mucho sentido pro cesarla por ello, ?no crees? Lo que he hecho es organizar a los vecinos para que por turnos se pasen a verla, y yo me acerco a su casa un par de veces a la semana.

– Cuentame mas.

Andy se rasco la barbilla.

– Bueno, hay un tipo…, mejor que no te de su nombre. Su mujer le regalo un, mm… juguete de tipo sexual para su cumpleanos, acosto a los ninos, apago las luces y todo iba bien hasta… hasta que el juguete se atasco. La mujer intento por todos los medios convencerlo de que acudieran al hospital, pero no hubo manera, asi que decidieron llamarme a mi.

– Estas de broma, ?no?

– Ni mucho menos. Ojala -contesto, frotandose la nuca-. De todas formas, no todas las historias son asi. Lo que intento decirte es que esta ciudad no es un nido de criminales; digamos que simplemente se necesita la presencia de un agente de la ley. Solo somos necesarios un par de ayudantes a tiempo parcial, Mavis y John, y yo mismo. En caso de necesidad, si aparecen drogas o robos en serie, la policia estatal o los federales vienen a ayudarnos. Hay doscientos cincuenta ninos en edad escolar, y no todos son santos, claro. La gente se muere, los ninos deciden nacer en casas imposibles, hay accidentes, los vecinos se pelean, los chicos se meten en problemas… ?A quien vas a llamar si no es a un policia?

Maggie guardo silencio y Andy se incorporo.

– No querria aburrirte, pero es que me entusiasmo hablando de mi trabajo.

– No, al contrario. Podria estarte escuchando toda la noche, pero admito que me estas asustando.

– ?Asustando? -repitio, arqueando las cejas.

– Si. Se que no esta de moda, pero yo siempre he creido en los valores tradicionales como la integridad y la honestidad.

El sonrio despacio.

– ?Ah, si? ?Y que es lo que te asusta de eso?

– Bueno, pues que no puedo decirte que te admiro sin mas porque podria subirsete a la cabeza, pero me gusta la forma en que hablas de tu trabajo. Y la forma en que lo sientes.

Andy se levanto.

– Ya. ?Quiere eso decir que cuando me acompanes a la puerta no me vas a dar un bofeton si intento algo?

– Lo que quiere decir es que sera mejor que no abuses de tu buena suerte, porque esta noche vas a dormir en tu casa.

– Esta noche -repitio, y mientras recogia su chaqueta, la miro a los ojos con la promesa de que otra noche podria tener un final completamente distinto.

– Puede que debieras alegrarte de que te eche. ?Quien sabe que clase de mujer soy en realidad, Andy? No me conoces.

El le tendio la mano y caminaron asi hasta la puerta.

– He sobrevivido a la compra del coche, ?recuerdas? Dadas las circunstancias, creia que ibas a darme seis o siete puntos que valieran para seis o siete citas.

– Te los has ganado -le aseguro, sonriendo.

– Y yo no diria que eres una desconocida. Esta noche he descubierto algunos oscuros secretos sobre ti. Tratando con Harvey, no has podido ocultar tu caracter salvaje, y despues, al llegar a casa, has encendido hasta la ultima luz de la planta baja. Creo que tenias miedo de que me abalanzase sobre ti en cuanto cerrases la puerta.

– No es cierto -replico.

– Si que lo es.

No habia rincon en aquella habitacion en el que ocultarse al poder de aquellos ojos magneticos.

– Lo que me hace desconfiar son los sentimientos que crecen demasiado deprisa, Andy. Y tampoco soy una mujer que se acueste facilmente con un hombre. Podrias haber malinterpretado el hecho de que te invitase a tomar una copa tan tarde.

– En ese sentido, podemos dejar las cosas claras sin dificultad: yo tampoco me acuesto con la primera mujer que pasa por mi lado. No es divertido. Desnudarse es facil, pero llegar a la intimidad es algo completamente distinto. La ascension es demasiado divertida como para malgastarla por las prisas, pero he de advertirte, Maggie, que no tengo ni una sola intencion honorable en lo que a ti respecta, asi que, quedas avisada.

Quedaba avisada. Aun no habian llegado a la cocina cuando el dejo la chaqueta, se dio la vuelta, y se abalanzo… despacio, tan despacio que tuvo tiempo de ver el cambio de su expresion a la brillante luz de la casa. Tan despacio que tuvo tiempo de escabullirse si hubiera querido.

Pero Maggie nunca habia retrocedido ante algo que temiese, y en aquella ocasion tampoco lo hizo. Habia estado tan segura de que pasar tiempo con el, especialmente una tarde dedicada a la horrible tarea de comprar un coche, habria apagado aquella locura.

Pero el problema parecia haberse acrecentado en lugar de disminuido. Apenas se rozaron sus labios sintio una tormenta en su interior, una ventisca que lanzo su sangre por las venas y puso al rojo vivo sus nervios.

Las brillantes luces deberian haber saboteado cualquier posibilidad de romanticismo, pero habia cerrado los ojos y, de algun modo, solos quedaron el y aquella sensacion magica y demencial. Era como si nunca antes la hubiesen besado. Como si los nombres de los hombres que habia habido en su vida estuviesen escritos en una pizarra y el los hubiera borrado de un solo gesto.

Su boca fue trazando una linea de besos a lo largo de su cuello mientras Maggie intentaba respirar, pero el aire debia haberse terminado. Por la cabeza se le pasaron en aquel momento todas las cosas agradables que habia pensado sobre el. No podia haber estado mas equivocada. No era un hombre bueno, sino problematico, pero entonces volvio a besarla y su facultad de pensar quedo de nuevo inutilizada. Sintio como sus manos grandes y calientes tiraban de su jersey hasta acceder a su espalda, y sintio tambien su ereccion, firme y vehemente.

Iba a quitarle el jersey, lo sabia, y sintio un estremecimiento de anticipacion… quizas tambien de temor. Aquello no era un beso y un abrazo para despedirse en la puerta, sino una invitacion al asesinato. ?Como imaginarse que un agente de la ley podia inducir unos sentimientos tan amorales como aquellos? Jamas habia experimentado el deseo como un hambre, una necesidad absoluta. ?Como podia estar permitiendo que ocurriese algo asi? Pero, ?y si nunca volvia a sentirlo?

Entonces dejo de hacerse preguntas, porque nada parecia tener sentido salvo su olor, sus caricias, su esencia. Estaba describiendo circulos lentos bajo su jersey y la piel sobre la que pasaban parecia arder, mientras que su boca iba dejando un rastro de suavidad por su cuello.

No lo sintio desabrocharle el sujetador, pero de pronto los pechos le dolieron, como si ya supieran que iban a ser acariciados por el. Iba a quitarle el jersey. Iba a acariciarla. Era precisamente la espera lo que la estaba poniendo nerviosa, lo que la hacia sentirse vulnerable.

Uno de sus pulgares avanzo hacia sus pechos, y la anticipacion la quemo por dentro como una llamarada.

Muy despacio dejo de besarla, y los dos respiraron a bocanadas. Su mano caliente y grande se quedo un instante mas donde estaba y despues se separo para tirar de su jersey, pero no para arriba, sino para abajo.

Confusa, Maggie abrio los ojos. El la miraba con sus ojos de ebano, graves por su intensidad. El humor habia desaparecido por completo de su expresion, pero su voz de tenor era mas suave que un susurro de terciopelo.

– Desde el instante mismo en que te vi, supe que me ibas a causar problemas, Maggie.

– ?Me estas culpando a mi por estos problemas?

Su sonrisa le parecio la de un gato.

– Esto no ha sido mas que un primer asalto. Todavia no hemos experimentado el verdadero fuego.

Puede que el no, pero ella…

– La unica tarde que tengo libre esta semana es la del jueves -le dijo, mientras recogia la chaqueta-. ?Te apetece probar algo agradable, seguro… y muy frio, como practicar un poco el esqui de fondo?

Maggie lo observo con los brazos cruzados y apretados sobre el pecho. Lo que habia hecho no estaba nada bien…, no podia despertarla con aquellos besos y despues cortarlo todo dejandola mordiendose las unas. Claro que lo extrano era que no se sentia mal, sino halagada de alguna forma. No conocia a un solo hombre que no hubiera insistido en seguir adelante, teniendo en cuenta a donde habian llegado, de no ser que Andy hubiera

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