– Tardara un poco en encenderse del todo. Espero que no tengas demasiada hambre.
– La tengo… pero puedo esperar. Se esta muy a gusto aqui, disfrutando del anochecer.
Mitch se sento en la manta, junto a ella, a un brazo de distancia del fuego… temiendo en todo momento que los filetes se estropearan. No obstante, tal preocupacion no le impidio fijarse con detalle en Nicole. Llevaba tejanos, un jersey blanco de estilo marinero y sandalias. El tambien se habia puesto tejanos y, por pura casualidad, un jersey marinero. Parecia una indicacion de que estaban muy compenetrados, aunque Mitch no se enganaba a si mismo. Podia perder a Nicole antes incluso de haberla conquistado. Se sentia presionada. De modo que tenia que obrar con mucha cautela.
Sin embargo, en aquel momento, ella parecia haberse olvidado de sus problemas personales. Tenia el rostro alzado hacia el cielo, la piel tenida con el resplandor del anochecer y el cabello iluminado por el resplandor del fuego. Mitch sintio una punzada en las entranas al mirarla. Su aspecto era tan vivo, tan sensual, cuando se soltaba el cabello…
Nik se quito las sandalias y enterro los pies en la fria arena.
– ?Has construido alguna vez castillos de arena a la luz de la luna?
El esbozo una sonrisa burlona.
– Estas hablando con un arquitecto, carino. He construido castillos de arena de noche, de dia, con la marea baja y la marea alta. Lo malo de la maldita arena es que, al final, se deshace.
– Pero sigues construyendolos, ?no?
– Si. A pesar de todo, merece la pena. Lo divertido es crearlos. Ver como un sueno se hace realidad. El factor de la duracion no me importaba tanto cuando tenia ocho anos -estaba oscureciendo rapidamente. Mitch comprobo el fuego, entono una oracion y por fin trincho los filetes-. ?Que me dices de ti? ?Has hecho muchos castillos de arena?
– No. Ni uno siquiera. Aprendi a nadar de pequena, pero fue en una piscina. Sin embargo, me encantaria probar cuando nuestro pequeno sea lo suficientemente mayor para jugar en la arena.
A Mitch le gustaba oirla hablar del nino. Quiza el embarazo le hubiese llegado como una problematica sorpresa, pero era evidente que Nicole veia a su futuro hijo como una fuente de gozo y de alegria.
– Eso es mucho tiempo de espera. Tendrias que practicar antes. De hecho, te reto a un concurso de castillos de arena despues de la cena.
Ella giro la cabeza con un repentino brillo jugueton en los ojos.
– ?Me daras ventaja por ser novata?
– Por supuesto. ?Que te parece si solo utilizo una mano para construir el mio?
– Uf, no hace falta ir tan lejos. Me parece excesivo. Prefiero que me des unos minutos de ventaja.
– ?Quince minutos?
– Trato hecho -Nicole parecio titubear-. Mitch, nunca has vuelto a mencionar el tema del matrimonio.
Las alarmas internas de Mitch se dispararon como si acabara de declararse un incendio.
– No pense que quisieras hablar de ello tan pronto.
– Si, quiza sea demasiado pronto, pero… -de repente, Nicole parecia muy ocupada mirandose los dedos de los pies-. He estado pensando que quiza me lo propusiste porque te sentias responsable. Como si te preocupase que no pueda arreglarmelas por mi misma.
– Me siento responsable, si. Pero no porque dude que seas perfectamente capaz de arreglartelas por ti misma. Me siento responsable porque ese hijo es tan mio como tuyo, Nik.
– Hay muchas formas de asumir esa responsabilidad. Y el matrimonio no tiene por que ser una de ellas. ?Crees que el amor es fundamental cuando una pareja se casa?
El respondio cuidadosamente.
– Si, lo creo. El amor importa. Igual que el sexo. Pero tambien el respeto, los valores compartidos… Hablar y comunicarse, reirse juntos… Y quiza el amor que se va forjando lentamente sea el que de verdad perdura. La pasion a primera vista suele desvanecerse.
Nicole permanecio callada. Tan callada, que Mitch sintio un escalofrio. Ella lo miro un momento, y luego retiro la mirada.
– ?Que? -inquirio el-. Di lo que piensas. ?No estas de acuerdo con lo que he dicho?
– Cuando una pareja se casa por el bien de un hijo, ?crees que suele funcionar? Yo creo que no, porque ambos se sienten atrapados. Pero, tal como tu lo expones, todo parece distinto, Mitch.
– En ese caso, ?por que pareces de repente tan incomoda?
Nicole lo miro directamente a los ojos.
– No concibo el matrimonio sin sexo. Resulta poco realista e incluso poco sano.
El no lo habria expresado en esos terminos, pero estaba de acuerdo.
– ?Y?
– Y tu me llevas ventaja en ese aspecto, Landers. Recuerdas como fue nuestra primera noche. No es que quiera hacerte una prueba, pero… -la voz se le quebro de repente-. Diablos, estoy haciendo lo que puedo para ser honesta.
– Ya lo veo.
– Creo que necesito decirte algo… pero no quiero que creas que estoy sugiriendo que volvamos a acostarnos.
– De acuerdo -quiza Mitch no la entendiera en absoluto, pero, ?que mas daba? Nicole estaba dispuesta a hablar del sexo y del matrimonio.
– Lo cierto es que… temo que esa vez todo saliera tan bien por pura chiripa. No niego la quimica que existe entre nosotros. Pero tengo miedo de haberte dado una impresion equivocada.
El arrugo la frente.
– ?Una impresion equivocada? ?En que sentido?
– Mitch… soy una mujer fria. No suelo excitarme facilmente ni lanzar por la borda la precaucion para desnudarme delante de un hombre. Quiza lo de aquella noche fue una excepcion provocada por el champan. Yo no soy asi. Y si llegaste a la conclusion de que somos compatibles en ese terreno a raiz de aquella experiencia… En fin, no se…
Mitch se giro hacia ella. Al sentir su subita proximidad, Nicole trago saliva como si tuviera la garganta obstruida.
El le cubrio los labios con los suyos e impidio que siguiera hablando. Ella alzo las manos, como si quisiera alejarlo de si, pero sus dedos se cerraron en torno a sus brazos.
No se habian acostado juntos desde la noche de la fiesta. Pero, esta vez, no se interponia ningun champan entre ambos. Los unicos sonidos que se apreciaban eran el chisporroteo del fuego y el rumor de las olas. Las llamas emitian un resplandor mas que suficiente para iluminar el increible semblante de Nicole, en una noche que poco a poco iba tornandose azul.
Y, de repente, en la mente de Mitch no hubo nada mas que ella, la suave y calida textura de sus labios ajustandose a los suyos.
Necesitaba ser amada. Eso era lo que ocurria cuando uno intentaba reprimir tales necesidades. Cuando escapaban, era imposible volver a sepultarlas. Deseaban salir. Ser libres. El deseo podia tener un poder increible.
Pero tambien podia tenerlo la ternura. Mitch habia cometido un error al hacerle el amor demasiado pronto la primera vez. Un error que no estaba dispuesto a repetir.
Con los ojos cerrados, le hablo de lo hermosa que era, al tiempo que le daba besos dulces y prolongados. Le explico que, si alguien le hacia dano alguna vez, lo mataria. Y siguio besandola. Le susurro que a su lado jamas tendria frio, aunque estuvieran sentados en la cumbre de un iceberg.
Mitch olia el humo, el aroma salado del aire y la fragancia dulce, intima y femenina de Nicole. Podia saborear dicha fragancia en su garganta, donde se habian posado sus labios. Ella emitio un suspiro y le clavo las unas en los brazos. Luego lo apremio para que volviera a besarla en la boca.
Las alarmas sonaron en la mente de Mitch. «No vayas demasiado lejos. Ve despacio. No la presiones.»
Pero dichas alarmas mentales se diluyeron como la tinta en el agua. El esbelto cuerpo de Nicole estaba tan calido debajo del suyo… Con una mano, Mitch le retiro la molesta tela del jersey, prometiendose que se detendria cuando acariciara un solo centimetro de su piel desnuda. Pero al acariciarle el vientre y notar la calidez de su piel, comprendio que no seria suficiente. Su miembro se habia puesto mas rigido que un cartucho de dinamita, lo cual