sufria un ataque agudo de demencia. En cualquier caso, habia intentado ser amable con el. El pobre no tenia la culpa.

Pero Lexie estaba empezando a perder la paciencia. O aquel hombre se comportaba de forma normal o…

– Lexie, ?me estas oyendo?

– Claro que si, cielo -sonrio ella, aunque no era cierto. El nino estaba contandole a todo el mundo lo del accidente en el barco, pero cuando les estaba diciendo lo del reno, Cash habia acariciado sus hombros. Asi, como si nada.

Era la misma clase de extravagancia que llevaba haciendo todo el dia. No habia nada raro en que le tocara los hombros. No era un crimen. Pero era su manera de hacerlo, como si fueran amantes, como si no pudiera apartar sus manos de ella.

– Los renos son peligrosos. En serio, Lexie -estaba diciendo el nino-. No lo parece porque son muy graciosos, pero lo son. Preguntale a Cash. Si una mama reno cree que te estas acercando a sus cachorros, intenta clavarte los cuernos. ?A que si, Cash?

– Te creo, te creo -dijo Lexie-. Y te prometo no volver a acercarme a un reno. O a una rena. ?Se dice rena?

– ?O sera «renoa»? -sugirio Jed, el piloto de la avioneta, que habia ido aquella noche para llevarse a Bob y Winn, dos de los ejecutivos de Cleveland.

– Que tonto eres, Jed -rio Sammy-. No se dice renoa.

– Menos mal que vas al colegio -dijo el hombre-. Lexie… -ella volvio la cabeza al oir su nombre, pero tampoco registro lo que Jed decia. Y por la misma razon. Al volver de la cocina, Cash se habia acercado a su silla y, sin venir a cuento, le habia dado un beso en la nuca. Delante de todo el mundo. Delante de Sammy-. Lexie, ?me has oido?

– Lo siento, perdona.

– Estaba diciendo que pareces otra persona. Solo llevas aqui dos semanas, pero has cambiado por completo. Estoy intentando averiguar cual es la diferencia…

Quiza Jed no podia, pero ella la conocia perfectamente. Frente a Lexie habia un antiguo espejo en el que se miraba de vez en cuando. Y tenia razon. En menos de tres semanas, su aspecto habia cambiado por completo.

Aquella noche llevaba un jersey azul con cuello de pico y pantalones del mismo color. Pero tambien llevaba las zapatillas de Sammy, y Cash le habia colocado una camisa de cuadros sobre el jersey al ver que tenia frio.

En poco mas de dos semanas, aquel sitio habia aniquilado a la antigua Alexandra Jeannine Woolf y la habia convertido en una extrana. Lexie tenia tantas cosas que hacer que ni siquiera encontraba tiempo para arreglarse el pelo. Siempre lo habia tenido rizado, pero en aquel momento los rizos iban por donde querian. Ni siquiera se ponia maquillaje. Pero el pelo y la falta de maquillaje no era el cambio. Era otra cosa.

La luz.

Aquella luz que parecia tener su rostro.

Tenia mas color en las mejillas que si se hubiera puesto colorete. Y Lexie sabia que causaba aquel color.

Lo mas curioso de todo era que nadie parecia encontrarla rara. Nadie parecia notar que tenia un aspecto curioso. Se pusiera lo que se pusiera.

Aquello tenia que terminar.

– Seguramente sera falta de sueno -le dijo a Jed-. Anoche tuve que dormir con siete mas. Y en el suelo.

Sammy solto una carcajada.

– ?Perdon? -dijo Jed, sorprendido.

– Es la verdad. Y no tengo ni idea de donde o como voy a acabar esta noche.

– Me parece que podremos encontrar algun arreglo, carino.

Lexie miro a Cash. Lo de «carino» no habia pasado desapercibido para nadie.

– Voy a echar un vistazo a los cachorros -dijo, levantandose-. Sammy, ?quieres venir conmigo?

– Claro.

– ?Podria hablar contigo mas tarde, Cash? -pregunto, como quien no quiere la cosa-. Solo para intercambiar unas palabras.

– Claro que si -aseguro el, con aquel tono sexy y sugerente.

Despues de jugar con Martha y sus cachorros, Sammy se fue a su habitacion, aunque Lexie sabia que tardaria casi una hora en quedarse dormido. Mientras, tanto, se preparo para su encuentro con Cash subiendose las mangas del jersey.

Cuando llamo a la puerta, estaba dispuesta a darle un punetazo en la nariz, pero no estaba preparada para verlo con una tienda de campana en las manos. Ni para el guino de conspiracion.

– Se que estas molesta conmigo, pero dame una oportunidad para arreglarlo, Lexie. Sigueme -dijo el, con toda tranquilidad.

Ella lo siguio, primero porque no estaba dispuesta a discutir con el… delante de los cachorros, ni en el pasillo donde alguien pudiera oirlos. Cash salio del refugio y ella lo siguio, como hipnotizada.

– Sujeta la linterna.

– ?Para que?

– Ya se que hemos tenido algunos problemas para encontrarte alojamiento esta noche, pero se me ha ocurrido que podriamos matar dos pajaros de un tiro. Tendras un sitio para reposar y, a la vez, viviras una nueva experiencia.

– Por favor, mas deportes no.

– Esto es diferente -aseguro el-. Es una acampada.

– ?Quieres decir que voy a dormir aqui fuera?

– Eso es lo que suele ser una acampada, carino. Pero me parece que este deporte te va a gustar. Confia en mi. Estaras cerca de la naturaleza y podras saborear la magia de la noche.

– Prefiero estar cerca de un radiador.

– Si sujetas la linterna, tardare un minuto en montar la tienda. Ademas, he traido un colchon de goma para que estes comoda y almohadas y mantas…

– McKay -lo interrumpio ella-. ?Creias que estaba molesta porque no me gusta hacer deporte? Ya te dije que el deporte no es lo mio. Soy mas torpe que una rana.

– Pero este deporte te va a gustar, ya lo veras. No tienes que hacer nada. Ya se que es una pesadez que Martha haya tenido a los cachorros en tu cama, pero manana mudaremos tus cosas a una de las habitaciones del piso de abajo. Y esta noche…

Cash siguio hablando, pero Lexie no oyo lo que decia, porque se puso a golpear los palos que sujetaban la tienda.

– McKay, no estaba enfadada por el programa, ni por no tener disponible mi habitacion. Estoy enfadada por esos «carino» y «amor» que sueltas cada dos por tres. No se que estas haciendo -dijo por fin.

– ?Que estoy haciendo? Ahora mismo, abrir la puerta de la tienda para ti, renacuaja. Tu primero.

– ?Yo… primero?

– No pensarias que iba a dejarte dormir sola, ?no? -sonrio el-. Se que te da miedo la oscuridad y no pienso dejar que nada te estropee esta noche -anadio, empujandola hacia dentro. Despues, metio el colchon, el saco, las mantas y… paso el mismo.

Dentro de la tienda estaba oscuro. Tan oscuro que no podia ver su cara, pero podia oirlo inflando el colchon. Tenia que decir algo, pero su lengua parecia pegada al paladar.

Durante todo el dia, comunicarse con Cash habia sido como comunicarse con un demente. Decia cosas que parecian logicas, pero no lo eran.

– Mira, Cash… -empezo a decir, con tono pausado.

– Espera un momento. Voy a quitarme las botas -la interrumpio el-. ?No quieres descalzarte?

– No… ?McKay! -Lexie cayo al suelo cuando Cash levanto uno de sus pies para quitarle las zapatillas de Sammy.

– Si estuvieramos hablando del mercado de valores, te escucharia. Pero como resulta que estamos hablando de una tienda de campana, el experto soy yo.

Lexie no se movia, no respiraba, solo intentaba ver la cara de Cash en la oscuridad, mientras cerraba la

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