– Si. La carne se puso tan dura que no la quiso ni el perro de la vecina. Lo que quiero decir es que, en la vida, algunas cosas son como la carne… No tienen por que ponerse duras si las tratas correctamente. No todos los ratos que pasamos juntos han de constituir una prueba. Creo que podriamos compartir cosas sencillas… dar un paseo en barco, cocinar en la playa, etc. Y las respuestas llegaran solas si colaboramos y mantenemos un talante abierto el uno hacia el otro.

– Pero no creo que sea una buena idea que me quede a dormir aqui, Mitch.

Resultaba dificil estar de acuerdo, pero Mitch no tenia ninguna prisa por ser puesto a prueba en la cama. Sobre el pesaba un autentico terror a no superar las posibles expectativas de Nik en ese aspecto.

– Muy bien. Nos lo tomaremos todo con mucha calma -convino al fin-. Pero trataremos de pasar mas tiempo juntos.

– De acuerdo.

?De acuerdo? La frente de Mitch se arrugo formando un ceno de alarma. Nicole habia permitido que la cuidase. Se habia relajado lo bastante como para echar una cabezada en su casa. Y no habia discutido acerca de la sugerencia de pasar mas tiempo juntos. Mitch casi se planteo llevarla a urgencias. Pero, en vez de eso, la dejo dormir.

Y, cuando se despertara, la sorprenderia con un festin de patas de cangrejo.

Capitulo Cinco

El sonido del telefono saco a Nicole de un profundo sueno. Solo sono una vez antes de que se oyera el ruido amortiguado de fuertes pisadas, y a continuacion la voz de Mitch en algun punto de la planta superior.

Nicole coloco los pies en el suelo con movimientos aturdidos y trato de despertarse del todo. Habia tenido un sueno muy intenso. Las imagenes aun se cernian en la periferia de su mente. En ellas, Mitch trataba de abrirse camino a traves de espinosos arbustos, y por fin la encontraba a ella, la besaba, le susurraba palabras dulces al oido con su voz ronca y profunda.

En fin, hacia tiempo que no fantaseaba en suenos. Y el hecho de que hubiera dormido tan poco en las noches anteriores explicaba que se hubiera quedado tan profundamente dormida. La realidad, sin embargo, le resultaba un poco sorprendente. Por algun motivo, estaba descalza y llevaba un jersey demasiado grande. Ademas, se hallaba en un espacioso salon con sofas tapizados en piel y una enorme chimenea de piedra.

Por fin recordo. Estaba en casa de Mitch, por supuesto. Con cautela, se palpo la hinchazon de la cabeza. El dolor seguia ahi, pero ya no tenia nada que ver con los tambores que habian resonado en su craneo horas antes.

En la escalera se oyeron pasos, que enseguida se tornaron una humoristica version masculina del andar de puntillas. Mitch se asomo por la esquina de la chimenea.

– Maldicion, ya temia que el sonido del telefono te despertara. Y la llamada es para ti. De Wilma. Pero si prefieres seguir durmiendo…

– Tranquilo, estoy totalmente despierta -Nicole no podia creer que el reloj de la mesa de caoba diera la hora exacta. ?Como era posible que ya fueran las tres de la tarde? Rapidamente, cruzo la habitacion para arrebatarle a Mitch el telefono de la mano y adopto de inmediato su acostumbrado aire formal-. No, no, Wilma, ya te dije que llamaras si surgia algo. Desde luego… Esta bien…

Dedujo que Mitch habia estado trabajando. Conocia los signos reveladores. Si le dabas un cartabon y un tablero de dibujo, al cabo de una hora tendria, indefectiblemente, las mangas enrolladas hasta los codos, el cabello revuelto y los ojos distraidos. Mientras seguia charlando con Wilma, Nicole lo sorprendio observandola, con una expresion calida, intensa e intima como la de un amante. Un estremecimiento le recorrio la columna, pero enseguida puso coto a tan absurda sensacion. Habia imaginado a Mitch en un contexto sexual desde que le conto lo sucedido la noche de la fiesta. Y quiza no pudiera controlar sus suenos, pero fantasear con el hecho de que la estuviera mirando era de locos. Cielo santo. Entre los pies descalzos, el jersey arrugado y el antiseptico que embadurnaba su pelo, Nicole sabia perfectamente que debia de parecer un adefesio.

– Lo has hecho estupendamente, Wilma… Las recogere dentro de unos minutos. Cierra el despacho. No hace falta que me esperes. Y gracias por defender el fuerte. Os vere a todos manana -pulso el boton de apagado y devolvio el telefono a Mitch con una amplia sonrisa. Las noticias eran magnificas-. ?Shaw ha aceptado el proyecto! Solamente exige unas cuantas reformas menores. Ha dejado la lista en mi despacho. Ire a echarles un vistazo y lo llamare esta noche. Lamento pedirte que me lleves al despacho, pero como no he traido mi coche…

– En, eh, vas muy rapido para haberte despertado hace un par de minutos. Ademas, debes de estar hambrienta. Yo acabo de almorzar…

– No tengo hambre, de verdad. Ya comere algo cuando llegue a casa. Y, por Dios bendito, no deseo pasarme aqui todo el dia, molestandote de esta manera…

– Basta ya, Nik. No me molestas en absoluto. ?Que tal la cabeza?

– Muchisimo mejor. Maldicion, deje mi ropa arriba, ?verdad? -Nicole subio las escaleras, busco su traje en el cuarto de bano y solto un alarido al verse en el espejo-. Menos mal que no habra nadie en la oficina cuando llegue. ?Me pusiste un bote entero de antiseptico en el pelo, canalla? Asustare a todos los ninos pequenos que me cruce por la calle.

– Que va. Supondran que estas en una banda de rock -contesto Mitch sardonicamente, pero su sonrisa no duro-. No hace falta que te des tanta prisa. Unos cuantos minutos no supondran ninguna diferencia, y aun tienes que almorzar. Seguro que tienes hambre…

– No, de veras. Estoy bien.

– ?Ni siquiera un poquito de hambre?

Nicole habia recogido su ropa, los zapatos y el bolso, pero repentinamente titubeo mientras se dirigia hacia la puerta. En realidad, no se daba tanta prisa por motivos estrictamente laborales. Los mortificantes nervios que sentia en presencia de Mitch la trastornaban…

– Diablos, Mitch, me estoy portando como una estupida desconsiderada. Estoy tan entusiasmada con el contrato de Shaw que no he tenido en cuenta que quiza no te vaya bien llevarme en estos momentos. Seguramente, te habias puesto a trabajar, y…

– Si, estaba trabajando en lo de Schleishinger, pero me sentara bien un respiro. No tendre problema en llevarte. Aunque… detesto que vayas a ponerte a trabajar sin nada en el estomago.

Ella escruto su rostro, tratando de desentranar aquella repentina obsesion sobre su estomago vacio.

– Si crees que seria capaz de saltarme una comida… Bueno, te dire que llevo dos meses teniendo un apetito de lobo. Aunque no me preocupara la nutricion del nino, no podria saltarme una comida aunque quisiera. Pero acabo de despertarme y tengo el estomago un poco revuelto.

Aquella afirmacion parecio disparar todas las alarmas internas de Mitch.

– Pues olvida que te he hablado de comida. Piensa en el clima. En el trabajo. En politica. No, olvida esto ultimo. Los politicos tambien pueden provocar nauseas. Piensa en…

Consiguio hacerla reir mientras se subian en el Miata rojo. Habia empezado a caer una fina e insistente llovizna. El cielo semejaba una inmensa sabana gris perla. La conversacion fue derivando hacia el clima… y los barcos.

– ?Vives en la costa de Oregon y nunca has montado en barco? -inquirio el en tono incredulo.

– ?Que quieres que te diga? Soy poco aventurera.

– Mas bien trabajas como una mula. Se me acaba de ocurrir que… Bueno, segun las previsiones, vienen tres dias de lluvia, pero afirman que el cielo se habra aclarado por completo el domingo. Si tienes un par de horas libres, te llevare a dar un paseo en mi barco -como si anticipara el rechazo de Nicole, Mitch agrego rapidamente-: Asi podriamos seguir hablando del nino… lejos del despacho y el estres. Podemos tomar el sol y disfrutar del agua. ?Que te parece?

– Me parece estupendo.

El la miro rapidamente.

– Si accedes con tanta facilidad, empezare a preocuparme de nuevo por la posibilidad de que sufras una conmocion.

– Eh, yo juego limpio. Eres tu el que siempre le pones las cosas dificiles a tu jefa.

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