como debia hacerlo.
Kat se sentia muy incomoda en la sala de exploracion de la ginecologa. Tenia frio. Los azulejos del techo parecian estar sucios. Y la coleccion de guantes e instrumentos que vio en una vitrina parecian destinados a aterrorizar a una mujer.
La puerta se abrio y Kat sintio que se le secaba la boca. La mujer que entro tenia los ojos azules, el pelo castano y una sonrisa espontanea en los labios.
– ?Kathryn? Soy Maggie Krantz -extendio una mano-. Espero que te sientas tan a gusto como yo si nos tuteamos. No me gustan las formalidades.
– Me parece bien -dijo Kat y durante los siguientes minutos sintio que su tension decrecia. Habia planeado lo que iba a decir y no importaba quien cruzara esa puerta. Pero la ayudo mucho que la doctora fuera amable y accesible-. Tengo entendido que Mick te ha dado algunos datos de mi historial clinico por telefono, Maggie, pero debo confesar que estoy aqui por otros motivos.
– ?Si? Yo crei que tenias problemas de dispaurenia -la doctora sonrio al llevarse los audifonos del estetoscopio a las orejas. Cuando terminaron los preliminares del examen, continuo-: Se que es penoso hablar de coito doloroso, pero debo decirte. Kathryn, que no eres un caso raro. Pocas mujeres no sufren alguna vez ese problema en su vida sexual adulta. Muchas veces, hay una solucion facil.
Kat nego con la cabeza.
– Debo ser sincera contigo…
– Por supuesto -Maggie comenzo a hacer preguntas, cada cual mas personal e intima que la anterior.
Kat se asombro al descubrir que no estaba abochornada y sin duda respondio mas exhaustivamente de lo que la doctora esperaba. No tenia la cabeza en las preguntas sino en el asunto que importaba. Y en cuanto Maggie hizo una pausa, volvio a ofrecerle su punto de vista.
– Desde antes de venir aqui, era consciente de que no tengo ningun problema fisico. Mick sabe que me cuesta mucho trabajo hablar de esto y, por eso, supone que no le he prestado suficiente atencion a este problema. No es asi. Tengo un medico de cabecera en Charleston que me hace un chequeo todos los anos. Hace cinco anos solicite una segunda opinion. No tengo ningun detecto fisico.
– ?No? Recuestate un poco, Kathryn.
Kat lo hizo, cerro los ojos y siguio hablando.
– Puesto que no habia ningun problema desde el punto de vista medico, la siguiente opcion que se me ocurrio fue buscar motivacion psicologica. Hace tiempo fui a consultar a un psicologo… fue una gran farsa. Se paso todo el rato analizando mis suenos y tratando de sacar de mi subconsciente algun trauma escondido, pero fue en vano. Nunca intentaron violarme, nadie trato de abusar de mi. Mis padres son unas personas extraordinarias. No le tengo miedo a los hombres. El psicologo sugirio que podia hipnotizarme para hurgar mejor en mi subconsciente y descubrir mis temores mas ocultos. Lo hicimos.
– ?Y?
– Descubri mi temor mas recondito: me dan panico las aranas.
– ?Las aranas? -Maggie levanto la cabeza y miro a su paciente-. A mi tambien -y agrego, en tono mas apacible-: Estas menos tensa que antes. Esto terminara antes que te des cuenta. Sigue hablando.
Kat aspiro hondo y prosiguio:
– Lo que estoy tratando de decir es que he venido aqui para complacer a Mick, no por voluntad propia. Se que no tengo ningun problema fisico, pero el necesita pensar que si. Y quiza no este bien desde el punto de vista de la etica profesional, Maggie, pero quiero pedirte que inventes algo. Cualquier cosa. Se culpa por algo que es problema mio y se niega a escucharme. Si tu inventas algun diagnostico convincente, te creeria y dejaria de sentirse responsable y yo…
Su voz se desvanecio.
Mick penso que la habia convencido para que acudiera a esa cita medica. Eso no era cierto. La verdad era que ella no podia romper con el sin mas y el lo sabia. Mick se daba cuenta de que ella estaba enamorada de el como una colegiala.
Kat habria hecho cualquier cosa por ese hombre. Cualquier cosa, porque lo queria. ?Como podia no quererlo? Mick le habia robado el corazon. Era gentil, tierno, gracioso, generoso y responsable.
Tambien era atractivo. Muy atractivo.
Y solo un eunuco podria haber soportado los problemas que ella tenia.
– Ya casi hemos terminado, Kathryn.
– Bien -murmuro ella. Se aclaro la garganta-. Maggie, te pagare. El doble de tu tarifa o lo que me pidas. No me importa si es etico o no. Tienes que decirle que soy yo, que el no es en absoluto responsable.
– No hay inconveniente -Maggie se incorporo y comenzo a quitarse los guantes que habia estado utilizando para examinarla.
Kat sintio un profundo alivio.
– Gracias.
La sonrisa de Maggie fue seca.
– No me des las gracias por mentir, porque no lo hare.
– ?Como?
– No mentire porque el problema esta en ti.
Kat se incorporo en la camilla.
– ?Con cuanta frecuencia has tenido que tomar antibioticos? -pregunto Maggie con calma.
– No se. Quizas una vez al ano. Pero no entiendo…
– ?Por que no te pones la ropa mientras llevo esta muestra al laboratorio? Luego hablaremos en mi oficina.
Mick la vio en el momento en que salio. Ella no fue directamente a la sala de espera sino que se detuvo delante del mostrador de recepcion y el noto que su gracil y elegante Kat parecia muy torpe en ese momento. Las manos le temblaban mientras buscaba su libro de cheques y su boligrafo dentro del bolso, al tiempo que intentaba sostener entre los dedos una hoja de papel que cualquiera reconoceria como una receta medica.
Al ver esa receta Mick supo en parte lo que necesitaba saber: la medico habia encontrado algo, una respuesta. Pero la expresion de Kat le dijo algo mas. La recepcionista estaba tratando de decirle a cuanto ascendia la cuenta. Kat no escuchaba. Recorria con la mirada la sala de espera buscando a Mick.
No fue dificil localizarlo. Era el hombre que tenia el semblante ansioso, palido y las manos sudorosas.
Sus ojos se encontraron y Kat creyo que iba a desmayarse. Parecia un poco aturdida, desorientada… como alguien a quien acaba de tocarle la loteria y no lo puede creer. El rubor tino sus mejillas al ver que Mick la miraba intensamente. Lo que el veia en su cara era inconfundible, tenia una expresion que solo podia significar una cosa: 'Mick, puedo quererte'.
Pero Mick tambien vio lo que esperaba; lo que temia que veria. Habia algo mas que esperanza reflejada en los ojos de Kat. Habia timidez, una abrumadora vulnerabilidad e incertidumbre y Mick penso: 'Cuidado, mucho cuidado, Mick Larson'.
A Kat podia haberle tocado la loteria, pero todavia no habia recibido el dinero del premio. Era evidente que eso se le estaba ocurriendo a ella en ese momento.
Ya se le habia ocurrido a Mick, que avanzo hacia ella. Alguien tenia que ayudar a la recepcionista que habia dejado de hablar y movia una mano delante de la cara de Kat, tratando de llamar su atencion. Kat habia soltado el boligrafo, tenia el libro de cheques al reves y la receta estaba a punto de caerse al suelo.
Mick tomo la receta y a los tres minutos, llevo a Kat a la soleada ciudad de Nueva Orleans.
Afinales de agosto, en Nueva Orleans hacia un calor tan abrasador como en Charleston, pero dentro de Galatoire’s hacia fresco. El bar estaba en Bourbon Street y, como el avion de Mick y Kat no saldria hasta la manana siguiente, tenian el resto del dia y la noche para visitar el Barrio Frances. No podian haber encontrado un lugar mejor para comenzar que el Galatoire’s. Tenia mucho ambiente. Mick ya habia pedido las especialidades de la casa: pampano, berenjena rellena de carne y verduras. Todo acompanado de champana. La primera copa ya se le habia subido a Kat a la cabeza.
Mick, sentado enfrente de ella, se habia quitado la chaqueta. Su blanca camisa contrastaba con su tez bronceada y acentuaba la amplitud de sus hombros. Habia otros dos hombres guapos en el salon. Pero ninguno tenia el aura de magnetica virilidad de Mick; nadie tenia esa sonrisa seductora. Mick trato de servirle otra copa de champana.