habia tenido a su padre o a alguien a su lado que pudiese ensenarle la estrategia basica a la hora de comprar un coche.

– Bueno, para empezar, es muy raro que la gente pague los coches al contado.

– Lo se. Tuve que discutir con el vendedor la otra vez…, cuando le dije que pagaba al contado, cambio de opinion, e incluso me dijo que no me lo vendia. Me lo hizo pasar tan mal que estuve a punto de marcharme. Si no hubiera necesitado el coche, lo habria hecho.

– Comprendo. Pero la cuestion es que Harvey bajara sustancialmente el precio si le damos la oportunidad de afilar el lapiz. Y por otro lado, puede que no quieras agotar tu cuenta bancaria con un gasto de esta magnitud.

– Si, puede que tengas razon, pero es que a mi no se me da nada bien regatear, Andy. Y odio deber dinero. Tengo un buen sueldo, y dinero ahorrado. Si me pusiera enferma, no tengo a nadie que responda por mi, asi que la idea de tener deudas colgando sobre mi cabeza me hace salir granos.

– Y no queremos ponerte en situacion de que te salgan granos, ?verdad? -bromeo.

Pero antes de que aquella situacion se solventase, lo mas probable era que fuese el quien los tuviera.

Capitulo 4

– Verdaderamente te has ganado una copa. Ya te adverti yo que ir a comprar un coche conmigo iba a ser una dura prueba, pero me da la impresion de que no te lo creiste. ?Que te apetece? ?Un whisky? ?Brandy?

Maggie abrio la puerta, encendio las luces, se quito las botas y la cazadora y se dirigio a la cocina.

– Un whisky, pero corto. Y he disfrutado mucho comprando el coche contigo, Maggie. No ha sido ningun suplicio.

– ?Vamos, Andy! No es que te haya visto mesarte los cabellos, pero me da la impresion de que se te ha pasado por la cabeza. Se que has pensado que estaba loca por querer pagar el coche asi, en efectivo.

Busco en el fondo de un armario la botella, le sirvio una copa a el y otra para ella.

– Creo que el coche que has elegido te va a ir muy bien. Y no, no estaba de acuerdo con la forma en que lo querias pagar, pero bueno… es una historia como la del dentifrico. ?Has conocido a alguna pareja que no se peleara por cuestion de dinero?

Llevo ambos vasos al salon y encendio unas cuantas lamparas mas. Montones de lamparas. Todas las lamparas, de modo que Andy no se hiciera la idea de que invitarlo a tomar una copa escondia otras intenciones. Ni el ni sus propios pensamientos debian recorrer ese camino.

– Ahora que lo pienso… no.

– Yo tampoco. Creo que debe ser una de esas reglas no escritas de una relacion -Andy dejo la chaqueta sobre el respaldo de una silla y se acomodo en el sofa-. Da igual que la pareja este casada o no, que tenga noventa anos o dieciocho, que sea rica, pobre, feliz o infeliz, asi que ibamos a terminar discutiendo sobre ese tema tarde o temprano. Lo que pasa es que nos hemos metido en el charco un poco antes que la mayoria. Y, Maggie…

– ?Que?

La habitacion tenia tanta luz que parecia de dia. No habia una sola bombilla que no estuviera luciendo. Maggie se habia acomodado en el sofa frente a el y tomo un sorbo de su vaso con la esperanza de que los nervios se le calmasen un poco. Y no es que fuese la primera vez que tenia un hombre cerca. Lo que pasaba es que Andy era…, diferente. Habia estirado sus largas piernas y parecia una pantera grande y perezosa, vestido con aquel jersey negro, con su pelo y sus ojos negros como el carbon.

– No se si deberia decirte esto, pero discutir contigo sobre el dinero…, ha sido una experiencia reveladora. No se si sigues teniendo ese problema de amnesia, pero bueno… he visto como pretendias engatusar al vendedor de coches, asi que no debes preocuparte por haber robado un banco aquel dia. De verdad.

– Oye, que podria haberlo hecho.

– Ya. Y la luna podria volverse rosa tambien, pero voy a darte un consejo, nunca juegues al poker. No serias capaz de echarte un farol aunque la vida te fuera en ello.

– Esta bien admito que no se me da bien regatear, pero aun asi quedan siete pecados en la lista, ?no?, asi que no te convenzas de que soy una buena persona, Andy. Podria haber hecho algo por lo que tuvieras que arrestarme.

Andy la miro por encima del borde de su vaso.

– Si te empenas, tengo unas esposas que podrias probarte. No es que normalmente algo asi forme parte de mis fantasias, pero estoy dispuesto a probar lo que se te pase por la cabeza…

– ?Gautier, comportate! -lo reprendio, y con un periodico le dio en una pierna, pero el se echo a reir.

No fue imaginarse a si misma esposada por Andy en una habitacion a oscuras sobre sabanas de seda lo que la hizo enrojecer. O al menos, no solo eso. Ya lo habia hecho en dos ocasiones antes: sacar el tema de su lapso de memoria y despues salirse por la tangente con una broma o un comentario tranquilizador.

Aun no habia conseguido recordar aquellas veinticuatro horas, y todas las noches desde el accidente se despertaba con el corazon en la garganta y una terrible sensacion de culpa. Se iba a volver loca si no conseguia recordar. Y aunque Andy no podia saberlo, sus palabras la hacian sentirse mejor, lo cual, por otro lado, era tambien una locura teniendo en cuenta lo poco que hacia que se conocian.

Pero a eso se le podia poner solucion.

– Hablemos de tu trabajo -dijo con firmeza.

– Te parece un tema de conversacion mas seguro que las esposas y las fantasias de cada cual?

– Desde luego. En serio, me gustaria saber como es tu trabajo, que te empujo a querer ser sheriff, que clase de cosas haces en un dia normal.

– Bueno… en cuanto a lo de que me empujo… mi abuelo era frances. Se llamaba Raoul Gautier. Vino al oeste a luchar contra los indios, pero el plan se le fue al garete cuando se enamoro de una cheyenne que se llamaba Ciervo Veloz. Mucha gente no fue capaz de aceptar su matrimonio, lo cual lo indigno lo bastante como para hacerle cambiar de filosofia y decidio que merecia mas la pena luchar por la paz que por la guerra, y ese rasgo de caracter ha llegado a ser una caracteristica de todos los hombres de la familia. Mi abuelo llevaba placa, y mi padre tambien.

Maggie se acomodo con las piernas cruzadas sobre el sofa.

– Asi que lo tuyo es tradicion familiar. Es una idea sugerente… me refiero a lo de ser policia para luchar por la paz.

– No todo el mundo esta de acuerdo. Mi ex mujer desde luego no lo estaba. Creo que ella se imaginaba que estar casada con un agente de la ley debia ser algo excitante, pero se encontro con que detestaba la vida en el campo. Pero para mi, un lugar como este es perfecto. Se puede ser mucho mas flexible con la ley. Siendo tan pequeno como es, tienes la oportunidad de prevenir los problemas en lugar de tener que perseguirlos cuando ya es demasiado tarde para hacer otra cosa que limpiar los desperfectos a traves de los tribunales.

Maggie aparco el comentario sobre su ex mujer, ya que tenia la sensacion de que no queria hablar sobre ese tema.

– No estoy segura de comprender que quieres decir con eso de ser mas flexible. ?Es que la ley no es la ley? Lo que esta bien, esta bien, ?no?

– Por supuesto. Pero los problemas de la gente no siempre encajan en esa dicotomia.

– ?Por ejemplo?

– Bueno… -apuro su vaso y lo dejo sobre la mesa-. Mary Lee y Ed Bailey discuten cada dos meses. Ella le pega cuando se emborracha, y Ed nunca consigue comprender por que sigue soportando una relacion abusiva como esa. Lo que deberia hacer es ir a uno de esos grupos de mujeres maltratadas, pero no me lo imagino haciendolo, la verdad.

Su expresion hizo sonreir a Maggie.

– Tal y como tu lo cuentas parece gracioso, pero supongo que deber ser algo muy delicado.

– Es una de las caracteristicas de este trabajo. Myrtle Tucker es otro caso. Tiene ciento tres anos, pero no hay manera de convencerla de que no puede seguir viviendo sola. A la ultima trabajadora social que fue a verla para intentar persuadirla de que se mudase a una residencia, la recibio con una escopeta cargada. No tendria

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