Bree se llevo la copa a los labios y bebio un sorbo. La verdad era que dos cervezas durante seis horas de extenuante ejercicio fisico no eran demasiado. No era el alcohol lo que la hacia sentirse temeraria. Era la presencia de Simon.

– Mucho. Tenemos un dicho en mi tierra. «Laissez le bon temps rouler». Deja correr los buenos tiempos. Si el mundo va a acabarse no hay nada que nosotros podamos hacer. Lo mejor es intentar vivir con alegria, disfrutar de sol y de la risa mientras podamos. ?Quieres que te ensene a bailar el «dirty dancing»?

– No -dijo el arrebatandole la copa de la mano y dejandola en el escalon-. Vas a irte a la cama. Ahora mismo.

Bree estaba de acuerdo en que necesitaba desaparecer pero no por la razon que Simon creia. No estaba achispada, era solo una broma mas. Sin embargo, la invitacion a bailar habia sido sincera a un nivel inquietantemente intimo.

Toda la velada, mientras que el conjunto tocaba rhythm and blues, se habia imaginado que bailaba con el. Pero no entre la multitud. Nunca le habian gustado las muchedumbres. Pero la penumbra era incitante y era tarde. Quiza Simon habria estado un poco envarado al principio pero la musica adecuada, con la mujer adecuada… El companero de baile que ella imaginaba no era el Courtland estirado ni su amante fantasmal y nocturno, sino una mezcla de los dos. Un hombre que podia existir.

Al menos con la mujer adecuada. Alguien tendria que echar abajo su castillo de naipes. No obstante, Bree sabia y el se habia encargado de decirle de cien maneras sutiles que ese alguien no era ella. Se puso en pie y bajo los escalones para recoger sus zapatos.

– ?Se ha dormido Jess sin dar la lata?

– Sin problemas.

Simon no dijo nada mas, pero cuando ella paso por su lado le cogio la muneca. Unos nervios que no pudo disimular le hicieron sentir escalofrios.

– ?Bree?

Simon la solto.

– No te lo has pasado bien. Tienes los nervios a flor de piel -dijo con calma-. No se por que has querido salir con ese chico pero no tiene nada que ver con dejar correr los buenos tiempos. Algo te esta corroyendo. Si necesitas ayuda cuenta conmigo. No me importa que no nos llevemos muy bien, estoy aqui para lo que quieras. ?Me entiendes?

– No -susurro ella.

Sin embargo, se sentia como si le hubieran quitado la piel. Si su capacidad de percepcion era inquietante, el tono de compasion que habia en su voz lo era aun mas.

– Quiza has estado todos esos meses en la carretera porque sentias un deseo irrefrenable de aventura. Y quiza fuera porque alguien te hizo dano. ?Fue lo que paso en el asiento trasero del Buick?

– ?Del Buick?

A Bree le costo unos momentos comprender a que se referia. Al fin, cayo en la cuenta de que en su impulsividad, habia hecho una referencia al incidente. Lo habia comentado para hacerle entender que tenia mucha experiencia en cuidar de si misma pero nunca habria imaginado que Simon le recordara. O que hubiera sacado una conclusion erronea.

Durante un instante, casi la asusto. Se limitaba a seguir sentado sobre el escalon. Pero sus ojos eran fogosos e intensos, sus labios una linea recta. En la mente de Bree se compuso una imagen absurda de Simon retrocediendo en el tiempo hasta encontrar a un muchacho pelirrojo y arrancarle los brazos.

– Nunca me han hecho dano, «cher». No de la manera que tu dices. No hubo ningun abuso, ninguna violacion, ni nada por el estilo en toda mi vida. Los problemas que he tenido me los he buscado yo misma.

Simon no respondio y ella subio hasta el rellano.

– Courtland, no olvides acabarte el conac antes de irte a la cama.

A Bree le llevo muy poco tiempo desnudarse, poner un camison y sacar la cama del cuarto de la torre. Hacia una semana que habia declarado durante el desayuno que pensaba trasladarse a esa habitacion. Simon no le habia prestado atencion pero para ella era importante por dos motivos. Primero, no podia estar siempre intentando despistar a su merodeador. Un merodeador que, ademas, tenia llave de todas las habitaciones. Y, luego, estaba cansada de tantas camas extranas.

Queria, necesitaba, un sitio propio. Cuando estaba en la torre y miraba el paisaje se sentia como Repunzel. La diferencia estribaba en que ella no tenia gamas de hacer de su pelo una escala para su amante.

Cerraba con llave siempre pero hacia mas de una semana que Simon no la molestaba. De todas maneras preparo su trampa. Consistia en una cuerda de nylon a la altura de la cadera y en una barricada de almohadas para el caso de que cayera de bruces. A la cuerda habia atado un cencerro. Pocas cosas mas ruidosas que un cencerro hay en la vida.

A Bree no le importaba que la trampa fuera un poco tonta. Sin embargo, era consciente de que Simon cada vez era menos seco y mas abierto. Se le escapaban los sentimientos en cuanto bajaba la guardia. Aquella noche habia tenido una impresion de como podia ser con la mujer que amara, perceptivo, protector, dispuesto a ayudarla en cualquier ocasion. La habia conmovido.

Bree no queria que la conmoviera. No queria enamorarse de un hombre que solo la necesitaba temporalmente. En menos de dos semanas Liz recogeria a Jessica. Si hasta entonces necesitaba un cencerro para poder dormir, usaria un cencerro.

Se metio en la cama y se arrebujo entre las mantas. Se quedo dormida en el mismo momento en que apago la luz.

Capitulo 7

El cencerro fallo.

Claro que era posible que Bree no lo hubiera oido. Se habia dormido tan profundamente que quiza no hubiera oido a una banda militar tocando junto a su cama. Quiza no la habria despertado ningun sonido, pero las caricias de Simon si. Como en las ocasiones anteriores Simon no hizo nada para asustarla. Sus movimientos eran cautelosos y furtivos. Se metio en la cama con la misma naturalidad de un antiguo amante. Le puso la mano sobre las costillas, justo debajo del seno. El muro de su pecho se apreto contra su espalda hasta que se acoplaron como las piezas de un rompecabezas. Le aparto el pelo de la nuca como si lo hubiera hecho un centenar de veces y apoyo la cabeza sobre la almohada. Bree podia oler su piel limpia y calida, podia sentir la caricia de su aliento en la nuca.

Tambien sentia que todo su cuerpo comenzaba a vibrar, a desear. Se dio la vuelta entre sus brazos poseida por un sentimiento de desesperacion.

Simon la habia tapado olvidandose de el mismo. La claridad de la luna se reflejaba en sus pestanas y en el mechon de pelo que le caia sobre la frente. Tenia los ojos cerrados y respiraba profundamente. La emocion estallo en lo mas hondo de Bree de una manera irrevocable.

Ni las trampas sonoras ni sus precauciones la habian salvado. Era demasiado tarde. Se habia enamorado. No solo de Simon, sino tambien de Courtland. No solo de su ardiente fantasma nocturno, sino del hombre que la habia esperado sentado en las escaleras. Como dotados de voluntad propia sus dedos le acariciaron la mejilla y le apartaron el mechon de pelo. Su abuela le habia contado muchos cuentos sobre el «feufollet», el fuego fatuo, el espiritu maligno que perseguia a sus victimas hasta que se perdian en los pantanos. Bree no sabia la naturaleza del fuego fatuo de Simon, pero su corazon reconocia a un hombre que habia extraviado su camino.

Se sento con la espalda apoyada en la almohada para mirarle. Nada podia suavizar sus rasgos pero las lineas duras de tension y de control desaparecian durante el sueno. Bree sabia que valoraba ese control. Solo de noche se relajaban sus defensas porque incluso el era vulnerable durante el sueno.

Se negaba a despertarle. Jessica no debia encontrarle alli por la manana pero Bree podia obligarse a

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