– Dejalo ya. Se que no es nada del otro mundo, sobre todo comparado con los yates que se ven por aqui. El unico inconveniente es su tamano. Un yate pequeno no puede adentrarse mucho en el oceano. Pero no queria uno tan grande que no pudiera manejarlo yo solo.

– Seguro que esos tan grandes son muy dificiles de mantener. El tuyo no solo es un encanto, sino que tiene mucha mas personalidad.

La muy condenada estaba obligandolo a darle un beso. Para desterrar de su mente esos pensamientos, Mitch la llevo a la cabina, y luego le mostro los aseos y la despensa. De nuevo en cubierta, la convencio para que se colocara un chaleco salvavidas y por fin puso el motor en marcha. Al cabo de pocos minutos, habian abandonado el puerto y navegaban por mar abierto. El viento alborotaba el cabello de Nicole y ponia en sus mejillas una nota de color.

– ?Te da miedo dejar que una mujer conduzca esta preciosidad?

Estaban hablando de una verdadera prueba de amor, pero Mitch la llamo con el dedo.

– En absoluto. Ven, ponte aqui -se coloco tras ella para guiarla, tan cerca que Nicole se rozo con su cuerpo mas de una vez, lo cual intensifico el color de sus mejillas.

Mitch hizo un esfuerzo por expulsar de su mente las evocaciones sexuales de la situacion. Nunca habia visto a Nicole tan relajada, tan desinhibida. Adoraba el timon y la velocidad, y llevaba el barco como una marinera nata. Asi se lo dijo cuando detuvieron el motor y soltaron el ancla. A renglon seguido Mitch saco una bandeja con camarones y refrescos, y desplego una sombrilla. No habia olvidado que Nicole era muy blanca de piel, y el sol calentaba con fuerza.

Ambos se sentaron en la cubierta, hombro con hombro, a un palmo de la bandeja de comida.

– Te has tomado muchas molestias, Mitch.

En efecto, asi habia sido. Pero ver como Nicole se abalanzaba ansiosamente sobre los camarones hacia que dichas molestias hubiesen valido la pena.

– No se por que, el agua siempre me da hambre. Suelo traer mucha comida cuando navego.

– Comida y algo mas. ?Eso que he visto ahi detras es un equipo de pesca submarina?

– Si. Llevo poco tiempo practicando el submarinismo, pero he tomado algunos cursillos. Hay muchos barcos hundidos a lo largo de la costa que me gustaria explorar. Pero solo un estupido se sumerge solo. Hacen falta dos para bucear con seguridad… y encontrar a otra persona cuyo tiempo libre coincida con el de uno no es facil.

Un barco paso, levantando una ola, y Nicole emitio una risita. Estaba disfrutando de la excursion. Parecia feliz… inocentemente feliz y vulnerable como la Bella Durmiente al despertar. Seria tan facil besar aquellos labios risuenos…

– ?Has pensado en lo del nino, Mitch? -inquirio Nicole mientras alargaba la mano para tomar otro camaron.

– Si. ?Tienes alguna teoria propia sobre la educacion de los hijos?

La pregunta parecio sorprenderla.

– Si, mas o menos. ?Y tu?

– Bueno… no me gusta la idea de obligar a un nino a crecer segun un molde establecido. Yo tuve que soportar las expectativas de mis padres desde que apenas levantaba dos palmos del suelo. Creo que a un nino hay que ensenarle de todo… juegos, deportes, arte. Y luego orientarlo hacia aquello que lo motive mas.

– Estoy completamente de acuerdo. Me horrorizaria hacer infeliz a un hijo por error. Como madre, quisiera… escuchar. Los adultos siempre estamos hablando, no escuchando.

– Coincido contigo. Ahora pasemos a temas mas espinosos. ?Que opinas de la disciplina?

– ?Que clase de disciplina? ?Te refieres al castigo fisico? -Nicole habia alargado el brazo para tomar otro camaron, pero de repente lo dejo caer. Un enorme barco paso armando gran estruendo y levantado una ola que estremecio el yate.

– ?Te encuentras bien?

– Claro que si. Con lo de la disciplina, ?te referias a dar un azote de vez en cuando? -cuando vio que Mitch asentia, Nicole siguio diciendo-: Bueno… creo que los ninos malcriados y consentidos suelen ser conflictivos a la larga. Asi que, para mi, la disciplina es importante. Pero eso de los azotes…

– Esa parte la dejare para ti -declaro Mitch.

– Vaya, ?ya estas eludiendo los deberes paternales mas duros? ?Que frescura!

– Eh, eh, un momento. ?Tienes sobrinos?

Ella nego con la cabeza.

– Bien, pues yo si. Una vez, mientras cuidaba de mi sobrino Tony, se me escapo y salio corriendo hacia la carretera. Por poco me da un infarto. De modo que le di un azote en el trasero. Me senti culpable durante los tres meses siguientes.

Nicole se echo a reir y alargo la mano hacia el. Quiza pretendia darle un apreton afectuoso en el hombro, pero los dedos de Mitch se encontraron con los suyos a medio camino. Y de nuevo sucedio. Una rafaga de electricidad los recorrio a ambos.

El froto la palma contra la de ella, y Nicole lo miro a los ojos con una expresion de fragil vulnerabilidad. Mitch noto que su corazon se elevaba hasta la estratosfera. Ella jamas lo habia mirado asi anteriormente, con aquella calida y suave luz en los ojos. Lo supiera o no, estaba pidiendo a gritos que la besara.

No obstante, la expresion de sus ojos cambio de subito. Retiro rapidamente la mano y su risa ceso como si alguien la hubiera cortado con una espada afilada.

– Eh, que solo estaba bromeando -dijo Mitch-. Me encargare de administrar disciplina si es necesario.

– No se trata de eso -respondio Nik.

– Ademas, me ocupare de los panales. Y le dare de comer por las noches.

– Te repito que no se trata de eso.

– ?Que sucede?

– Vuelve la cabeza, Landers.

El no lo hizo, por supuesto. Por un segundo, permanecio petrificado, porque no entendia lo que Nicole estaba haciendo. Se habia levantado y caminaba hacia un costado del yate como si pensara zambullirse. De repente, Mitch comprendio que no estaba disgustada con el ni con sus teorias acerca de la crianza de los hijos. Y siguio observandola mientras vomitaba en el oceano los camarones que se habia comido.

Capitulo Seis

El lunes por la manana, Nik permanecia asomada a la ventana del despacho. En el exterior, una tormenta arreciaba, descargando un fuerte aguacero. El mar se habia embravecido, y sus olas azotaban furiosamente las rocas de la orilla. Cuando los relampagos rasgaban el cielo, la fantasmal luz plateada conferia al acantilado el aspecto de un castillo, con torreones que sobresalian cual la torre de la princesa en un cuento de hadas.

Nicole penso que se volveria loca. Tenia cientos de cosas que hacer, y alli estaba, sonando despierta con princesas y cuentos de hadas. No le gustaba descargar la culpa en terceros, pero en realidad el culpable de aquella locura era Mitch.

Vomitar delante de el debio haber sido una experiencia mortificante. Sin embargo, Mitch hizo que se sintiera querida, mimada, protegida. ?Era eso logico? Desde luego que no. Obviamente, habia perdido el juicio.

Sin embargo, Nicole siguio mirando la hipnotizadora lluvia, pensando que su verdadera locura habia comenzado con un beso que no conseguia recordar. Como la Bella Durmiente, habia emergido de un profundo sueno la noche de la fiesta. Mitch habia despertado en ella la consciencia de todo aquello que se estaba perdiendo en la vida.

Nicole temia terriblemente haberse enamorado de el. No era el mismo hombre con el que habia colaborado durante tantos meses. Era otra persona. Un amante misterioso e irresistible capaz de transmitirle sentimientos increiblemente extranos y poderosos cada vez que la besaba. La hacia sentirse segura y aterrada al mismo tiempo.

De repente, Wilma llamo repetidamente a la puerta.

– ?Estas ocupada, Nicole? Traigo unos documentos para que los firmes.

– Pasa. Es un buen momento -Nicole se deslizo tras la mesa, meneando mentalmente la cabeza ante la

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