colina abajo. Max se guardo de nuevo el cuchillo en la cana de la bota y se puso la camiseta. Le ordeno a Lola que se quedase donde estaba y, sorprendentemente, Lola le obedecio. Manteniendose en la sombra, Max siguio a los tres hombres hacia la playa. Habia un cuarto individuo sentado en una lancha hinchable varada en la arena de la orilla, con un remo a cada lado.
Uno de los hombres levanto al perro de Lola y se la pasaron entre ellos como si se tratara de algun tipo de premio.
Max levanto la vista hacia el
Era una lancha rapida tipica, pero esta en concreto no presentaba ninguna marca que la identificase y estaba pintada del color de las olas. Los motores de 250 caballos tenian que haber hecho suficiente ruido como para despertar a un muerto. A pesar de eso, no la habian oido. En esos momentos, Max estaba con la cara hundida en el escote de Lola y nada existia para el salvo Lola, sus profundos ojos marrones que la miraban con deseo, el tacto de su piel satinada y el sabor de su boca. Lola habia absorbido por completo su atencion, y eso era peligroso. Max nunca habia sido tan descuidado. No volveria a suceder. No podia permitirse que volviese a suceder. Sus vidas dependian de ello.
Por encima del sonido de las olas y de los continuos ladridos del perro, Max alcanzaba a oir muy poco, pero ese poco basto para confirmar sus peores sospechas. Eran miembros del cartel de los Cosella en busca de los restos de droga esparcidos por la tormenta.
Sin salir de las sombras, Max se acerco un poco mas. Observo y escucho. No fue muy dificil darse cuenta de que esos
Los cuatro subieron a la lancha y remaron hacia el yate, llevando a
Con respecto al momento o la oportunidad de rescatar al perro, Max no tenia ni idea de cuando se presentaria. Dio media vuelta, camino colina arriba durante diez minutos y encontro a Lola en el mismo lugar donde la habia dejado, sentada, con las piernas encogidas y los brazos alrededor de las rodillas.
– ?Donde esta
– Todavia no la tengo -le dijo, en lugar de darle las malas noticias que consistian principalmente en que no le parecia posible rescatar al perro sin que alguien resultara muerto-. No creo que le hagan dano. En cuanto a ti, eso es otra cosa.
– ?Como lo sabes? ?Como sabes que no son gente amable? A la mejor nos llevan a Miami.
Lola habia estado llorando. Incluso con los ojos hinchados, era una mujer sensual, y Max tuvo que recordarse a si mismo que no debia dejarse distraer. Le tendio la mano y la ayudo a ponerse de pie.
– ?Recuerdas que te dije que era posible que alguien me estuviese buscando? -le pregunto con expresion seria.
Lola se sacudio la tierra y las hojas del trasero.
– ?Los narcos?
– Si.
Lola fijo la vista en el.
– ?Los narcos tienen a mi perro?
– De momento.
Max recogio del suelo el saco de lona y le paso el bolso a Lola.
– ?Tienes algun plan?
– Todavia no. Estoy en ello.
Sin una palabra, Lola le siguio y, en cinco minutos, llegaron a los acantilados de la playa. Max se pregunto que haria Lola cuando descubriese que era posible que Max no pudiera rescatar al perro, que la vida de el y la de ella eran un precio demasiado alto. Se pregunto si alguna vez lo perdonaria. Se pregunto por que le preocupaba eso.
No tenia toda la culpa de lo que habia ocurrido, ni sentia un gran afecto por ese perro fastidioso. Cuando regresasen a casa, Max no creia que volviera a ver a ninguno de los dos. Lola se iria y viviria su vida, al margen de el. Y el viviria su vida al margen de Lola. Una vez que se encontraran de vuelta en Estados Unidos, no creia que Lola le considerase algo mas que un recuerdo pasajero.
Max aparto una rama y dejo que Lola pasara delante de el. Entonces, ?por que arriesgar su vida por un perro? ?Por que preocuparse de la que ella pensara de el? No tenia por que, pero se preocupaba, y la peor de todo era que no sabia el motivo. Si lo hubiese sabido, habria podido hacer algo al respecto, detener ese proceso. Matarlo. Cortarle la cabeza.
Solto la rama y se dijo que se preocupaba porque se sentia responsable de ella. Lo malo es que no se lo creia del todo.
Encontraron un lugar a la sombra debajo de un pino caribeno, justo en el borde del acantilado. Los vientos y las tempestades habian torcido las ramas, que crecian alejandose del oceano, en direccion a tierra. Las gruesas agujas del pino ofrecian un escondite perfecto y alfombraban el suelo. Asomaron la cabeza al precipicio y otearon la playa por turnos con los prismaticos, que habian tenido la precaucion de incluir entre los articulos que se habian llevado del
– ?Puedes ver a
Max escruto la zona hasta que vio al perro atado con un trozo de cuerda una de las sillas.
– Lo veo.
Si hubiera estado solo, habria escogido una posicion cercana a la accion y aguardado la oportunidad de entrar en accion, por ejemplo, cuando cualquiera de ellos se internase en la arboleda para orinar. Pero con Lola no se atrevia a acercarse.
– ?Max?
Max bajo los prismaticos y la miro.
– Que.
– ?Eres un buen agente secreto?
– No soy un agente secreto. Estas pensando en la CIA. La agencia para la que yo trabajo no existe.
– Bueno, seas la que seas, ?eres bueno?
– El Gobierno cree que si. ?Por que?
– Porque -dijo mientras le quitaba los prismaticos y observaba la playa- creo que podriamos acabar con todos esos tipos, o esperar a que se emborrachen hasta perder el sentido, rescatar a
Max ya habia pensado en eso, pero su plan no incluia acabar con nadie.
– Voy un poco por delante de ti.
– Bueno, entonces ?cual es nuestro plan?
– Nuestro plan consiste en que tu te quedas aqui y yo me ocupo del resto.
– Quiero hacer algo.
– No.
