reprimir el gemido que le broto de la garganta. Aspiro por la nariz y se le nublo la vista. Baby era solo un perro, pero era su perro, ella lo queria. A veces era un incordio, pero eso no concernia a nadie mas que a ella, y el perro la necesitaba.

Max noto la humedad de las lagrimas de Lola entre sus dedos y la miro a los ojos, abiertos de par en par. Entonces lo hizo de nuevo. Abrio la boca e hizo una promesa que no estaba seguro de poder cumplir. De hecho estaba bastante seguro de que no podria cumplirla, pero eso no le impidio musitarle al oido:

– Voy a traerte el perro otra vez. Pero tienes que estarte calladita o no viviremos lo suficiente para rescatarlo.

Lola asintio, y el enorme peso de la confianza que ella depositaba en el lo abrumo. ?Que estaba haciendo? ?Arriesgar la vida por un pequeno perro chillon? ?Por una minuscula rata rencorosa?

Max le quito la mano de la boca y le hizo una senal para que permaneciese tumbada. Por supuesto, Lola no le hizo caso sino que, arrodillada a su lado, se puso a observar a traves de los matorrales. Unas botas se dirigieron hacia ellos y se detuvieron a menos de un metro de donde se encontraban, justo en el lugar donde Max habia tumbado a Lola en el suelo y le habia besado el pecho. El lugar donde ella habia encendido el deseo de Max con tal intensidad que este no habia oido a esos hombres hasta que casi estuvieron encima de el.

Esos hombres hablaban en un espanol latinoamericano y llamaban «teniente» al que marchaba al frente de ellos, pero no se trataba de un teniente del ejercito colombiano. En realidad, Max no creia que ese hombre tuviese experiencia militar. Alrededor del arbol, la hierba estaba aplastada, y si se inspeccionaba de cerca resultaba obvio que alguien habia pisado esa area recientemente. Max habia limpiado rapidamente la zona con una rama rota de arbol, pero no habia tenido tiempo de acabar el trabajo y, a pesar de todo, el «teniente» no habia reparado en ello.

El hombre dio la orden de que exploraran la zona en busca de los propietarios del perro. Se hallaba tan cerca que Max pudo ver las costuras del uniforme y el cuchillo de combate KBar que llevaba en la cana de la bota. Se apreciaba un bulto debajo de la pernera del pantalon, y Max habria apostado cualquier cosa a que llevaba una pistolera en la cadera. Y dentro de esa pistolera, naturalmente, habria una semiautomatica de 9 mm. Max ya se habia dado cuenta de que ese hombre portaba un M60. Esos chicos iban armados hasta los dientes y buscaban problemas.

Buscaban alijos de droga, y si descubrian a Max, le pegarian un tiro inmediatamente. A no ser que fueran miembros del cartel de los Cosella, Max necesitaba preguntarse que harian con el en ese caso. Ya habia recibido una muestra. Aunque no creia que estos hombres pudieran reconocerlo, todavia llevaba en el cuerpo las marcas delatoras de lo que habia sufrido a manos de Jose Cosella. Sin embargo, con independencia de lo que le hiciese a el, Lola se llevaria la peor parte. Al pensar en lo que ella podia sufrir, apreto el puno del cuchillo con mas fuerza. Si se presentaba la oportunidad se ocuparia de ese hombre sin que los demas se dieran cuenta.

Las botas prosiguieron la marcha, y Max se permitio respirar. Sin hacer ningun ruido, aparto con la mano los arbustos para observar. Habia dos hombres de pie al lado del agua. Uno de ellos tenia agarrado a Baby por el collar, y el perro colgaba en el aire. Los hombres rieron y Max se volvio hacia Lola, que todavia tenia la marca de la mano de Max alrededor de la boca. Habia achicado los ojos en una expresion homicida. Joder, si Lola hubiese contado con un arma de asalto, Max habria apostado por ella

Max espio a los hombres mientras registraban los matorrales y la hierba. Se apartaron del agua y volvieron

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