– He invitado a algunos amigos a pasar la noche conmigo el proximo viernes en lugar de hacer una fiesta de cumpleanos este ano ?Estas de acuerdo, papa?

Mick miro a su hija menor por el espejo retrovisor.

– ?Cuantos son algunos?

Noel, sospechosamente melosa, intervino antes que Angie pudiera responder.

– Creo que voy a morirme si no como pronto. ?Cuanto falta para que lleguemos a casa?

– Otro cuarto de hora.

– ?Que vamos a cenar?

– Lo primero que encuentre en el congelador.

Las dos chicas gruneron, Kat noto el cansancio en la voz de Mick. Una vez mas, fue consciente de la frecuencia con la que las necesidades de ella habian dominado su relacion y reacciono de manera automatica.

– Su padre esta cansado. ?Por que no vienen todos a mi casa? Tengo papas y no tardare mucho en preparar una ensalada y freir algunos filetes.

– ?Que gran idea, Kat! Luego me podras ayudar a decidir que ponerme para ir al colegio manana,

– Y yo quiero hablar contigo sobre mi fiesta de pijamas.

Mick intervino.

– Kat tiene que deshacer las maletas y esta tan cansada como yo. Lo ultimo que necesita es que la molestemos con una cena para cuatro.

– No es molestia, de verdad. Ya tengo todo lo necesario -juro Kat.

– ?Si, papa! Vamos a casa de Kat.

Al parar en un semaforo en rojo, Mick volvio la cabeza para mirar a Kat. En sus ojos habia amor y pasion. La avidez de su expresion era casi palpable. Pero de repente desaparecio. Con precaucion, dijo con voz calmada:

– Iremos, pero solo si me aseguras que es lo que tu quieres, Kat.

Mick nunca habia sido con ella tan cortes y frio desde que estaba casado y eran simples vecinos.

Kat tuvo ganas de sacudirlo con fuerza por los hombros. Lo habria hecho si no se sintiera cada vez mas consternada. Mick se estaba alejando de ella y no tenia idea del porque.

Capitulo 10

El siguiente jueves por la noche, Kat entro en su casa a las nueve despues de haber jugado un partido de tenis con sus tres vecinos, los Larson. Fue divertidisimo. Mick era el unico que sabia jugar; las tres mujeres no habian hecho mas que correr detras de las pelotas. Todos se rieron de lo lindo, pero Kat no se reia mientras iba a la ducha.

Si Mick estaba intentando volverla loca, lo estaba logrando.

Esa noche jugaron tenis. La noche anterior Kat habia tenido que trabajar hasta tarde y toda la familia habia aparecido con comida que habian comprado en un restaurante para que ella no tuviera que cocinar. El martes Mick le habia pedido que lo acompanara a comprar el regalo de cumpleanos de Angie y el lunes todos se habian subido al coche para ir de compras al supermercado.

Ninguna de esas salidas tenia nada de malo. Sin embargo, todas le recordaron a Kat lo inexorablemente que las dos casas se estaban uniendo. Las chicas tenian desde hacia algun tiempo llave de la casa de Kat. La marca favorita de te de Kat estaba en el armario de la cocina de Mick; la llave inglesa de el estaba en la caja de herramientas de Kat y su casa estaba llena de zapatos, sueteres y cintas de musica de las chicas.

Se dijo que semejante estado de cosas era muy natural cuando los dos adultos en cuestion estaban a punto de formar una alianza permanente. Esa semana apenas habia tenido un minuto libre para ella misma, no podia dudar que el estuviera pensando en casarse. Una docena de veces ella se habia dicho que no habia cambiado nada, pero si habia cambiado. ?Oh, Dios, habia cambiado!

De repente Mick se comportaba como todo un caballero y como el mejor amigo de una mujer a la que cuidaba y de la que se sentia responsable.

Y, sin embargo, se habia mantenido fisica y emocionalmente tan apartado como si ella tuviera una enfermedad contagiosa.

Hacia medianoche, Kat seguia sin poder conciliar el sueno. Fue a servirse una copa de jerez, abrio la puerta de su balcon y se sento a contemplar la noche estrellada. La casa de sus vecinos estaba a oscuras. Se dijo que el ambiente la invitaba a meditar y sonar. El aire era caluroso y humedo y olia a rosas. Nadie podria evitar sentirse romantico en una noche asi.

Melancolica, Kat le dio un trago a su jerez.

– Hola, preciosa.

Sobresaltada, Kat miro al tercer piso de la casa de al lado. Solo pudo ver la silueta recortada de su vecino en su propio balcon. No sabia cuanto tiempo llevaria alli.

– ?No podias dormir?

– No -murmuro ella.

En ese momento se dio cuenta de que desde su balcon el podia ver claramente la habitacion de ella y se pregunto cuantas veces se habria desnudado con la luz encendida pensando que nadie la veia.

– Con frecuencia, querida -dijo como leyendole el pensamiento.

– ?Que?

Mick charlo un rato. ?Sobre que? Kat no tenia la menor idea. Lo que importaba era que el queria charlar. Ella noto que su voz contenia una nota de ansiedad. Kat solo llevaba puesto un camison. No le habia parecido necesario ponerse una bata. Hacia calor, estaba oscuro, era mas de medianoche. El no podia verla, nadie podia verla, pero sintio como si los ojos de el se clavaran en ella. Cuando hablaba era como si la acariciara. Lo sentia muy cerca. Solitario en su cuarto del tercer piso.

– Mick -dijo ella de repente, con suavidad-. Si hay algo que te preocupe, dimelo.

– ?Algo que me preocupe?

Kat aspiro a fondo.

– Algo de lo que quieras hablar…

Mick vacilo.

– Hay algo.

Kat se dio animos para aguantar el golpe. Estaba dispuesta a mostrarse comprensiva y tolerante cuando el le dijera la verdadera razon por la que se estaba volviendo frio y distante con ella.

– Estoy bastante confuso sobre las retenciones de este mes. Tu llenas las mismas hojas de impuestos para empresarios autonomos, ?verdad?

Las cuerdas vocales de Kat tardaron un momento en funcionar.

– ?Impuestos? ?Quieres hablar de impuestos?

Asi era y el hablo del asunto hasta casi las dos de la madrugada. Kat abrio la boca dos veces para intentar cambiar de tema, pero no lo consiguio. ?Como podia una mujer, despues de todo, preguntarle a un hombre cual era la razon por la que habia perdido interes en mandarle camelias?

El agotamiento hizo presa de ella el viernes. Se habia quedado dormida en el sofa cuando el telefono, inclemente, sono a las once.

– Tengo problemas, preciosa.

Si hubiera hablado en serio, ella habria acudido a toda prisa a ayudarle. Si la hubiera necesitado, acudiria a el, pero la forma en la que pronuncio la palabra 'preciosa' carecia por completo de seriedad. Kat no podia aguantar mas, no esa noche.

– Mick -dijo con suavidad-. No.

– ?No que?

– No juegues conmigo. Si tu manera de apartarte de mi sin lastimarme es comportarte como un mero amigo, preferiria…

– No entiendo de que estas hablando, pero no es hora de discutir. Tengo un problema de verdad.

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