Todo iba bien.
Demasiado bien.
Nada podia ser tan perfecto. Nada. Las relaciones siempre necesitaban esfuerzo; siempre habia problemas, diferencias que solventar, asi que, ?donde demonios estaba la trampa?
El telefono dejo de sonar en cuanto el contestador empezo a funcionar. Una vendedora telefonica.
Cinco minutos mas tarde, el telefono volvio a sonar, pero Maggie no descolgo. Tres timbrazos mas, y el mensaje empezo a grabarse.
– ?Maggie? Soy Joanna… si estas en casa, Contesta, por favor.
Maggie salto de la silla y descolgo.
– Estoy aqui, carino.
– Siento molestarte, de verdad, porque me imagino que debes estar trabajando y…
– No te preocupes.
El timbre de voz de su hermana sonaba tan raro que una docena de alarmas se dispararon en su cabeza.
– Es que tengo problemas con el coche. Estoy en el centro, terminando las compras de Navidad. Habia aparcado delante de Mulliker’s, y no se que hacer…
– Tranquilizate, que enseguida estoy ahi. Pero no te quedes en la calle; si quieres, nos reunimos en June’s y asi mientras te tomas un cafe. Estare ahi antes de que te lo hayas terminado.
Maggie se puso el abrigo largo, en lugar de perder tiempo en cambiarse de ropa y quince minutos mas tarde estaba dando vueltas por Main Street por segunda vez. Al fin vio un lugar donde aparcar, tres bloques mas alla de June’s, pero faltando solo dos semanas para Navidad, el centro estaba saturado de compradores. Se bajo del coche y echo a andar. La nieve le daba en la cara mientras pasaba junto a Papa Noel, y las tiendas estaban todas adornadas; incluso los semaforos lucian enormes lazos rojos.
Encontrarse con su hermana era lo unico que llevaba en la cabeza, y no el espiritu navideno, y mucho menos ir de compras, pero cuando se detuvo para cruzar la calle, echo un vistazo a uno de los escaparates de Mulliker’s. En aquel momento, estaban poniendo una cazadora de cuero en uno de los maniquies. Era una cazadora normal, mas del gusto de cualquier adolescente que del suyo, y por lo tanto no tenia nada de especial… sin duda nada que pudiese explicar por que el estomago se le encogio de pronto y sintio las palmas de las manos humedas dentro de los guantes.
Era solo una cazadora. Nada para ella. Nadie que conociera tenia una igual, y sin embargo la adrenalina se disparo por sus venas, anegandola con ansiedad y una atenazadora sensacion de culpabilidad. Por un instante incluso tuvo la sensacion de que iba a marearse, pero el semaforo se puso en verde y los mas impacientes empujaron a su espalda; una mujer la miro con el ceno fruncido por quedarse parada en medio.
Maggie se obligo a echar a andar e intento concentrarse en encontrar a su hermana, pero la exasperacion empezaba a ser insoportable. La amnesia era un problema molesto, pero aquellos ataques de culpa habian llegado ya demasiado lejos.
Siempre se habia enorgullecido de la fuerza de su caracter y ya era mas que hora de que supiera que demonios estaba causando aquellos ataques de ansiedad.
Los rostros que pasaban a su lado no eran para ella mas que una mascara, y una vez mas penso en Andy. El siempre la hacia reir, conseguia que se sintiera mejor, pero se pregunto si su relacion con el no tendria que ver en algun modo con lo que no conseguia recordar.
Era obvio que el no tenia nada que ver con el accidente; ni siquiera lo conocia, y tenia miedo de desilusionarlo. Sus valores y su etica eran tan fuertes en el que tenia miedo de que esperase mas de lo que ella pudiera dar. Tenia miedo de no estar a la altura, porque si le fallaba a el, seria como fallarse a si misma, y quizas fuese esa la razon de que aquellas veinticuatro horas perdidas siguieran asediandola. ?Podria ser aquel sentimiento de culpa una especie de aviso?
«Estas dando vueltas siempre sobre el mismo circulo», se dijo con impaciencia. Tanto analisis no le estaba conduciendo a ningun sitio, y lo unico que deberia haber tenido en la cabeza en aquel instante era a su hermana. Llego a la cafeteria y abrio la puerta.
Estaba llena hasta la bandera y el decorado siempre acogedor tenia un decidido tinte estacional. Un Papa Noel tomaba un chocolate caliente en el mostrador, y otro estaba tomandose un trozo de pastel de manzana. El suelo estaba mojado por la nieve que entraba en las botas de los clientes, y el aroma a rollitos de limon y cafe inundaba el ambiente. A pesar del monton de gente, Maggie localizo a su hermana en dos segundos.
Estaba sentada en una de las mesas del fondo. Su pelo rubio era como el halo de un faro en la oscuridad, lo mismo que la delicadeza de su constitucion. Mientras atravesaba el salon, vio un monton de paquetes al lado de Joanna. Tambien vio que la mirada de su hermana parecia somnolienta y algo perdida.
– ?Que le ha pasado a tu coche?
– Mm… bueno, nada, la verdad.
Maggie se sento sin apartar la mirada de su rostro.
– Pues me alegro, porque ya sabes lo que yo se de mecanica.
– Es que necesitaba que me llevases a casa, Maggie.
– Ya lo veo.
– Por telefono me daba apuro decirte que… bueno, que no podia conducir, y no queria que los chicos supieran…
Como era habitual en ella, Maggie no se anduvo con rodeos.
– ?Desde cuando bebes a cualquier hora del dia?
– Nunca. Te lo prometo. Pero es que esta manana me desperte tan nerviosa y tenia tantas cosas que hacer que pense que un par de copas me ayudarian a… centrarme. Y al principio fue asi. El problema es que no habia desayunado y cuando llevaba un rato de compras, empece e encontrarme fatal.
Maggie hubiera querido darle un buen capon, pero nunca habia sido capaz de enfadarse de esa manera con su hermana. Siempre se sentia inutil y no enfadada, incapaz de insuflar un poco de fuerza en una sonadora irreductible.
– ?Tienes el estomago revuelto? Si quieres, podemos comer algo antes de volver a casa.
– Mi estomago esta bien, pero mi coche…
– No te preocupes. Ya me las arreglare para llevartelo a casa.
– Mags, lo siento. No se como me las arreglo para estar siempre metiendo la pata…
– No le des mas importancia de la que tiene. ?Que crimen has cometido? Recuerdo una ocasion en la que queria preparar una receta de tarta al jerez. La probe tantas veces que acabe con tal cogorza que no se como no queme la cocina.
– Estas intentando hacerme reir. Pero entonces eras una nina, y yo no lo soy.
– Ya lo se, y la proxima vez que sientas que necesitas tomar una copa, llamame, y nos emborracharemos juntas. No vuelvas a hacerlo sola, ?vale?
– Nunca lo habia hecho, y te prometo que no volvere a hacerlo jamas. Maggie, nunca he bebido delante de los chicos, ya lo sabes.
Si, lo sabia. Su hermana habia sido siempre una madre dedicada, hasta que aquel dolor la habia sepultado. Parecia tan perdida…
– Mira, no hay por que hacer una montana de un grano de arena. ?Conoces a alguien que no haga estupideces de vez en cuando?
– Si, tu.
– Joanna! ?Que tonteria Venga, vamos a ver que tal andas. Yo llevare los paquetes. Y ya puedes decirle a los chicos que su tia Mags los invita a una cena de autentica comida basura. Asi te dejaran un rato tranquila.
– Siempre tienes que venir a rescatarme.
?Y para que si no estaba la familia? Sin embargo, mientras salian del restaurante, uno de los comentarios de Andy se le vino a la cabeza. Quizas tenia razon. Quizas algunas personas jamas se atrevian a ponerse en pie y caminar por si mismas si siempre habia alguien a su lado que lo hacia por ellos. Pero Andy trabajaba con delincuentes. Y Joanna era su hermana. ?Que otra cosa podia hacer sino estar al lado de su hermana cuando la necesitaba?
Andy sentia hasta el ultimo musculo del cuello y de la espalda hecho un nudo. Habia sido uno de esos dias en los que no habia podido parar un instante. A aquellas horas, deberia estar ya en casa, durmiendo, porque sabia