– Martha se ha portado muy bien, ?verdad? Yo creo que quiere a sus cachorros. Los ha limpiado con la lengua y no creo que quiera abandonarlos por nada -dijo Lexie, con voz suave.
– Es que aun no le han dado problemas. Si se los dan, nosotras la ayudaremos, ?verdad, Lexie? Para que no se queden solos.
– Claro. Y si Martha necesita algo, tambien la ayudaremos -dijo ella-. ?Sabes una cosa, Sammy? No sabia si llamarte. No queria que sufrieras si Martha lo pasaba muy mal.
– Te habria matado si no hubieras ido a buscarme -dijo el nino, muy serio-. Ademas, es mi perra y ella queria que yo estuviera a su lado.
– Claro -murmuro ella, bostezando-. ?Te queda algun caramelo?
– ?Eh! -intervino Cash. -Ay, es verdad. ?En que estaria yo pensando? Caramelos a las cinco de la manana, ?que asco! -exclamo Lexie, escondiendo la cara en el cuello del nino. Los dos rieron. Y despues, los vio masticando. Y despues, los dos se volvieron con la boca llena de caramelos hacia el.
– Si existe alguna posibilidad, por pequena que sea, de que dejeis de hacer el tonto, os sugeriria que durmierais un poco.
– Tu padre tiene razon -dijo Lexie-. Es hora de dormir un poco.
– No pienso abandonar a Martha -protesto Sammy.
– No tienes que hacerlo. Puedes quedarte en el saco. Y seguro que a Cash le apetece dormir contigo. Yo me llevare algunas mantas y dormire en el sofa del salon.
– Pero entonces no veras si Martha tiene otro cachorro.
– Si empieza a tener otro, Cash ira a buscarme.
– De eso nada -dijo el.
– ?No?
– No. Ya que estais ahi los dos tan calentitos, no teneis que moveros.
– Pero debes estar quedandote helado en ese sillon. Es tu turno de dormir aqui. Yo no soy parte…
– Si eres parte -la interrumpio Cash-. Eres parte de todo este lio, asi que dormiremos los tres juntos.
– Tengo insomnio, lo siento. No podria dormir en un saco…
– Ya.
En cuanto Cash se tumbo a su lado, Lexie y Sammy se quedaron dormidos como dos benditos. El suspiro, colocando una manta sobre ellos y una almohada bajo su cara. Estaban como sardinas en lata; el brazo de Lexie sobre la cintura del nino, el suyo sobre la cintura de Lexie.
Pero Cash no podia dormir. Tenia que obligarse a si mismo a mantener los ojos bien abiertos.
Alguien tenia que vigilar.
Martha, en la cama, sostuvo su mirada. Hasta entonces, no le habia prestado demasiada atencion. Parecia mucho mas a gusto con el ser humano pequeno y el ser humano mas pequeno aun. A el, ni caso.
Pero en la oscuridad de la habitacion, los ojos de Martha se clavaron en los suyos, como advirtiendolo de que ni se le ocurriera dormir cuando ella tenia lo que tenia encima. Los cachorros, Cash tenia que admitir, eran una preciosidad.
Casi tan preciosos como lo que el tenia al lado. Cash sentia una extrana emocion dentro de el. Quiza la misma emocion que sentia Martha. O algo peor. Amor. Amor por Lexie. Por como era con Sammy, con el, por lo que estaba representando en sus vidas.
Por primera vez, Cash admitio que quiza se estaba escondiendo detras del nino.
Durante todos aquellos anos, habia sido facil ser un cobarde y evitar ser herido usando a Sammy como escudo contra las mujeres. Al nino se le romperia el corazon, si se acercaba mucho a Lexie y ella desaparecia. Pero le doleria aun mas, si no tuviera la oportunidad de acercarse.
El frio de la madrugada lo helaba hasta los huesos, pero Cash no queria moverse para no despertar a sus «cachorros». Cuando empezo a amanecer, se encontro a si mismo mirando el rostro de Lexie como si estuviera hipnotizado.
No importaba que se hubieran conocido un par de semanas atras. No importaban los riesgos.
Cash tenia la terrible impresion de que se habia enamorado de ella. Y Sammy tambien.
No podia imaginar que Lexie quisiera quedarse, pero aquello habia ido demasiado lejos. No tenia prisa en usar esa vieja palabra, «amor», pero un hombre no podia ganar a una mujer sin cortejarla.
O se arriesgaba a hacerlo o la perderia.
Lexie abrio los ojos de golpe, con el corazon acelerado, como si presintiera un peligro.
Naturalmente, no habia ninguno. La lluvia de la noche se habia convertido en un sol radiante y los pajaros cantaban como si fueran una banda de rock.
Entonces, recordo que estaba durmiendo con dos hombres. Uno grande, y el otro pequeno. Como todo el mundo parecia estar vestido, tampoco era como para echarse las manos a la cabeza. El problema era que solo veia por un ojo. El izquierdo. El derecho estaba aplastado bajo la cara de Cash. Y su pierna parecia estar enterrada entre las del hombre. Ademas, el culete de Sammy estaba pegado a su espalda.
Sobre ellos, la cabeza de Martha, que parecia vigilarlos. Fuera, escucho risas. Todo el mundo estaba despierto, menos ellos.
Respirando profundamente, Lexie intento incorporarse, pero Cash la sujeto con fuerza. Ella espero, con el pulso acelerado, y volvio a intentarlo, pero Cash no la permitia moverse un centimetro.
– Buenos dias, amor.
Lexie se quedo helada. «?Amor?». Cuando Cash abrio aquellos ojos azul cielo y la miro como se mira a una amante, su corazon estuvo a punto de pararse.
– Buenos dias -susurro ella, intentando levantarse de nuevo.
– Menuda noche, ?eh? -sonrio Cash-. Daria a luz contigo en cualquier momento.
Martha empezo a mover la cola, como si estuviera dirigiendose a ella. Y Lexie no tenia ni idea de que estaba hablando.
– Gracias. Supongo.
– La mejor experiencia que Sammy ha tenido nunca.
Lexie se relajo un poco. Y se relajaria aun mas si el la soltara. No le gustaba mucho lo de estar entre dos hombres, particularmente cuando uno de ellos era menor de edad.
Pero su corazon seguia latiendo a toda velocidad. Aunque sus hormonas llamaban a Cash, tambien sentia un abrumador instinto maternal por el crio que estaba a su lado. Despues de todo, habia dormido con sus dos chicos favoritos.
– Voy a levantarme -dijo con firmeza. Pero no se movio. Cash no dijo nada. Ni hizo nada. Simplemente, se quedo mirandola. Nadie la habia mirado asi. Nunca. Como si fuera mas preciosa que un diamante. Como si la estuviera reclamando. En cuerpo y alma-. Cash, tengo que levantarme.
– Vale.
– Tu nunca llegas tarde. Todo el mundo estara preocupado.
– Probablemente -asintio el, sin moverse.
– ?Que te pasa, McKay?
– Nada, carino.
«?Amor, carino?»
– ?No te encuentras bien?
– No recuerdo haberme sentido mejor -sonrio Cash-. Aunque la proxima vez que me despierte a tu lado, espero que estemos rodeados de menos gente.
Como un rayo, Lexie se levanto y corrio hacia el cuarto de bano. No sabia que le estaba pasando a aquel hombre, pero esperaba que pronto recuperase la cabeza y se portara de forma normal.
Capitulo 9
Cuando llego la hora de la cena, Lexie estaba volviendose loca. Habia pensado que el comportamiento de Cash volveria a la normalidad a lo largo del dia, pero se habia equivocado. Quiza habria pillado la gripe o… quiza