– ?Sabes lo que ha sido de el? -pregunto Kat con suavidad.
– Si. Se caso, tiene un heredero y su mujer va a darle otro hijo pronto -Georgia guardo el merengue en uno de los estantes y anadio en tono despreocupado-: A veces me pregunto si no cometi la mayor equivocacion de mi vida al no aceptar la proposicion de matrimonio de Wynn ni su idea de adoptar ninos. No debi tomar decisiones que a el le correspondian… no lo hagas, Kat.
– ?El que?
– Suponer que puedes tomar decisiones que le corresponden al hombre que quieres. ?Tienes un problema? No me sorprende. Hace mucho tiempo que sospechaba algo asi. La mayoria de nosotros tenemos problemas, solo somos humanos al fin y al cabo. No decidas que el no puede aceptarlo o solucionarlo. Wynn se caso con otra. Yo nunca me casare. Siempre me acuerdo de el cuando miro a otro hombre; esta siempre presente y siempre lo estara… y tu iras con Mick a Nueva Orleans.
– Georgia…
– A veces una solo tiene una oportunidad para ser feliz. Yo desperdicie la mia. Maldicion, Kathryn. Mick te mira igual que Rhett Butler a Scarlett OHara en Lo que el Viento se Llevo y si te pidiera que pasaras la noche en una pocilga, deberias complacerlo. ?Que mas puedo decir? ?Iras a Nueva Orleans con el y punto!
Kat vio las lagrimas asomar a los ojos de su amiga y avanzo hacia ella con los brazos abiertos. Georgia se merecia que la abrazaran… por Wynn, por compartir con ella secretos tan personales, por ser una amiga irremplazable.
Pero Georgia no entendia lo que pasaba en realidad. Tampoco sabia por que le habia pedido que pasaran el fin de semana en Nueva Orleans… y si, iria con el.
Mick esperaba que ocurriera un milagro en Nueva Orleans.
Kat consideraba ese viaje como la unica manera posible de cortar de una vez por todas su relacion. Irrevocablemente. Tenia que resultar. Hacia mucho tiempo que no creia en milagros. Y ni siquiera un milagro serviria para que ella dejara de quererlo.
Pero por primera vez en su vida Kat necesitaba ayuda para ser fuerte. Y esperaba encontrar esa ayuda en Nueva Orleans.
Capitulo 9
A lo largo de la historia, los hombres han hecho muchas cosas para demostrar su amor: escalar montanas, participar en cruzadas, batirse en duelos, competir.
Mick dudaba de que alguien hubiera llegado a ese extremo. Con la cabeza inclinada, hojeaba una revista en la sala de espera de la ginecologa. Era un ejemplar de Woman’s World. Por mas que busco no encontro un solo Sports Illustrated ni nada parecido.
Las sillas de color rosa estaban alineadas contra una pared. Mick estaba apretado entre una mujer de negocios que movia la pierna que tenia cruzada y un ama de casa sonrojada. Era el unico hombre que habia en la atestada sala de espera. Se sentia mas fuera de lugar que un payaso en un velatorio.
Kat habia tratado de convencerlo de que no fuera con ella.
– ?Acaso no he accedido a ver a la doctora? Pero no hay ninguna razon para que me acompanes a la consulta.
Ella tenia razon. Podia haber consultado a un ginecologo en Charleston, pero alli todos la conocian. Nadie adivinaria que habian ido a Nueva Orleans a pasar algo que no fuera un romantico fin de semana. Pero lo mas importante era el medico. Despues de llevar a cabo una investigacion minuciosa, Mick habia descubierto a la persona adecuada: una mujer especializada en problemas sexuales y con diplomas que llenaban toda una pared.
– No iras sola -habia insistido el.
– No entiendo por que.
Le habia acariciado la mejilla.
– No lo entiendes porque todavia piensas que es tu problema. Es nuestro, Kat y tenemos que resolverlo juntos.
Mick supuso que sabia mantener la calma. Kat, por suerte, no tenia suficiente experiencia con los hombres para reconocer a uno que estaba desesperado.
Dos veces habia conseguido que estuviera a punto de alcanzar el climax. Dos veces habia fallado. Algo debia ser culpa de el. Lo sabia. Tanto era asi que habia concertado una cita con su propio medico, quien se mostro divertido.
– ?Despues de todos esos anos de matrimonio? -murmuro Samuel-. Ensenale a relajarse, Mick eso es todo y, de paso, trata de relajarte tu tambien.
?Relajarse? El medico no habia estado con ella todas esas horas en el yate, viendola desnuda, con la luz de la luna brillando en el cobre rojizo de su pelo y reflejandose en sus ojos acuosos, vulnerables.
Kat habia tardado mucho en bajar la guardia y sincerarse con el. Mick la habia llamado en broma puritana, pero pronto se dio cuenta de que habia sido injusto. Kat no era una mojigata. Era orgullosa, incapaz de incomodar a nadie con sus propios problemas. Tenia la absurda idea de que su carencia fisica era solo culpa suya; como si la culpa tuviera algo que ver con los defectos del cuerpo. Si el no intervenia, estaba seguro de que ella nunca volveria a meterse en la cama de un hombre. Mucho menos en la de el.
Y el queria que formara parte de su vida, no solo en su cama, aunque las preguntas que se hacia eran algo intrincadas. ?Hasta donde llegaban los derechos de un amante? En especial cuando el amante en cuestion no lo era en el sentido estricto de la palabra; cuando la dama se aterraba cuando se mencionaba el termino futuro.
Mick empezaba a darse cuenta de que se encontraba delante del reto mas importante y trascendental de su vida.
Kat lo necesitaba. No para que la mantuviera o para sentirse segura, ni siquiera para hacer el amor. Mick comprendia su tipo especial de soledad porque la habia vivido el mismo. Kat necesitaba a un hombre con quien pudiera ser sincera, que la ayudara a superar sus problemas y que estuviera con ella cuando se despertara de una pesadilla a media noche.
Mick tambien necesitaba esas cosas, pero no se dio cuenta de ello hasta que conocio de verdad a Kat. Ella era como la luz que lo guiaba en medio de las tinieblas y le alegraba la vida. Ella era su complemento, la mitad que le faltaba.
Pero Mick necesitaba saber que el era el hombre con el que Kat siempre podria contar.
No se preocuparia si tuviera que hacer frente a un huracan, un tornado o una avalancha. Pero la situacion en la que se encontraba era mas complicada.
Quiza habia empezado un poco tarde a cortejarla pero le resultaba muy dificil ponerse al dia, pues hacia mucho que no salia con una mujer. Se acordo de la cara de Kat cuando le mando las camelias.
Quiza era romantico mandarle camelias a una dama, pero en una escala de diez a uno, Mick estaba dispuesto a apostar que ninguna mujer consideraria romantico que la convencieran para que fuera a la consulta de un ginecologo. '?Y que haras si la doctora no encuentra ningun defecto fisico, Larson?', se pregunto.
No lo sabia. Por el momento, lo unico que sabia era que en el consultorio hacia calor, que le sudaban las manos y que sentia una punzada en el estomago cada vez que se imaginaba lo que estaria ocurriendo dentro, en la sala de exploracion. Antes de concertar la cita, habia interrogado a fondo a la doctora Krantz durante mas de una hora. Ella lo tranquilizo diciendole una y otra vez que el examen medico no dolia.
Sin embargo la ginecologa no conocia a Kat, y quiza era irracional, pero Mick no confiaba en nadie que tocara a Kat excepto el. Era facil infligirle dolor, lo sabia. Era muy sensible y estaba asustada.
Miro su reloj por octava vez. Kat ya llevaba dentro diez minutos. Diez minutos.
Por una parte, queria que el tiempo volara. Por otra, preferiria que esa tortura sucediera a camara lenta porque sabia que lo peor no habia llegado aun. Cada vez se daba mas cuenta de que los minutos que Kat pasara en el consultorio afectarian al resto de su vida. Pero era la forma en la que el se enfrentaria a la situacion cuando Kat saliera de alli lo que influiria en la de el, cualquiera que fuese el diagnostico.
O seria el hombre que Kat necesitaba, o le fallaria. Una cosa era como queria comportarse con ella y otra