pensado que podia haber entre ellos algo que mereciese la pena, algo que podia ser mas valioso que el sexo rapido.

Cuando las luces de su coche desaparecieron, dio media vuelta. Parecia haber unas cien bombillas que apagar, contraventanas que cerrar, y la nariz de Cleopatra aparecio contra las puertas de cristal de la terraza. Estaba esperando su racion diaria de zanahorias y restos de ensalada. Y mientras Maggie hacia todo aquello, se decia con toda la firmeza de que era capaz, que no se estaba enamorando de el. Puede que sus besos la hiciesen rayar en ?a locura. Puede que le pareciera un hombre muy especial. Pero ella era demasiado realista como para creer que alguien pudiera enamorarse, enamorarse seriamente, con tanta rapidez.

Capitulo 5

Dos dias despues, Maggie habria jurado que el mundo era un lecho de rosas. Por primera vez desde el accidente, se habia levantado de la cama descansada, y no llena de dolores de los golpes y las magulladuras. La agenda del dia era pura diversion: primero de compras con su hermana y despues, esqui con Andy. Brillaba el sol, el aire era tan fresco que le quemaba los pulmones y Joanna y ella habian encontrado un sitio en el que aparcar, autentico milagro con la cantidad de gente que habia haciendo compras en Main Street.

Mientras abria la puerta de Mulliker, su hermana seguia hablando de lo bien que les estaba yendo el dia. Dentro de la tienda se estaba maravillosamente bien. La habian decorado con todos los adornos propios de la Navidad y estaba todo precioso, pero de pronto Maggie sintio una especie de ansiedad, un escalofrio que le recorrio la espalda.

Joanna se estaba bajando la cremallera de la cazadora.

– ?Que pasa, Maggie?

– No, nada -le aseguro ella con una rapida sonrisa, pero en el fondo, deseaba poder darse una patada en el trasero. Todo iba bien. No habia excusa para aquella tension en el estomago. No podia haber nada en aquella tienda que la hiciese sentirse culpable una vez mas, y estaba decidida a que su hermana disfrutase de aquella manana. A Joanna le encantaba ir de compras, y por primera vez desde hacia mucho tiempo, parecia animada e incluso tenia buen color-. ?Donde quieres que vayamos primero, Jo? ?A la ropa de los chicos?

– Si, aunque no estoy segura de que vaya a comprar algo. Quizas deberiamos irnos a Boulder. Mulliker es demasiado caro.

– Podemos acercarnos a Boulder la semana que viene si quieres, pero mejor mirar primero lo que nos queda mas cerca.

Mulliker era la mejor tienda de White Branch. En ella podia encontrar las marcas y modelos que mas les gustaban a los adolescentes y no le importaba gastarse el dinero. Escogio un jersey de uno de los mostradores y se lo enseno a su hermana-. ?Crees que a Rog le gustaria?

Joanna asintio, hasta que vio la etiqueta del precio.

– Olvidalo. Es demasiado caro.

– ?Vamos, Joanna! Eso es lo que una tia tiene que hacer en Navidad, comprar ropa que los chicos no se pueden permitir normalmente. Y a ser posible, algo que sus padres no quieran que tenga.

– Si, todavia no me he olvidado de la bateria que les regalaste cuando eran pequenos. Tienes suerte de que no te asesinara entonces.

Maggie se echo a reir.

– ?Todavia me lo guardas?

– No, mujer; lo que pasa es que me gusta la filosofa de Ivana: no te vuelvas loca, sino mala, lo que significa que, en cuanto tengas ninos, lo primero que les voy a comprar van a ser instrumentos de percusion.

– ?Serias capaz de hacerme algo asi? -se lamento-. Anda, olvidate de eso. ?Que tienes que comprar?

– Vaqueros, ropa interior, calcetines, calzoncillos largos… -Joanna habia estado tan feliz como una nina, pero de pronto su expresion se ensombrecio-. Hay que estar comprandoles cosas constantemente. Crecen como la mala hierba… y haz el favor de no mirarme asi, porque no pienso aceptar mas dinero tuyo, asi que no te molestes en ofrecermelo. Todavia no te he devuelto lo que me prestaste la ultima vez.

– Eso no era un prestamo, tonta. Ya estoy cansada de decirte que tengo un sueldo generoso y que no puedo gastarmelo todo en mi misma. Quiero comprarles un ordenador a los chicos. El trasto ese que estan usando…

– No -Joanna se planto delante de una estanteria con jerseys en oferta-. Necesito un trabajo. Volver a poner en marcha mi vida. Ojala tuviera yo un apice de tu fuerza.

– Tu eres fuerte tambien, Joanna. Lo que pasa es que has tenido que pasar por una experiencia muy traumatica -mientras su hermana estaba distraida, Maggie escogio dos camisas de la estanteria y coloco el jersey debajo-. Nadie puede ser fuerte siempre.

– Tu si lo eres. Y no quiero que te gastes dinero en nosotros ahora. Acabas de comprarte un coche.

– Pero he cobrado tambien del seguro por el accidente. Casi he salido ganando.

No era cierto del todo, pero Joanna no iba a enterarse.

– Hablando de colisiones… no me has contado que tal te fue con el sheriff. ?Vas a volver a verlo?

– Si. Esta tarde hemos quedado para hacer esqui de fondo.

Cuando su hermana dejo otra camisa por el precio, Maggie la escamoteo bajo las cosas que llevaba en los brazos.

– Linda me ha dicho que todas las casamenteras de la ciudad han intentado buscarle pareja desde que se divorcio.

– ?Linda la peluquera, o Linda la que trabaja en el banco?

– La peluquera, por supuesto. Sabe todo lo que pasa en White Branch. La ex mujer del sheriff se llamaba Dianne. Era preciosa, segun dicen.

– ?Ah, si? ?Crees que le gustaria esta a Rog? -pregunto, mostrandole una camiseta de los Broncos de Denver?

– ?Como no? Se conocieron en un viaje de esqui, y estuvieron casados cinco anos. Parece ser que ella lo conquisto con el tipico numerito, le decia que le gustaba todo lo que le gustaba a el y esas cosas… Se casaron, y resulto que todos los deportes al aire libre que le gustaban a el, ella los odiaba. Le habia dicho que le encantaban las ciudades pequenas, y cuando se vino a vivir aqui no dejaba de quejarse de que era un aburrimiento. Linda me dijo que cuando ella lo dejo, empezo a beber un poco.

– Si la historia es como la cuentas, ya habria empezado a beber cuando ella aun estaba aqui -replico Maggie.

– Pero lo dejo pronto. Empezo a salir. Dice Linda que ha debido salir con todas las mujeres en un radio de diez kilometros a la redonda.

– ?Hay alguna razon por la que Linda te ofreciera toda esa informacion asi, de pronto?

Maggie anadio calcetines y camisetas a la pila que cada vez crecia mas en sus brazos.

– Claro, que yo se lo pregunte. Si estas pensando en tener algo serio con ese hombre, quiero tener toda la informacion posible. Nadie ha conseguido cazarlo, Mags, y lo han intentado muchas. Puede que sea alergico al compromiso despues de su primer matrimonio.

– Puede. Quizas yo tambien lo seria despues de una experiencia como esa. De todas formas, odio eso de cazar, y tal y como tu lo cuentas, su mujer no fue sincera con el. Bueno, ni con el, ni consigo misma. No me extrana que terminara en desastre. ?Por que las parejas no son sinceras?

– Porque eso va contra todas las leyes de la civilizacion -replico, e hizo un gesto de disgusto al ver lo que su hermana llevaba en los brazos-. Sera mejor que nos vayamos antes de que compremos toda la tienda.

– Vale, pero los chicos necesitaran cazadoras, ?no?

– Si, pero las que tienen pueden aguantar un invierno mas.

De camino a la caja, Maggie vio un perchero con cazadoras de cuero cortas. Colin mataria por una de ellas…, y apenas esa idea se formo en su cabeza, la ansiedad se apodero de ella y sintio humedas las palmas de las manos. Tenia que controlar aquellas estupideces.

– ?Joanna?

– ?Que?

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