que la preocupacion por su hermana estaba latente en sus palabras.

– Segun lo cuentas, da la sensacion de que fueses tu la responsable de su casa -comento.

– Bueno, en cierto modo es asi. Al fallecer nuestros padres, yo soy toda la familia que le queda a Joanna, y tras la muerte de Steve, se sintio perdida. Siempre ha sido una sonadora, una mujer fragil y muy emocional, y Steve la tenia entre algodones. Jamas iba al banco, ni sabe como arreglar un grifo.

– Dices que el mayor de tus sobrinos ha tenido problemas ultimamente. ?Que clase de problemas?

Maggie dudo.

– Colin tiene quince anos. Le conociste la primera vez que viniste a mi casa… no me refiero a problemas graves, Andy. Es un chico de gran corazon, pero tras la muerte de su padre, parecia como enfadado o confundido. En el colegio se metio en algunas peleas, empezo a faltar a clases… Es un buen chico, pero…

– Pero echa de menos a su padre.

Maggie asintio.

– Y Joanna ha estado tan sumida en su propio dolor que… no es que no quiera a sus hijos; al contrario, los quiere mas que a su propia vida, pero es que hasta los problemas mas pequenos la desequilibran.

Andy recogio los platos y los cubiertos y los lavo en la nieve.

– Pues a mi Joanna me parecio bastante segura la noche que la conoci. Me miro de arriba abajo en cuanto supo que aquel extrano era quien iba a ver a su hermana pequena. Incluso llegue a pensar que iba a tener que mostrarle mis credenciales -anadio.

– Los hombres suelen caerse de espaldas en cuanto la ven. Debe ser el pelo rubio y esos enormes ojos que tiene.

Andy habia reparado en ambas cosas. La hermana de Maggie era indiscutiblemente atractiva, pero es que la unica belleza que ultimamente le afectaba a el tenia el pelo castano y los ojos verdes. Una belleza que habia aceptado el papel de bastion central de la familia: dinero, tiempo, dedicacion…

– A veces hay que darles a las personas una razon para que asuman sus propias responsabilidades -dijo con cuidado.

– Pero ella nunca ha sido la responsable de…

– ?Y crees que no podria serlo?

– Bueno, si, puede que si, pero ?y si me necesita y yo no estoy ahi?

Era evidente que preferiria caminar sobre ascuas que fallarle a su hermana. Lo mejor seria no poner en tela de juicio su indiscutible lealtad; ademas, no conocia bien la situacion. Termino de recoger las cosas, anadio un par de troncos al fuego y volvio a acomodarse junto a ella.

– Anda, ven aqui.

– ?Aqui, donde?

Andy la acurruco en su costado.

– Vas a tener que soportar un abrazo quieras o no quieras. Es culpa tuya. Las cosas que voy sabiendo sobre ti, me dejan frio.

– Si, ya veo lo frio que estas. Te advierto, Gautier, que no debes empezar a pensar que soy una buena persona porque te equivocarias.

Teniendo en cuenta lo que abultaba la ropa de invierno que llevaban puesta, era sorprendente que un abrazo asi pudiera inspirar intimidad. Quizas fuese por lo sorprendentemente bien que encajaba a su lado, o por aquellos luminosos ojos verdes, tan llenos de ingenio y dulzura.

– ?Una buena persona? ?Tu? Ni se me ocurriria pensarlo. En mi trabajo, hay que saber juzgar bien a las personas si quieres sobrevivir, y en tu caso, me basto con echarte un vistazo en aquella cama de hospital para saber lo malvada que eres. Y hablando del hospital… ?has recordado ya esas veinticuatro horas que te faltan?

La inmovilidad que siguio a aquella pregunta le confirmo que aquel lapso de memoria la seguia inquietando.

– No.

– Ya. De todas formas, no es dificil imaginar los siete pecados capitales que habrias podido cometer. ?Si en las dos ultimas horas podria acusarsete de gula y secuestro!

– ?Y tienes la desfachatez de acusarme a mi de gula, habiendote comido tu la cena de tres hombres?

– No estamos hablando ahora de mis pecados, sino de los tuyos, y estoy seguro de que esta conversacion va a acabar muy pronto, porque no vas a ser capaz de confeccionar una lista.

– ?Ah, no? Pues te equivocas, porque he de informarte que soy una ladrona.

– ?Ah, si?

– Robe las fresas del jardin de la senora Meglethorn cuando tenia seis anos. Y mas de una vez. Y lo que es peor, creo que volveria a hacerlo. ?Estaban deliciosas!

– Dios santo… ?Quien se habria podido imaginar que eras capaz de cometer un pecado de tal magnitud? Deberia haberme traido las esposas.

– No empieces, Gautier.

Y no volvio a decir nada a ese respecto, porque se olvido de todo lo demas para besarla. Tenia un sabor dulce y suave, como la mujer que habia estado echando de menos durante toda su vida. Sabia a la magia en la que nunca se habia atrevido a creer. Pero algo en su tecnica no debia estar muy depurado porque ella interrumpio el beso para decir:

– Orgullo.

– ?Orgullo? Ah, estas intentando llevarme de nuevo a tu larga lista de bochornosos pecados, ?no?

– No estoy segura de recordar todos los pecados de esa lista, recuerdo la gula, la envidia, la soberbia… pero estoy segura de que el orgullo tiene que aparecer por algun lado. En unas cuantas ocasiones… como por ejemplo, cuando me empene en cruzar los Apalaches sola, bueno, tengo que admitir que en aquella ocasion fui un poco, un poquitin orgullosa.

– ?Tuviste problemas? -le pregunto, trazando la linea de su mandibula con un dedo.

– No, pero una noche tuve que compartir refugio con unos tipos que habian estado bebiendo. En cuanto me di cuenta, debi marcharme de alli. Todo salio bien, pero si no hubiera sido tan orgullosa como para pensar que podia manejar cualquier situacion yo sola, no me habria puesto en esa posicion. Y otra vez, habia subido a la montana a escalar, no eran mas que unos ejercicios, pero deberia haber sido consciente de que, aun asi, no se puede ir sola. Me cai y me rompi la pierna. Fue una verdadera estupidez.

– Eso parece.

Maggie arqueo las cejas.

– Oye, que yo esperaba un poco de comprension.

– No te la mereces. El orgullo es un pecado terrible que yo, como soy perfecto, jamas he cometido. Ni siquiera en una ocasion, cuando me pillo una tormenta de nieve en el monte y a punto estuve de partirme la crisma, pero eso es distinto. No era yo el tonto, sino el tiempo.

– Ya -contesto, y los ojos le brillaban divertidos-. Deberia haberme imaginado que podrias comprenderme.

– ?Te refieres a la necesidad de aceptar desafios y ponerte en el limite de vez en cuando? ?A saber de que madera estas hecha? ?Incluso para correr algo de peligro? -Andy sonrio-. Yo tambien he estado en todos esos sitios y he pagado todos esos precios. Pero volviendo al tema que nos ocupa, hay dos pecados mas en esa lista que tu no has mencionado.

– ?Cuales?

– No se su nombre, pero la lujuria tiene que ser uno. ?Quieres hablar de eso?

– Mm… creo que no.

Ni el. Hablar no era ni la mitad de divertido que hacer, y ella ya le rodeaba el cuello con la mano para tumbarlo a su lado.

Capitulo 6

Como Maggie parecia decidida a confesarle todos los terribles pecados que habia cometido en su vida, y

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