– Si. Las compras de Navidad, supongo -los limpiaparabrisas apartaban la nieve sin dificultad, pero los viandantes resbalaban de vez en cuando sobre la acera de Main Street.- Bueno, ?estas preparada para lo que nos espera? Hay tres concesionarios de coches en Silver Township, y no estaria m4l saber que es lo que andas buscando.

– Algo que arranque siempre, en invierno y en verano, y que no me de problemas.

– De acuerdo. Eso nos deja con unos cinco mil modelos entre los que elegir. ?No podrias ser algo mas especifica?

– Bueno… quiero algo que se comporte bien sobre la nieve y en carreteras dificultosas. Y que tenga espacio para los esquis, por ejemplo, mochila y tienda de campana. El coche que perdi en el accidente era nuevo, precioso, con la tapiceria color crema… es decir, la compra mas tonta que he hecho en mi vida.

– Asi que necesitas un coche mas practico. Seguro, con traccion a las cuatro ruedas, frenos de disco delanteros y traseros, Y no quiero ser curioso, pero antes de que nos acerquemos al primer vendedor de coches, me ayudaria saber cual es tu cifra tope.

Maggie se echo a reir.

– El dinero no es problema, Andy.

La oyo reir, si, pero tambien percibio cierta tension en su respuesta. Mejor no volver a pisar ese camino.

Como cualquiera de los agentes de la ley de ciudad pequena, Andy conocia a todos los propietarios de negocios por su nombre de pila, y acompanandola el nadie se iba a atrever a enganarla. Pero iba a tener que ayudarla con mucho tacto. Era una mujer con mucho orgullo y satisfecha de su independencia, de modo que tendria que andarse con cuidado, ademas de contar con toda la paciencia del mundo porque al fin y al cabo, Maggie era una mujer, e incluso un mal matrimonio podia ensenarle a cualquiera un par de cosas. Ir de compras con una mujer era como intentar comunicarse con una especie desconocida. Necesitaban tiempo. Necesitaban comparar. Necesitaban espacio para la indecision. Necesitaban cuarenta anos para decidirse por algo.

Unas luces de neon blancas iluminaban una amplia superficie de coches, asi que Andy se bajo del coche con su mejor sonrisa y dispuesto a usar la paciencia que fuese necesaria. Ningun tipo con el que ella hubiera estado antes, y ningun tipo al que hubiera besado, habria podido ser tan paciente como iba a ser el.

Harvey Lyman salio de la oficina en cuanto los vio bajarse del coche.

– ?Hola, amigos! -exclamo.

Harvey tenia en pelo blanco y esponjoso, las mejillas coloradas como manzanas y el caracter mas dulce que una raja de melon…, dentro de cuatro semanas iba a hacer de Papa Noel, y desde luego tenia una cara que inspiraba confianza a cualquiera.

– Me alegro de verlo, sheriff Gautier -dijo, y su sonrisa perdio algo de intensidad. Se dieron un apreton de manos, y tras las preguntas de rigor, fue directo al grano-. Bueno, ?que puedo hacer por ti? ?Quieres comprarte un coche?

– Te traigo a una amiga. Esta mirando, pero eso es todo por ahora. Te presento…

Andy se giro, pero Maggie habia desaparecido.

Harvey resoplaba como una locomotora cuando por fin la encontraron. Maggie acababa de revisar un utilitario blanco con un interior gris oscuro, y al ver a, Andy, sonrio.

– Este -anuncio.

– Si. Este no estaria mal, pero…

Tenia que estar de broma. Habia docenas de coches que ver, y no se habian pasado por los demas concesionarios. Ni siquiera se habia sentado al volante. Incluso albergaba la sospecha de que ni habia mirado el precio.

Harvey deberia haber estado encantado, pero incluso el se sorprendio de que no quisiera mirar mas.

– Es perfecto -dijo ella, dandole unas palmadas en el techo-. Tiene el tamano que busco, colores sufridos…, en fin, que no veo razon para seguir mirando.

Harvey estaba a punto de sufrir un ataque al corazon. En sus treinta anos de profesion, jamas se habria ganado su comision con tanta facilidad, pero aun asi, se las arreglo para murmurar:

– Has hecho una eleccion magnifica. Es un coche de confianza, seguro y…

– Callate, Harvey. Maggie, no vas a comprar un coche en el que no has llegado ni a sentarte.

Harvey hizo aparecer las llaves en un abrir y cerrar de ojos y Maggie abrio la puerta, se sento y volvio a salir.

– Perfecto. Bueno, ?donde hay que pagar?

Harvey sintio un espasmo de tos.

– Va a probarlo -le dijo Andy, apoyando una mano en su hombro-. Y despues se lo va a pensar. Detenidamente. La unica razon por la que sonrie es porque la etiqueta con el precio es verdaderamente graciosa. ?Me has oido, Harv?

Harvey no solo no lo escuchaba, sino que se habia olvidado por completo de quien habia salvado a su sobrino el ano anterior de una pelea en un bar. Solo tenia ojos para Maggie, ojos abiertos de par en par.

– Puedes probarlo durante el tiempo que quieras, preciosa. Disfrutalo. Es un coche con clase, y no se me ocurre ningun otro que pudiera ser mas adecuado para ti…

Maggie y Andy se montaron.

– Mira -dijo ella-, se que soy exasperante comprando…

– ?Estas de broma? -la interrumpio el, que en la oscuridad del coche no habia podido ver la preocupacion que mostraba su mirada-. No estoy ni lo mas minimamente exasperado.

Solo atonito, pero guardo silencio mientras ella investigaba para que servia cada mando del coche. La mayoria de la gente probaba los coches con luz de dia y en perfectas condiciones climatologicas, pero el habia visto ya demasiados accidentes para darse cuenta de que era muy importante ver como se comportaba el vehiculo en carreteras cubiertas de nieve. Pero a ella le parecio bastante con dar una vuelta a la manzana.

Consiguio convencerla para que tomase la autopista e hiciera unos quince kilometros, e incluso consiguio que entrase en un aparcamiento vacio con el suelo helado. Pero nada mas. La verdad es que estaba de acuerdo con que aquel coche era una buena eleccion para ella, pero es que no podia creer que hubiese una sola mujer capaz de tomar una decision con la velocidad de un corneta, y mucho menos, mantenerla.

Harvey los estaba esperando fuera cuando volvieron, con una sonrisa de trescientos vatios que iluminaba la noche.

– Te ha encantado, ?verdad? Lo sabia. Y te ayudare con la financiacion si lo necesitas, preciosa. No tienes por que preocuparte. Has elegido el mejor coche que podias desear…

– Harvey -lo interrumpio con suavidad-, no vamos a llevarnos bien si sigues llamandome preciosa. Maggie. Puedes llamarme Maggie.

Varios grados bajo cero y un viento artico que podia helarlo todo, y la frente de Harvey se perlo de sudor.

– Por supuesto, Maggie…

– Y no necesito financiacion. Te pagare en efectivo.

Harvey se quedo boquiabierto. Demonios, incluso Andy abrio la boca.

– Bueno, no exactamente en efectivo -se corrigio-. Quiero decir con un cheque. ?Te parece bien? -pregunto, mirandolos a ambos-. Es decir… se que no voy a poder llevarmelo a casa ahora mismo. Tendras que llamar manana al banco y confirmar que el cheque tiene fondos y todo eso, pero…

– Maggie… -Andy le paso un brazo por los hombros para alejarla un poco de Harvey. No estaba seguro de que iba a decir por temor a herir su orgullo-. Maggie, tengo la sensacion de que no te has comprado demasiados coches. ?Me equivoco?

– No. Es que… mis padres murieron, Andy. No juntos, pero casi al mismo tiempo. Mi madre enfermo con una neumonia que consiguieron curar y mi padre iba de camino al hospital cuando alguien se estrello contra su coche. Mi hermana y yo eramos muy jovenes… ella acababa de terminar la universidad, y yo estaba en el primer ano de carrera…

– Lo siento.

– No te lo he contado para que te sintieras mal. Solo pretendia explicarte lo de los coches. Joanna ya tenia coche, asi que yo me quede con el de mis padres, y cuando por fin dejo de funcionar… bueno, el coche del accidente es el unico coche que me he comprado yo. Y esa experiencia fue tan enervante como esta.

Andy estaba empezando a tener una imagen completamente distinta de la que se habia formado antes. No

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