– ?Cuando vas a venir a verme, mama? -Cash no pudo oir la contestacion de su hermana, pero la expresion de Sammy se volvio tan triste que la imagino-. Bueno, no importa -dijo el nino valientemente-. Cash y yo estamos muy bien. Si, el colegio es muy aburrido.

Cuando termino la conversacion y Hannah recibio la promesa de un cheque al dia siguiente, Sammy queria volver a oir la historia del barco. Y volvio a reir cuando Cash se la conto. Obviamente, estaba deseando ver a Lexie por la manana para tomarle el pelo.

Pero como Cash habia esperado y temido, la llamada de Hannah habia dejado al nino destrozado. Sammy lloro durante mucho rato, aunque aparento estar dormido cuando entro en su habitacion para consolarlo. Cash lo escucho moverse por la habitacion antes de amanecer. Y supo que Sammy se habia hecho pipi en la cama de nuevo.

Capitulo 8

La rutina le resultaba tan familiar que Cash podria haberla hecho dormido. Metio a Sammy en la ducha, quito las sabanas mojadas y puso sabanas nuevas. Despues, volvio al cuarto de bano y le dio una toalla al pequeno.

– No tenias que esperarme despierto, Cash. Puedo ducharme yo solo.

– Ya lo se, renacuajo. Solo queria esperarte para que nos fueramos a la cama a la vez -dijo Cash. El nino tenia el pelo mojado, la piel mojada, los ojos… humedos. Sammy tomo la toalla y empezo a secar su delgado cuerpecillo, Cash le puso otra toalla sobre la cabeza.

– No pasa nada.

– Yo no he dicho que pasara -replico el nino, a la defensiva.

– Pero te molesta.

– Crei que no iba a pasarme mas.

– Ya lo se.

– Lexie me ha dicho que ella tambien se hacia pis en la cama de pequena.

Cash fricciono al nino con fuerza, sin abrazarlo. Sabia que no era el momento, porque se sentiria herido en su orgullo. Aunque hubiera deseado hacerlo con todas sus fuerzas.

– Si Lexie te ha contado eso… ya sabes que hay otra gente con el mismo problema, ?no? No eres el unico.

– Si -suspiro Sammy-. Es muy maja.

– Y seguro que te ha dicho que no es un problema de la edad. Como te he dicho yo.

– Si, ya lo se.

Quiza Sammy lo habia oido antes, pero Cash tenia que intentarlo de nuevo.

– Hay muchas causas que pueden provocarlo, pero no tiene nada que ver con ser un crio.

– Ya -dijo el mocoso, dejando la toalla y dirigiendose a su habitacion en cueros-. Al menos, no lo sabe nadie -murmuro, con la cabeza baja.

– ?Que?

– Que nadie lo sabe mas que tu y yo. Nosotros no tenemos mujeres. Y si no hay mujeres, da menos verguenza, ?no?

Por fin, Cash consiguio meter al nino en la cama, pero cuando se tumbo en la suya estaba completamente despierto. No dejaba de pensar en Lexie.

Cerro los ojos, intentando dormir, pero era imposible descansar con el pulso acelerado. Sammy mojaba la cama cada vez con menor frecuencia, pero quiza la llamada de Hannah habia sido un aviso, para recordarle lo fragil que era el crio.

Daba igual lo atraido que se sintiera por Lexie. Sammy era su responsabilidad y encarinarse con una mujer que no iba a quedarse con ellos era un error. Quiza deberia olvidarse de Lexie completamente. Dejar de pensar en ella, de preocuparse por ella. Dejar de disfrutar de sus torpezas y de aquellos enormes ojos de huerfana… y de su pecho plano y su boca… y de la cara que habia puesto cuando se cayo al agua…

Cash no pudo evitar una sonrisa. Y despues, una mueca. Ese era exactamente el problema. Lexie lo emocionaba. Tanto que estaba seguro de que no se aburriria con ella aunque vivieran cien anos juntos. Y tenia que reconocer que lo que sentia por Lexie no lo habia sentido por ninguna otra mujer.

Pero las palabras de Sammy sobre la «verguenza» volvieron a su cabeza. Era cierto. Un hombre no se arriesgaba a sentirse avergonzado si evitaba la intimidad con una mujer. Sammy no se arriesgaria a ser amado. Y el, tampoco.

Los dos salian corriendo despavoridos cada vez que veian a una mujer.

Pero, en su caso, no era cualquier mujer. Era Lexie.

Estaba pensando en ello cuando oyo que alguien llamaba a la puerta del salon.

Cash miro el despertador. Eran las 3:30. Nadie llamaria a su puerta a aquella hora a menos que fuera una emergencia.

Se puso unos vaqueros a toda prisa y, cuando abrio la puerta, estaba preparado para cualquier cosa excepto para encontrarse con Lexie. Vestida para volverlo loco.

Llevaba un pijama de seda y tenia el pelo revuelto. Por un segundo, se la imagino dando vueltas en la cama. Y al segundo siguiente, se imagino lo que podian estar haciendo los dos en aquella cama.

– ?Puedo hablar con Sammy?

– ?Sammy? -repitio Cash, perplejo. ?No estaba buscandolo a el? Aunque, por supuesto, eso no heria sus sentimientos. En absoluto-. Lexie, ?no estaras teniendo un ataque de ansiedad? ?Tu sabes que hora es?

– Casi las cuatro -contesto ella-. Pero es que Martha se ha metido en mi habitacion y cuando he querido darme cuenta ha empezado a tener a los cachorros. Y he pensado que a Sammy le encantaria…

Cash no la dejo terminar.

– Voy a despertarlo.

Una hora mas tarde, Cash se sentia como un gato callejero bajo una tormenta. Todo el mundo parecia estar pasandolo estupendamente, menos el.

La debacle de los cachorros iba a costarle un colchon nuevo; un objeto que no era precisamente facil de llevar a las montanas de Idaho. Y, como todo el mundo parecia tan entusiasmado y no queria salir de la habitacion, le tocaba a el ir a la cocina por agua, por un vaso de leche, un saco de dormir, etc…

La verdad era que nada de eso lo molestaba. Era el arreglo de dormitorios lo que lo estaba volviendo loco.

El queria dormir con Lexie. Tenia que admitirlo. Habia sonado con ello a menudo. En estereo y con sonido digital. Suenos eroticos y exoticos. Pero ni en sus peores pesadillas habria podido imaginar que la noche que durmiera en su habitacion, seria el mocoso de Sammy quien se acurrucara a su lado mientras el tenia que conformarse con un sillon.

– ?Crees que tendra mas? -susurro el nino.

Los dos estaban metidos dentro de un saco de dormir, frente a la cama donde la reina de Saba estaba teniendo cachorro tras cachorro.

– No lo se -contesto Lexie-. Yo creo que cuatro es una buena carnada.

– Yo no quiero que tenga mas. Pero no quiero dormirme, por si acaso tiene otro -murmuro el nino, medio dormido.

Cash la observo acariciar su pelo y subirle el saco hasta el cuello y sintio una presion en el estomago. Y no era deseo, sino un sentimiento tonto y absurdo de ternura.

Lexie y Sammy habian disfrutado de los cachorros como si fueran lo mas importante del mundo para ellos. Y todo seria estupendo si aquellos dos no lo estuvieran pasando tan bien sin el.

– A Martha no parece haberle dolido nada. Es como si hubiera sabido lo que tenia que hacer.

– Si. Yo crei que iba a ponerse a llorar o que se moriria. O que cuando viera al primer cachorro, se marcharia.

Cash contuvo el aliento.

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