nunca perderian la esperanza. La buscarian durante el resto de sus vidas.

– No importa cuanto lo desees, no puedes prometer que manana estaremos vivos.

Los cinco botones se desabrocharon y Lola deslizo la mano dentro de la bragueta. Debajo de la tela de algodon de los calzoncillos, Lola lo encontro completamente erecto y apreto la palma de la mano contra esa increible calidez. Sintio que el fuego le subia por la muneca, le aceleraba el pulso y penetraba en su corazon. Eso era todo la que necesitaba de el en ese momento.

– Dame algo en que pensar aparte del miedo.

Max respiraba agitadamente y tenia las pupilas dilatadas, pero aun asi se resistia.

– Me lo debes -anadio Lola. No podia creer que la estuviese obligando a recurrir al chantaje emocional-. Es culpa tuya que me encuentre aqui, asi que haz que valga la pena.

La mano de Max subio por el muslo de Lola hasta el elastico de las bragas.

– Es un argumento convincente -le dijo con una sonrisa.

– Me parece demencial que estemos discutiendo esto.

Lola deslizo su mano mas abajo y le palpo cuidadosamente los testiculos. Max aguanto la respiracion.

– Supongo que no eres de las que gritan, ?no?

No, esa noche no.

– Me controlare.

Por lo visto eso era la que Max necesitaba saber, pues metio la mano entre sus piernas.

– Dios -exclamo-, ya estas mojada.

Los dedos de Max se introdujeron por debajo de las bragas y separaron los labios humedos. Lola susurro su nombre y giro el rostro hacia su hombro. Las yemas de los dedos de el acariciaron su punto mas sensible, y Lola mordio el duro musculo del hombro de Max.

– Lola.

– ?Mm? -Lola le beso en el lugar que le acababa de morder.

– Nada. Solo Lola.

Con cada caricia, Max saciaba el intenso deseo de Lola y la dejaba con la unica ansia de sentirlo dentro de si.

Lola deslizo la mano dentro de los calzoncillos de Max y cerro el puno alrededor de su mastil. El jadeaba mientras ella movia la mano arriba abajo, a lo largo de su miembro, sintiendo la tersa dureza y la increible calidez en su mano. Lola fruncio los labios para recibir el beso de Max y tomo en su mano la punta del pene. Apreto y Max emitio un gemido profundo. El abrio la boca, pegada a la de ella, y Lola saboreo su pasion, caliente y vibrante, en la lengua. La musica procedente de la playa llegaba a sus oidos, pero nada existia mas alla de Max, de su olor, de la suavidad de su piel, de su sexo.

Max se puso de rodillas y le quito las bragas. Se coloco entre las piernas de Lola e inserto los dedos en la cintura de los tejanos. Lentamente, los bajo por los muslos, descubriendo primero el vello negro y tupido que crecia en su bajo vientre. Luego libero su ereccion, grande e imponente. La tomo en su mano y dirigio su vista a Lola. Entre las sombras del pino, el sol del Caribe se ponia, banandolo en su luz dorada.

– Quitate el vestido, Lola -le dijo, con la voz ronca-. Quiero verte. Quiero verte entera.

El aire que rodeaba a Lola estaba cargado de deseo. Ella se desabrocho cada uno de los botones hasta el final. Levanto la mano para atraer a Max hacia si, pero el coloco las manos en sus caderas y bajo el rostro hacia su vientre. Le beso el ombligo y el estomago, y enterro el rostro entre sus pechos, lamiendoselos y raspandolos ligeramente con las mejillas asperas. La ereccion de Max rozo el interior de los muslos de Lola, que sintio un escalofrio por todo el cuerpo.

Con manos temblorosas, Lola atrajo el rostro de Max hacia el suyo. Sus miradas se encontraron cuando el se dispuso a penetrarla. El empujo la ancha cabeza de su pene caliente dentro de ella y empezo a menear las caderas adelante y atras, con un ritmo lento y cadencioso que dio tiempo a Lola para colocarse bien antes de que el le sujetase los muslos y, con un embate final, entrase hasta el fondo. Lola, sin aliento, se agarro a los hombros de Max. El la llenaba por completo y su calor la quemaba en lo mas hondo. Un gemido incontrolado broto de la garganta de Lola al tiempo que le rodeaba la cintura con una pierna.

Max inspiro con fuerza y aguanto el aire. Al contacto de las manos de Lola, sus musculos se habian vuelto de piedra.

– Lola -musito en la mejilla de ella-. Dios, eres increible. Tan caliente. -Max salio a medias de ella y luego se inclino hacia delante.

Una ola de calor corrio por toda la piel de Lola. Le bajo por las piernas hasta las plantas de los pies. Le subio por el vientre, hasta los pechos y brazos. Cada arremetida era mejor que la anterior y la hacia desear mas. Deseaba mas. Mas. Deseaba mas. Mas de el.

Dentro y fuera, con mas fuerza. Mas deprisa. Lola no podia respirar. A pesar de todo, continuaba. Continuaba recibiendo un placer exquisito, justo cuando creyo que iba a incendiarse, el le paso una mano por debajo del trasero y le levanto la pelvis, buscando mas profundidad.

– Max -susurro ella sin resuello-. Max, no te detengas

– No tengo ninguna intencion -consiguio responder el mientras la embestia.

Debajo de la camiseta de Max, los vientres de ambos se tocaban y la piel, sudorosa, se les pegaba. Max la envolvio con los brazos y Lola se sintio consumida por completo por el. Sintio que la tomaba, la rodeaba y la llenaba por completo, que la conducia al orgasmo con cada acometida de sus caderas y su pene aterciopelado. Todo su mundo estaba concentrado en ese lugar interno al que el llegaba y en la intensidad con que la sentia. La cabeza le daba vueltas. Quiza dijo algo en voz alta, pero no estaba segura. Cerro los parpados y noto que Max le cogia el rostro entre las manos.

– Lola, abre los ojos y mirame.

Ella consiguio hacerlo, aunque con dificultad. Todo su mundo se reducia al punto en que su cuerpo estaba en contacto con el de el y a la sensacion que la invadia y que la inducia a abrirse a cada embate de las caderas de Max.

– Quiero que me mires. Quiero verte a los ojos cuando te corras-le dijo.

Max vio cumplido su deseo. Inmediatamente, la primera ola de orgasmo arrastro a Lola con furia. Lola arqueo el cuerpo y se colgo de Max mientras su cuerpo la conducia a la cumbre del placer mas vertiginoso. Lola abrio los labios y Max la beso, tragandose el largo gemido, tragandose a Lola por completo y exigiendole mas. Debajo de ese pino caribeno, Max alabo a Dios y maldijo en un mismo suspiro, repetidamente, hasta que hundio los dedos en el pelo de Lola y un rugido nacio en lo mas profundo de su pecho. El movimiento de caderas se hizo mas rapido y mas fuerte hasta que Max se clavo en ella una ultima vez.

En la calma subita, el aire se lleno con la respiracion agitada de ambos. Lola no estaba segura de cuanto rato habia transcurrido, pero Max habia aguantado su propio peso con sus brazos durante la mayor parte del tiempo mientras la cubria con su cuerpo.

– ?Estas bien? -le pregunto Max.

Lola deslizo los dedos por su cabello y solto una risita.

– Creo que si.

– Dios, creo que nunca me habia corrido con tanta fuerza. Eres maravillosa para fo…-se corto-. No. -Sacudio la cabeza-. Quiero decir que eres una mujer maravillosa.

Lola rio en silencio. Ese desliz de Max era uno de los mejores cumplidos que habia recibido jamas de un hombre.

– Tambien me gustaria ser maravillosa follando.

– Bueno, lo eres.

Por encima de sus jadeos, el sonido de la salsa irrumpio en su paraiso particular y el mundo real los invadio. Max la beso en la frente y murmuro algo que ella no consiguio entender. Con el corazon desbocado y la piel todavia sensible al contacto con el, sintio que Max se apartaba de ella y se ponia de rodillas. Los ultimos rayos de luz brillaron sobre el humedo sexo de Max cuando este se puso los calzoncillos. Echo un vistazo entre los arbustos y se giro hacia ella.

– Te mereces algo mejor que esto, Lola. Si de mi dependiera, ahora nos dariamos un chapuzon y luego volveriamos a empezar, esta vez despacio de verdad -le dijo mientras se abrochaba los pantalones-. Pero no tenemos tiempo, y debemos hablar en serio.

Lola se incorporo y se puso las bragas. Si de ella hubiese dependido, habria permanecido en los brazos de

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