sentido comun suficiente para llevar zapatos.
– ?No crees que se sale un poco de lo normal que vaya por ahi con mas maquillaje que un payaso de circo?
– «Normal» es una palabra bastante estupida. Jess esta sana, es feliz y asombra su independencia. A menos que te opongas radicalmente, yo la dejaria en paz. Aunque sobre el asunto del maquillaje he de admitir que tenemos una discusion pendiente. Esa bribona me ha rateado mi sombra de ojos azul y la necesito esta noche.
Simon la observo mientras se acercaba a Jess con aquel leve contoneo de sus caderas, contemplo como la brisa acariciaba la nube oscura de sus cabellos y penso que tenia razon.
El tiempo consagrado a Jess era despues de cenar pero, cuando la golfilla se dormia, Bree solia convencerle para jugar una partida de ajedrez en la cocina. Era una manera inocua de pasar la velada. O tendria que haberlo sido de haber podido concentrarse en el juego y no en aquellos labios rojos, en la longitud de sus piernas y el azul de sus ojos. Todo en ella era sensual. Simon se imaginaba que hasta cuando se cepillara los dientes seria sexy.
Tomo un sorbo de te helado. Cuando conseguia aplacar su deseo se sentia menos nervioso. Era humillantemente consciente de que no podia satisfacerla en la cama. ?Como podria complacer a una mujer con tanta pasion, energia y sensualidad?
En aquel momento hacia girar a Jessica, que reia a pleno pulmon. Bree les habia llevado el increible don de la risa a sus vidas, pero de vez en cuando Simon descubria un brillo secreto en sus ojos. Una soledad, un anhelo, un ansia… y un sufrimiento. Las cicatrices de una mujer y no las de una nina inconsciente, y estupidamente, llegaba a pensar que ella tambien necesitaba a alguien.
Sin embargo, cada vez que sus pensamientos llegaban a ese punto se repetia que no podia tratarse de el. Durante el tiempo en que Bree se quedara con ellos estaba bajo su cuidado. Estaba decidido a ser una especie de hermano mayor, aunque eso lo matara. Pero, con todo, no podia evitar un pensamiento erratico que no obedecia a su voluntad. Si Bree volvia aquella noche con el maquillaje estropeado, con una una rota, con la menor senal de que aquel chico le habia puesto la mano encima, Tom iba a desear no haber nacido nunca.
Bree cerro la puerta del coche con tanto cuidado que ni un raton podria haberla oido. Eran casi las dos y el cielo de la madrugada desplegaba el espectaculo de millones de estrellas, aunque hacia un frio capaz de helar los dientes.
Bree se descalzo a pesar de todo. Se le helaron los pies con el contacto del suelo pero no le importaba. Habia bailado hasta el agotamiento y sus pies necesitaban que les estimulase el riego sanguineo. Tambien necesitaba aclararse la mente. Dos cervezas. Todo un record para ella. El granero habia estado lleno de gente y de humo, el calor habia sido asfixiante y la musica salvaje. Tom se habia revelado como un bailarin fantastico y ella disponia de energia de sobra para quemar. Se habia entregado al baile por completo pero no le habia servido de nada.
Subio los escalones de puntillas. Tom era adorable. Un poco engreido, pero era solo fachada. Tenia una voz suave y dulce y si Bree hubiera sabido que reservaba todo su valor para el final de la noche no le habria enviado senales equivocas. Pero Tom era un hombre y los hombres siempre han de averiguar si tienen una oportunidad. Si, le habia besado y habia conseguido el mismo placer que si hubiera besado a un cachorro peludo.
Habia esperado que la noche le brindara una cierta distancia para juzgar lo que sentia por Simon. Se sentia desgraciada. Nada era lo mismo sin aquel hombre horrible. Seis horas sin nadie con quien discutir, sin nadie que se burlara de ella con sus agudas percepciones y sus juicios de valor. Deberia sentirse encantada. ?Acaso Courtland la queria? La respuesta era no. ?Acaso queria ella profundizar en sus sentimientos hacia el? Tampoco. ?Alguna vez la habia tocado para demostrarle deseo o interes o algun sentimiento? Nunca. Al menos mientras estaba despierto. Entonces, ?por que le parecian mas emocionantes los paseos, las charlas durante el desayuno y las partidas de ajedrez con el que cualquier cosa que intentara sin aquel idiota?
«No es tan dificil la respuesta, Reynaud. Necesitas una bonita camisa de fuerza. Una temporada en uno de esos centros que tienen jardines espaciosos rodeados de muros altos y con lindos barrotes en las ventanas».
Con cuidado de no hacer ruido para no despertar a nadie, hizo girar la llave en la cerradura. Crujio un poco. Abrio la puerta con una lentitud agonica. Simon debia haber dejado encendida la luz del salon porque la oscuridad no era total. Cerro la puerta. Bostezo. Giro sobre sus talones y lanzo un grito descomunal.
– Soy yo, no un fantasma.
– Me has dado un susto de muerte -jadeo ella con la mano aun sobre el corazon-. ?Que haces levantado a estas horas?
– Podrias haber tenido un pinchazo.
– Simon, he cambiado un millon de ruedas mas o menos este ultimo ano.
El estaba sentado en las escaleras con los brazos alrededor de las rodillas. Los signos eran obvios, las mangas de la camisa subidas, el pelo desordenado.
– Tu has estado trabajando.
– La electricidad ha estado cortada todo el dia. Claro que he estado trabajando.
– ?Te has tomado ya el conac?
Simon le lanzo una mirada asesina.
– Reynaud, ?por que no intentas meterte de una vez en la cabeza que puedo sobrevivir sin un conac diario? ?De donde te has sacado la idea de que soy un bebedor?
– Nos servire un poco. Uno para cada uno.
Bree salio hacia la cocina sin darle tiempo a replicar. Puso un poco de conac frances en una copa para ella y lleno un vaso de los de agua para Simon. Hasta el borde.
Cuando volvio, el seguia alli, sentado en el septimo escalon. Ella se sento en el cuarto. Simon le lanzo una mirada sombria cuando le entrego el vaso pero bebio un sorbo. Bree penso que no era buena idea quedarse alli. La luz tenue creaba un ambiente demasiado intimo en las escaleras y Simon no tardaria mucho en acabar el conac. Siempre acababa con el asombrosamente rapido.
– ?Te lo has pasado bien?
– Maravillosamente.
– Entonces te alegras de haber ido.
– Enormemente -dijo con una sonrisa.
Se arrepintio de inmediato. Simon la miro con tanta intensidad que Bree sintio que se le aceleraba el pulso. La situacion empeoro cuando el centro la mirada sobre sus labios.
– ?Te ha causado problemas?
El diablillo que le ponia palabras en la boca cuando hablaba con Simon volvio a hacer de las suyas.
– Nada que no fuera enormemente divertido de solucionar.
Simon suspiro.
– Solo lo preguntaba porque esta trabajando aqui. Si hubiera intentado propasarse habria estado manana de patitas en la calle.
– ?Simon?
– Si, estoy escuchandote.
– Intenta recordar que tengo veintisiete anos, ?quieres? Si Tom hubiera intentado propasarse no vendria a trabajar manana porque estaria con los dos ojos morados y alguna costilla rota.
Bree vio como fruncia los labios y volvio a arrepentirse de sus palabras. Simon tenia que proteger a todo el que considerara a su cargo. Estaba harta de que la metiera en el mismo paquete que toda la gente de la que se creia responsable.
– ?Te gusta bailar?
– No me parece algo importante. No bailo porque nunca lo he hecho bien.
– Apuesto a que serias muy bueno con el «dirty dancing».
– No te comprendo.
– Supongo que el estilo comenzaria con la pelicula pero creo que han sido los hombres los que lo han mantenido. No hay que aprender ninguna serie de pasos complicados solo hay que saber hacer el amor. Todo esta bien en el ritmo, en la emocion de la musica…
– Reynaud, ?cuanto has bebido?