demostrarle de una vez por todas que no era una buena mujer, Andy no pudo identificar que habia provocado aquel repentino cambio de humor, pero cuando ella le rodeo el cuello con un brazo y lo beso en los labios, el prefirio no hacer preguntas. Era demasiado caballero.
Pero como aquel primer beso solo parecio frustrarla, decidio ir por otro, y su mirada se volvio brillante y vulnerable, aferrada como estaba a el, casi como si temiera verlo desaparecer.
Pero no iba a ir a ninguna parte.
El tronco que habian estado utilizando como respaldo les estorbaba, asi que tiro suavemente de ella para quedar ambos tumbados sobre el aislante y poder profundizar en un beso que ya les estaba trayendo problemas. Pero eso era precisamente lo que el deseaba darle, mas problemas de los que pudiera manejar una tarea improbable, teniendo en cuenta que ambos iban forrados de ropa y que la cara era la unica parte del cuerpo que quedaba al descubierto.
Pero todo era culpa de Maggie. Ella le habia provocado. Aunque el que estaba ya metido en un buen lio era el. Todo lo de ella lo atraia, su deseo de independencia, su espiritu, su integridad. Menos mal que habia descubierto tambien algunas debilidades. Le parecia admirable la lealtad que de mostraba hacia su familia, pero por su propio bien, creia que la llevaba demasiado lejos. No tenia paciencia con las tareas que no le gustaban, como ir a comprarse un coche, por ejemplo, y con tal de terminarlas pronto era capaz de cualquier cosa. Corria riesgos excesivos, como eso de cruzar los Apalaches sola. Precisamente esa era una de las razones, su fortaleza y su independencia, por las que era logico que Maggie no necesitara tener un hombre en su vida. De hecho, semanas antes, el mismo habria estado dispuesto a ratificarlo, porque nunca habia sentido la necesidad de una companera. Hasta aquel momento, claro. La necesidad de amar nunca lo habia dominado hasta conocerla a ella. Jamas habia sentido tanto y en tan poco tiempo. No podia creer que algo fuese tan perfecto, y sin embargo el mundo entero cambiaba de color cuando estaba con ella, y dos veces mas rapido si la tocaba.
Temia estar solo en aquella isla, que Maggie no estuviese en su misma situacion… pero la duda solo perduro hasta volver a besarla.
Quizas hubiera amado antes, pero no era solo el quien estaba al borde del precipicio. Maggie era pura dinamita. Ninguna mujer lo habia mirado de la forma en que lo hacia ella. Ninguna mujer le habia respondido con aquella vulnerabilidad terrenal, pura, honesta, sensual. No tenia miedo. Era mas como si la sorpresa la hubiera dejado sin defensas. No estaba acostumbrada a que dos personas pudieran generar un cataclismo con tan solo besarse. Y el, tampoco. Ademas, tenia la sensacion de que para ella, la antesala del sexo era importante. Quizas ningun hombre de los que habian estado con ella le habia dado la misma importancia. Maggie era demasiado fuerte para dejar el control en manos de otra persona, y el sexo era mucho mas facil si se reducia a un picor que habia que saciar. Pero a el lo empujaba el amor y no solo el sexo, y queria conseguir su confianza, algo que no podia conseguirse con rapidez. Tenia que conseguir que deseara mas, despertar en ella la frustracion y quizas, de ese modo, consiguiera abrir la puerta a la confianza.
La teoria seguro que era la correcta, pero habia un pequeno problema en la aplicacion.
El aislante se habia enredado en ellos y Maggie tenia la cabeza en la nieve, asi que Andy rodo para colocarla sobre el. No iba a permitir que pillara una pulmonia.
– Andy…
Tan explosivo resulto para ella estar arriba como habia resultado estar abajo. La cordura estaba desapareciendo a manos llenas y Andy tuvo que recordarse que el siempre habia tenido montanas de paciencia, especialmente como amante. Siempre. Sin excepciones.
– Andy… -susurro de nuevo, enmarcando su rostro con las manos, aceptando sus besos, aprisionandolo con su peso como si estuviera saboreando la tortura-. Tenemos que ponerle fin a esto -dijo con voz ahogada-. Los dos sabemos que es una locura. Es tarde. El fuego casi se ha apagado. Nos estamos congelando.
– Bueno… siento tener que decirtelo, Mags, pero eres tu quien me esta besando.
– Callate y abrete la chaqueta, Gautier.
Andy obedecio. Bajo primero la cremallera de su chaqueta y despues la de ella. Aun quedaban unas quinientas capas de ropa entre ellos, pero la situacion habia mejorado. Habia suficiente calor en sus pechos para derretir una avalancha, O dos.
La cordura lo abandono un poco mas. Incluso podria decirse que cayo a un pozo sin fondo. Ganarse su confianza era algo serio, importante, pero algo en lo que podria pensar al dia siguiente. En aquel momento solo podia pensar en tenerla desnuda, en la cama, con la puerta del dormitorio cerrada. Sentia la curva de sus pechos, pero no podia tocarlos. Sentia la curva de sus nalgas a traves de los pantalones de esqui, pero no podia acariciar su piel. Queria sentir su carne. La queria a ella. Y el deseo se apodero de el y lo abraso.
– Andy, podriamos…
– Maldita sea, Maggie, no me digas eso.
A la escasa luz del fuego, su pelo era de color conac, los labios le temblaban y sus ojos verdes reflejaban a un tiempo deseo y sinceridad.
– No se si estamos haciendo bien. Tengo miedo de que sea demasiado pronto, pero Andy… nunca me habia sentido asi. Con nadie. Y me cuesta creer que nos estemos equivocando con un sentimiento tan fuerte como este…
Un ruido discordante les llego de quien sabe donde. Todos los sonidos que los rodeaban, el crujir de los pinos, el silbido del viento, el crepitar del fuego… todos ellos eran sonidos naturales, pero no aquel.
Maggie levanto la cabeza como si alguien la hubiese abofeteado.
– ?No es tu telefono movil?
– Si -murmuro el, aderezando la respuesta con una amplia variedad de maldiciones, pero la beso una vez mas antes de separarse de ella para sacar el maldito telefono de la maldita mochila. La unica voz que queria oir era la de Maggie, y deseaba de verdad saber a donde queria llegar con aquella conversacion, aunque sus hormonas le estuviesen ya gritando la respuesta.
Maggie queria hacer el amor con el. No de una forma convencional o facil, pero parecia mas que dispuesta a una aventura salvaje sobre la nieve. Igual que el.
Pero la ley, desgraciadamente, era su vida y su trabajo. La calidad de la comunicacion era bastante mala, pero pudo descifrar el mensaje. Paul Shonefeid estaba destrozando el bar; no es que fuera la primera vez, pero las navajas acababan de aparecer en la pelea, y su ayudante sabia que lo estrangularia si intentaba enfrentarse a esa clase de problemas solo.
Maggie solo necesito oir el final de la conversacion para ponerse rapidamente en pie, y para cuando Andy colgo, ya habia apagado el fuego y estaba doblando el aislante.
En cuestion de minutos, llegaron esquiando hasta su casa. La bajada con el viento helado deberia haber apagado sus hormonas, pero no fue asi. Maggie lo habia recogido todo y no habia dicho una palabra. Su mujer le habria hecho pagar con dos semanas de disculpas y lo habria vuelto loco con que su trabajo era mas importante que ella, pero Maggie parecia aceptar y comprender que su trabajo no encajaba en un horario de ocho a cinco.
Una vez en su casa, la hizo apoyarse contra la puerta trasera para un ultimo y largo beso.
– Eso esta mucho mejor, Gautier -murmuro.
– ?Mejor?
No comprendia que queria decir.
– Si. Has vuelto a sonreir. Hace un rato, he temido que fueras a arrancarme la cabeza.
– No estaba enfadado contigo, Maggie.
– Lo se. Estabas enfadado por la interrupcion, pero tu expresion era mas negra que una nube de tormenta - hizo una pausa-. Se que tienes que irte, pero quiero decir que… que esto no ha salido como habia pensado. Creia que una cena al aire libre seria algo que podriamos hacer juntos sin complicaciones.
– Yo tambien, pero la nieve y el frio no han sido capaces de enfriarnos. Quizas deberiamos probar a nadar un rato en uno de los lagos de la montana. -?Crees que funcionaria?
Andy rozo su mejilla.
– No. Creo que los dos sabemos lo que va a pasar, pero lo ultimo que querria hacer es presionarte, Maggie. Encontraremos la forma de pisar el freno.
Y lo decia en serio; el problema era como.
Cuando paro el coche frente a Babe’s, el bar del conflicto, Mavis lo estaba esperando. Su ayudante era un hombre moreno, de ojos negros, cuarenta y siete anos y casi uno noventa de estatura. A diferencia de John, que