tenia el tamano adecuado pero no la capacidad ni el valor, Mavis podria vencer a cualquier hombre en una pelea sin salir herido, pero Andy era muy estricto con las medidas de seguridad. Habia situaciones a las que no debian enfrentarse sin apoyo, y aquella era una.

Un tiro al aire llamo la atencion de la gente, probablemente porque ya se habian cansado de pelear. El bar estaba patas arriba, sillas rotas, mesas tiradas, un espejo roto…, pero los danos de las personas eran mucho peor, una herida de navaja en un brazo, un hombre inconsciente y tres o cuatro con magulladuras. Paul Shonefeld habia pegado primero, como siempre. Era un tipo testarudo a quien el alcohol le hacia perder facilmente los estribos, pero siempre habia tenido dinero suficiente para pagar los danos y las indemnizaciones.

Pero no en aquella ocasion. Andy y Mavis llevaron a dos de los heridos al hospital para que les dieran puntos en los cortes, aguantaron las quejas y protestas de Babe hasta que se calmo, mandaron a todo el mundo a casa y despues metieron a Paul en su coche, quien no dejo de patalear y protestar durante el tiempo que tardaron en llegar a la carcel,

Andy no discutio con el, sino que se limito a encerrarlo. La oficina del sheriff compartia el edificio con correos, de modo que lo que utilizaban a modo de calabozo no era tal, sino una habitacion pequena con barrotes en las ventanas, una cama y un buen cerrojo. Paul conocia bien el camino.

– Manana estare fuera -espeto.

– Ni lo suenes. Cruzaste la linea al sacar la navaja.

– Yo no fui el primero en sacarla. Fue Brooker. Yo solo me defendi. Nadie puede decir lo contrario…

– Nadie excepto yo, Shonefeld. Ahi tienes agua y un water, asi que no quiero volver a oir tu voz hasta manana por la manana, porque cualquier cosa que quieras decir, sera ya delante del juez.

– Primero tengo que llamar por telefono…

Tecnicamente tenia ese derecho, pero Shonefeid se quedo dormido antes de poder hacerlo.

Andy se sento en la silla de su abuelo frente a la mesa con la luz de neon brillando sobre su cabeza. La iluminacion navidena adornaba Main Street, pero ni un solo coche pasaba a aquellas horas, de modo que el unico sonido era el del segundero del reloj y el de su boligrafo.

La adrenalina tardaba un poco en recuperar su densidad normal tras enfrentarse a tipos como Shonefeld, pero su cabeza pronto dejo de pensar en el. Solo tenia sitio para Maggie. Bajo cero como estaban y tras dos horas de altercado y ella seguia ahi, colandosele en la cabeza como lo haria el perfume de las rosas por una ventana abierta en verano.

Y corno a una rosa pura, rara, generosa y fragil, tendria que cuidarla. Se sentia tan bien con ella que no podia volver a correr el riesgo de echarlo todo a perder ya que, el hecho de que viviese sola queria decir que otros hombres o habian intentado atarla, o la habian dejado en la estacada, y el no queria hacer ninguna de las dos cosas. Pero si Maggie consideraba el amor como una atadura en lugar de como una fuente de libertad, iba a necesitar tiempo para mostrarle que una relacion podia ser diferente a lo que ella se temia.

Jamas habia conocido a una mujer que fuese tan perfecta para el, un alma gemela que no habia creido que existiera. Dejo el boligrafo sobre la mesa y cerro los ojos, consciente de que estaba intentando trazar una estrategia con la que poder ganarse a Maggie. Y uno no puede trazar estrategias con la magia. Ni siquiera se puede explicar de donde sale.

Pero asi estaban las cosas, y su corazon lo sabia.

Maggie se puso una chaqueta, agarro la escalera y salio fuera. El sol brillaba tanto que la nieve parecia una alfombra de diamantes, pero en lo que a ella concernia, en paisaje podria haber sido desertico. Estaba de un humor de perros. Mejor, de osos. De una hembra de oso con sindrome premenstrual.

Clavo la escalera en un banco de nieve, la apoyo contra el alero, entro de nuevo en el garaje a buscar un cubo de alquitran y una espatula, los dejo en el suelo junto a la escalera y, con los brazos en jarras miro hacia el tejado entornando los ojos.

Era culpa de Andy. No lo de la gotera, claro, sino su humor. Rara vez estaba de mal humor, excepto cuando no dormia lo suficiente, y eso era precisamente lo que le habia ocurrido la noche anterior. Las pesadillas que padecia desde el accidente se habian cuadruplicado, y Andy tenia que ser el responsable.

La bota de montana le resbalo en el primer peldano, pero recupero el equilibrio y siguio subiendo con las herramientas.

Aquello de la magia era una completa estupidez.

Nadie se enamoraba tan rapido. ?Si hasta se habia abalanzado sobre el en el bosque! Y lo peor es que le habia parecido algo perfectamente natural. Por alguna extrana razon, se habia empenado en creer que estaba enamorada de pies a cabeza de el, y eso la estaba poniendo nerviosa.

Tanto que apenas habia podido dormir. Ya tenia bastantes perturbaciones con la dichosa perdida de memoria. Le habia dado vueltas y vueltas a la cabeza intentando recordar que podia haber hecho para sentirse tan culpable, pero jamas habia hecho algo que atacase frontalmente su sistema de valores, y no se podia imaginar a si misma haciendolo.

Aquellos suenos tenian que haberse intensificado por culpa de Andy. Tenia que ser por sus bromas sobre lo buena persona que le parecia, y aunque le gustaba su sentido del humor… es mas, le gustaba todo de el, su etica era tan rigida como la de ella, y la preocupacion por haber podido hacer algo que o desilusionase debia haber sido la causa de aquellas pesadillas.

Jamas habia tenido problemas para controlarse, y no poder atajar aquellos ataques de ansiedad la avergonzaba. Menos mal que arreglar el tejado si que podia.

La escalera empezo a ladearse cuando llego al ultimo escalon, y tragando saliva, se subio al tejado. Al construir su cabana, habia elegido el tejado mas inclinado posible, lo mismo que haria cualquiera que viviese en medio del bosque en una zona de nevadas tan intensas como aquella. La pendiente del tejado ayudaba a la nieve a caer, y por lo tanto se reducia el riesgo de que la techumbre pudiera llegar a hundirse por el peso excesivo.

Pero en aquel momento, una pendiente tan pronunciada la obligaba a escalar, y el sol tanto la favorecia como le ponia dificultades. La mayoria de la nieve se habia derretido ya, o habia caido al suelo, de modo que aquel dia seria probablemente el unico del invierno en el que poder acometer aquella tarea. El unico problema era que el calor creaba pequenos riachuelos de agua y placas de hielo. Las botas de montana se agarraban bien, pero tenia que llevar las herramientas y el cubo del alquitran, de modo que sus movimientos eran mas complicados.

– Eh, Maggie!

A punto estuvo de dejar caer el cubo y de escurrir tejado abajo por el susto. Era Colin. Su sobrino habia visto la escalera y habia subido a ver que pasaba. Tenia una sonrisa endiablada, los ojos verdes muy parecidos a los suyos, y con el sol dandole en la cara, se podia ver los cinco pelos que lucia en la barbilla y de los que estaba demasiado orgulloso como para afeitarlos.

– Me has dado un susto de muerte, monstruo.

– Y tu a mi al verte aqui arriba. ?Cuantas veces me has dicho que no debo hacer esto mismo yo solo?

– Eso es distinto. Yo soy la tia y tu el sobrino. Es uno de esos casos en los que se supone que debes hacer lo que digo y no lo que hago -trago saliva al mirar hacia abajo-. Tengo que hacer esto hoy sin falta, pero si necesitas algo…

– No, nada. He venido a preguntarte que puedo comprarle a mi madre para Navidad. Asi aprovechaba para desaparecer de casa una hora o dos…

– ?Tiene un mal dia tu madre?

– Mas o menos. Primero ha empezado con Rog, y luego ha seguido conmigo. En fin…, de todas formas, no he venido para hablar de eso. Voy a ayudarte.

– No, Colin! -saber que su hermana no estaba bien ya era una preocupacion, pero palidecio al ver a su sobrino hacer ademan de encaramarse al tejado-. No subas. En serio, ademas, he cambiado de opinion y yo tambien voy a bajarme. Me parecio una buena idea arreglar hoy la gotera porque se exactamente donde esta, pero esta demasiado resbaladizo…

– No te preocupes. Llevo buenas botas, asi que yo lo hare. Me servira para sentirme mejor, porque no te creas que me he olvidado de lo mucho que te debo, Mags. Deberias haberme llamado para que te echara una mano. Habria estado aqui en un abrir y cerrar de ojos.

El color que habia tenido de repente sus mejillas no tenia nada que ver con el frio, y Maggie no tenia ni idea de que queria decir con lo de que le debia mucho.

– No, Colin! En serio, no subas, que esto esta muy peligroso. Ay, Dios mio…

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