– Bonita camiseta.

Lola la miro y sonrio:

– Un amigo mio abrio un restaurante en Saint Louis hace unos cuantos anos, y este es el nombre que le puso. -Le alargo la cerveza a Max-. Divertido, ?no?

– ?Un novio?

– No, Chuck es gay. Hice un poco de publicidad gratis para el entonces y el organizo una fiesta en mi honor. El restaurante se cerro, pero todavia tengo la camiseta. Es una de mis favoritas aunque, por supuesto, no me atrevo a ponermela para salir.

Por supuesto que no. Solo delante de el. Solo para que a Max le doliesen los ojos y el cerebro. Solo para que Max se preguntase como reaccionaria ella si la tumbaba en el suelo y aceptaba la invitacion.

– ?Como va el pollo? -pregunto Lola.

Max aparto la vista de la camiseta y se fijo en la barbacoa. Esto de ser amigos no iba a funcionar. Max bebio un trago de cerveza antes de contestar.

– Faltan unos diez minutos.

– Casi he acabado con la ensalada. ?Quieres comer dentro o fuera?

La mano con que sujetaba la cerveza se le crispo a Max, que se pregunto si Lola estaba torturandolo a proposito.

– Fuera.

Ella le dedico una sonrisa inocente, como si no fuese consciente del caos que desencadenaba con solo respirar.

– Pues voy a poner la mesa fuera.

Max la observo entrar en la casa y deslizo la mirada por su espalda, su trasero y sus largas piernas. Venir habia sido un error. Lo habia sabido incluso antes de cargar el jeep, esa manana.

Max volvio a dirigir la atencion a la barbacoa y dio la vuelta a un muslo. El viaje a Charlotte habia sido simple y sencillamente una excusa para venir a verla. No tenia que estar en ningun sitio hasta el lunes por la manana, y de hecho, llevaba un billete de avion de ida y vuelta guardado en la maleta. Habia reservado ese vuelo unas semanas atras. No tenia necesidad de hacer ese largo viaje en coche, excepto para ver a Lola. Queria comprobar por si mismo que se encontraba bien. No saberlo lo estaba volviendo loco y no le dejaba dormir por las noches.

Baby dejo caer un juguete chillon a los pies de Max, que lo recogio y se lo lanzo. El juguete cayo en un arbusto y Baby se interno en el y desaparecio. Max paseo la vista por el patio, por la hiedra que trepaba por las altas vallas, por la profusion de rosas y por el pequeno banco situado debajo de la magnolia. Y se pregunto que estaba el haciendo alli.

Ella tenia razon. Max habria podido llamarla por telefono para asegurarse de que se encontraba bien, del mismo modo que habria podido llamar a cien tipos para que se encargaran de ayudarla en su problema con su ex novio. No tenia por que involucrarse personalmente en eso. Esta era la vida de Lola, su casa, su mundo y el no encajaba alli. Nunca encajaria, el era Max Zamora, agente en la sombra, en un mundo que comprendia. Llevaba el unico tipo de vida que conocia. El unico tipo de vida que habia querido vivir.

Pero aunque hubiese querido otra cosa de la vida, Max sabia que no habia nacido para eso. Lola no era para el. Lola era una fantasia. Y ?cuanto tiempo dura una fantasia? Hasta que suena el buscapersonas y el tiene que desaparecer en medio de la noche. ?Se conformaria ella con un beso de despedida sin ninguna explicacion?

No, Lola no se conformaria. Ninguna mujer la haria. ?Como podia Max imaginar una vida con ella, si en el mejor de los casos la dejaria viuda a los cuarenta? Max no era un loco; habia tenido suerte, pero en esa profesion, los dias de un hombre estaban contados. No le asustaba morir, pero si dejar a alguien atras. ?Como podia esperar que una mujer se conformara con ese tipo de vida? Especialmente una mujer como Lola, que podia conseguir algo mucho mejor.

Lola atraveso la puerta de dos hojas y deposito una bandeja blanca al lado de la barbacoa.

– Max, hay algo de lo que queria hablar desde la noche que nos fuimos de la isla -le dijo mientras se acercaba a la mesa que habia en un extremo del patio-. Pero estaban pasando tantas cosas que no tuve la oportunidad.

– ?De que se trata?

Max tomo un trago de cerveza y observo el movimiento de los shorts mientras Lola colocaba el mantel en la mesa.

– ?Fuiste tu quien hizo explotar el Dora Mae?

– Si.

– ?Como? -Lola se dirigio al otro lado de la mesa y se volvio hacia el-. Estaba oscuro y se que tenias algun tipo de rifle. ?Disparaste a los depositos de combustible?

– No. Cargue un poco de dinamita con cabezas detonantes y la puse dentro de uno de esos condones que habia en el yate. Luego la pegue con cinta en la o de Dora. Cuando nos encontrabamos lo bastante lejos, le dispare una bala del calibre 50. La segunda explosion se produjo cuando estallaron los depositos de combustible.

Lola sonrio y se le formaron unas pequenas arrugas en las comisuras de los ojos.

– Me temblaban tanto las manos que casi no podia sujetar el timon. ?Como conseguiste hacerlo en aquella oscuridad?

– Practica -responio Max-. Anos de practica.

Lola meneo la cabeza y metio las servilletas a juego con el mantel en unos servilleteros en forma de melon.

– Bueno, eres un chico con sangre fria. Cuando los motores no se ponian en marcha y empezaron a llover las balas, la sangre casi no me llegaba a la cabeza y estuve a punto de desmayarme.

– Si, parecia que estuvieses a punto de desmayarte. -Max puso el pollo en la bandeja y tapo la barbacoa-. Pero lo hiciste muy bien.

– No. -Lola nego con la cabeza y coloco cubiertos de plata al lado de los dos platos rojos-. Tenia tanto miedo que no podia pensar, pero tu no tenias miedo en absoluto.

Lola estaba equivocada. Max habia pasado miedo. Habia pasado mas miedo que en toda su vida. No por si mismo, sino por Lola. Se acerco a la mesa y dejo la bandeja en el centro, al lado de dos velas en forma de pera

– He aprendido a controlar el miedo -le explico-. No permito que interfiera en lo que hay que hacer.

– Bueno, pues yo no quiero aprender a controlar el miedo, porque no quiero volver a encontrarme en un barco averiado ni volver a ser blanco de tiro. -Lola entro en la casa y salio poco despues con la ensalada y una cesta con rebanadas de pan frances-. Cuando llegamos a la base, ?adonde fuiste?

Max le acerco la silla para que se sentara.

– A la estacion aeronaval que se encontraba al lado de las instalaciones de los guardacostas. En una hora me encontraba camino de Washington.

– Ah. -A Lola se le arrugo ligeramente la frente mientras se servia un muslo en el plato-. Intente esperarte despierta.

Max se sento a su lado y puso la ensalada en dos cuencos que figuraban dos cabezas de lechuga vaciadas. Le dio uno a ella y luego se extendio la servilleta sobre el regazo.

– Lo siento -le dijo, como habia hecho en todas las ocasiones anteriores con todas las mujeres a quienes habia decepcionado durante esos anos.

– No, no quiero que lo sientas. -Lola eligio una rebanada de pan y luego le paso la cesta a el-. Nunca dijiste que vendrias a verme, asi que ni tienes por que disculparte -le aseguro, pero el no la creyo del todo. Lola se llevo un poco de ensalada a la boca y luego tomo un trago de vino- ?A que vas a Charlotte? ?A resolver algun tipo de secuestro del cual nadie sabe nada? ?A un congreso de espias?

– Nada tan emocionante, me temo. Duke Power me ha contratado para ir alli a comprobar sus sistemas de seguridad.

– ?Por que? ?Hay una amenaza terrorista?

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