Lexie no estaba segura de si era una exigencia o una promesa, pero daba igual. Estaba con el, colgada del mismo precipicio, volando a una altura que solo les pertenecia a los dos. Ella grito, el grito tambien.

Paso una eternidad. Los temblores se consumieron y poco a poco recuperaron el aliento.

Cuando Cash encontro fuerzas para levantar la cabeza, contemplo sus ojos, brillantes de sorpresa y felicidad.

Lexie penso que le daba igual lo que pasara despues de aquello. Sabia que no podia esperar un futuro. Nada habia cambiado en sus vidas, pero ella habia cambiado. Se sentia mas rica, mas completa. Amarlo merecia la pena, a pesar del dolor que llegaria despues.

Capitulo 10

Por fin, Cash empezo a respirar. Quiza habia pasado mucho tiempo desde la ultima vez que hizo el amor de aquella forma. Quiza no lo habia hecho nunca.

Unos segundos despues, sintio la brisa acariciando su piel ardiente, y escucho el sonido de las hojas. Por fin podia pensar.

Cuando Lexie puso la cabeza sobre su hombro, Cash cerro los ojos.

Habia sabido desde el primer dia que Lexie era un problema. Pero nunca habria podido imaginar que seria un problema tan tremendo, tan hermoso.

Aquello era lo que habia estado buscando, pero que nunca habia creido poder encontrar. Hacer el amor con Lexie le habia confirmado lo que ya sabia. No podia dejarla marchar. Los obstaculos seguian alli, pero tenian que encontrar una forma de estar juntos porque ella era parte de su corazon. Y del de Sammy.

Cuando ella suspiro, Cash la apreto contra su corazon.

– ?Tienes frio?

– Ni siquiera se en que dia estamos, McKay, asi que deja de hacerme preguntas tan dificiles.

– Parece que estamos un poco cansados -rio el.

– No pienso volver a moverme en toda mi vida.

– No iba a sugerir un gran movimiento, pero si te mueves un poquito, podria abrir el saco de dormir y…

– De eso nada. No te muevas ni un milimetro de donde estas. Y no intentes convencerme.

– Muy bien. Llevas semanas diciendo que no te gustan los deportes, pero me parece que hemos encontrado el tuyo. De hecho, creo que en este deporte tienes calidad olimpica.

– ?Yo?

– Tu eres la que me ha puesto en estado de coma, de modo que eres la amante mas hermosa y mas increible del universo.

Lexie levanto un poco la cabeza. El no habia usado la palabra «amor», pero podia sentirla en el aire.

– Siempre creo lo que dices, McKay, pero… -Ya sabia yo que habia un «pero».

– Pero eso del coma me parece un poco exagerado. Considerando que puedo sentir enormes signos vitales creciendo sobre mi muslo.

– ?Enormes?

– Deberia haber sabido que cualquier cumplido se te subiria a la cabeza. ?No estaras otra vez…?

No lo habia estado hasta que ella empezo a moverse.

– ?Yo? Pensaba ser un caballero y ponerme a roncar como cualquier ser humano decente. Pero has empezado a ponerte atrevida y…

– ?Yo? ?Atrevida? Eres… eres… -cuando Lexie no encontro un insulto suficientemente fuerte, decidio besarlo. O fue el quien la beso. Daba igual.

Los dos empezaron a reirse, pero la risa pronto se convirtio en deseo. Si un oso hubiera aparecido entonces en la tienda, ninguno de los dos lo habria notado.

Cuando un hombre tenia una mision, necesitaba concentrarse. Cash queria que cada centimetro del cuerpo de Lexie llevara su impronta. Sin embargo, se daba cuenta de la ironia. Despues de evitar el compromiso con muchas mujeres, habia acabado enamorandose de la unica mujer querra imposible para el.

Lexie se marcharia en menos de dos semanas y que el reloj marcase las horas anadia pasion a cada beso, urgencia a cada caricia y esperanza a cada suspiro que arrancaba de ella. No podia obligarla a quedarse. Cash podria llegar a un compromiso. Podria marcharse de alli, pero era una decision muy dificil. Aquel habia sido un buen sitio para criar a Sammy y tambien lo seria para Lexie. Ella tambien necesitaba curar sus heridas. Necesitaba un sitio al que pertenecer.

Pero Cash sabia que no seria facil. Ella era huerfana, pero no era su huerfana. Iba a marcharse en dos semanas, a menos que algo drastico la hiciera replantearse su vida.

Quiza amarla como si le fuera la vida en ello no era lo mas honrado en aquel momento, pero Cash estaba luchando no solo por el, sino por Sammy. El fin tendria que justificar los medios.

– Espera un momento, Cash. Sigo sin entender como os habeis quedado Lexie y tu encerrados en la biblioteca.

– Pues no estoy seguro, Sammy. Quiza puse el cerrojo sin darme cuenta -intento explicar el. Habian terminado de cenar y estaban charlando, como cada noche. Cash, con los pies sobre la mesa y Sammy, tumbado en el sofa y con los pies en la pared.

– Pero no hay forma de cerrar el cerrojo desde fuera -insistio el nino-. Aqui hay algun misterio.

– No creo que debas preocuparte.

– No estoy preocupado. Es que no entiendo que pasa con los cerrojos ultimamente. Hace dos dias, Lexie y tu os quedasteis encerrados en la sala de masajes…

Cash se aparto el cuello de la camisa, como si necesitase aire. Tener una historia de amor con tanta gente alrededor no era facil. Tener una historia de amor con Sammy cerca, era imposible.

– No me has dicho como estan Martha y los cachorros.

– Creo que deberiamos seguir hablando sobre el problema de Lexie con los cerrojos. ?Sabes una cosa, Cash? Creo que deberia quedarse con nosotros un poco mas. Otro mes, por ejemplo. No creo que deba volver a la ciudad tan pronto. Aun tiene mucho que aprender.

Cash pensaba lo mismo, pero el carino que Sammy sentia por Lexie le rompia el corazon. Y cuando ella se marchase…

– Tiene un trabajo, Sammy. Pero eso no significa que no vuelva alguna vez -dijo Cash, con tacto. Pero era el mismo quien no queria hablar del asunto. Era el a quien dolia tocar ese tema.

Habian pasado cinco dias desde la noche de la tienda y habian sido cinco dias maravillosos. Se habian reido, habian hablado, se habian acercado aun mas. Mucho. Lexie era una mujer muy generosa y no tenia miedo de amar.

Pero tenia miedo de algo.

Nunca le habia dicho que la montana Silver fuera algo importante para ella. Nunca habia sugerido que podria considerar quedarse alli.

– ?Cuantos cachorros crees que deberiamos quedarnos? -pregunto Sammy, bajando los pies de la pared.

– Buen intento, pequeno. Pero habiamos acordado darlos todos cuando tuvieran seis semanas.

– Venga, Cash -protesto el nino-. Los cachorros me echarian de menos. ?Y si Martha se marcha? Yo seria su unico pariente.

Otro tema delicado, penso Cash. Pero esa era la razon por la que Cash habia comprado a Martha. Para que Sammy viera que no todas las madres dejan a sus hijos.

– ?Te gusta ver a Martha cuidar de sus cachorros?

– Me encanta. Pero no se por que los esconde.

– Porque no quiere que les ocurra nada malo.

– Si claro. Y los limpia con la lengua… y se pone a grunir cuando alguien se acerca a ellos. Que raro, ?verdad?

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