bonita en la practica. La gente rumoreara acerca de como te quedaste embarazada si no tienes a un hombre a tu lado. A la mayoria no le importara. Pero tienes algunos clientes muy conservadores. Y has trabajado mucho para labrarte una reputacion intachable.

– Te comprendo. Pero no temo que hablen de mi…

– Seguro que no, Nik. A mi tampoco me importa lo que digan los demas. Pero con un anillo de matrimonio te evitarias todos esos escollos.

Nicole se paso una mano por el cabello. Asi exactamente era Mitch en el trabajo. Cuando la plantilla empezaba a discutir, el rara vez alzaba la voz. Siempre tranquilo, practico, sensato. Podia hacer creer a una mujer que un matrimonio entre desconocidos era perfectamente logico.

– Y el nino tendria apellido. Gracias a Dios, la gente ya no suele ponerle a nadie la etiqueta de «bastardo», pero sigo creyendo que el apellido si importa.

Ella trago saliva.

– Todos los problemas que citas son reales, pero no puedo creer que hables en serio. ?No podemos casarnos, Landers! Es una locura. ?Si ni siquiera nos conocemos!

– Me conoces desde hace meses.

– No verdaderamente. Por el amor de Dios, ni siquiera podemos asistir a una reunion de la plantilla sin discutir la mayoria de las veces.

– ?No se te ha ocurrido que quiza la friccion que hay entre nosotros tiene una causa… interesante?

Nicole se detuvo en seco.

– ?Que insinuas? ?Que la causa de esa friccion es la quimica sexual?

– Eso mismo. En principio, pense que se debia a un simple choque de personalidades… Pero la noche de la fiesta vi indicios que apuntaban en otra direccion.

– Con quimica o sin ella, no puedes hablar en serio, Mitch. No estoy en apuros. Ni tu. Aparte de que no tengamos la obligacion de casarnos, no me hago ni de lejos a la idea de que quieras dejarte atrapar por mi.

– ?No?

– No -espeto Nicole-. Somos muy distintos. ?Crees que no se que toda la plantilla me considera una remilgada? No es posible que quieras casarte conmigo. Nos volveriamos locos mutuamente en un par de dias… si duraramos juntos tanto tiempo.

– Coincido en que no tenemos la obligacion de casarnos. Y tienes razon, Nik, quiza nuestra vida en comun fuese una pesadilla -dijo Mitch ironicamente-. Pero eso no lo sabemos… porque nunca hemos intentado pasar tiempo juntos. En privado.

– Es cierto, pero…

Mitch no la dejo terminar.

– Mira, no pretendo convencerte de nada. Pero creo que tenemos poderosas razones para intentarlo. Ese nino es una realidad y forma parte de nuestras vidas. No deseo echar la vista atras en el futuro y lamentarme de no haber hecho al menos la prueba.

Llegaron a las escaleras de la casa. La luna era un globo de blancura fantasmagorica que se reflejaba en las olas del mar. Su luz plateada iluminaba todo lo que Nicole necesitaba ver… salvo a Mitch.

Cuando se giro para mirarlo, estaba de espaldas al mar, con el rostro oculto por las sombras. En ese instante, le parecio muy cercano. Podia sentir la intensidad de su mirada y, aunque no distinguiera su expresion, el pulso se le acelero repentinamente.

– No se, Mitch. Necesito tiempo para pensarlo. No me opongo a que pasemos tiempo juntos. De hecho, es conveniente y necesario. Me gustaria pensar que podemos hablarnos con absoluta franqueza, llegar a entendernos. Pero la idea del matrimonio…

– ?Te parece exagerada?

Ella asintio.

– Si.

El se rasco el menton.

– ?Demasiado anticuada? ?Demasiado inviable? ?Demasiado… cursi?

– Si.

– De modo que quieres olvidar el asunto del matrimonio. Al menos, por ahora.

– Si.

– De acuerdo. Pero que sepas que eres libre de sacarlo de nuevo a colacion si cambias de parecer.

– Muy bien. No lo hare, pero gracias -dado que la conversacion parecia zanjada, Nicole dio un paso hacia las escaleras… pero Mitch le agarro de repente la muneca.

Ella ladeo la cabeza, suponiendo que queria decirle algo mas. Con suavidad, el le solto la mano. Tierna, cuidadosamente, alzo las suyas para enmarcar el rostro de Nicole, cuyo cerebro la previno de que deseaba besarla. No podia creerlo. Pero no se resistio.

Noto como los dedos de Mitch se introducian entre las hebras de su cabello con la suavidad de una pluma. Su boca sabia calida, dulce, evocadoramente sugestiva. Su piel tenia la fragancia del aire salado, mezclada con un aroma limpio y masculino.

Nicole noto un agradable hormigueo, una sensacion cada vez mas intensa… Mitch la afectaba de un modo extrano. No habia otra explicacion. Pero cuando alzo las manos para alejarlo de si, sus dedos acabaron deslizandose por su cintura. Abrio la boca para anunciar que estaban cometiendo una tonteria, y de pronto sintio la lengua de el entre sus labios, avanzando, moviendose, enredandose con la suya.

Las estrellas empezaron a dar vueltas. Como si de pronto se hubieran introducido en un sueno, Nicole empezo a devolverle el beso, a besarlo como jamas penso que pudiera besar a nadie, como si necesitara besar para seguir viviendo. Nada de aquello tenia sentido. Nada. Llevaba asustada todo el dia. Cualquiera podia vivir un momento de locura cuando su mundo se habia visto vuelto del reves. Lo unico que debia hacer era dominarse.

Salvo que ya no se sentia asustada, ni deseaba dominarle. Ningun hombre le habia hecho sentir aquella magia. Pero el calor que ascendia por sus senos y por su vientre la hacia sentirse viva, como si llevara dormida toda la vida hasta entonces. Como si los besos de aquel hombre la hubieran despertado.

Era perfectamente consciente de que habia perdido el juicio. Pero saberlo no impidio que la sangre se le subiera a la cabeza.

Era demasiado grande. Demasiado alto. Tenia que agacharse incomodamente para besarla, pero ella no parecia ser receptiva a los problemas de Mitch. Bastante tenia con los suyos propios. Los muslos de el la rodearon, amandola, excitandola. Sus manos grandes y suaves le acariciaban el cabello, mimandola, venerandola. Los besos se sucedieron uno tras otro, cada cual mas estremecedor y placentero que el anterior, transmitiendole la sensacion de que, por primera vez en su vida, estaba a salvo. Y, al mismo tiempo, expuesta a un exquisito y delicioso peligro.

Subitamente, la luna se torno tan calida y brillante que Nicole tuvo que cerrar los ojos. El oceano azotaba la playa. Sentia como la tension iba creciendo en el cuerpo de Mitch, como sus musculos ardian alli donde ella lo acariciaba, y siguio correspondiendo a sus besos.

Paso un minuto.

Y luego otro.

Lentamente, el levanto la cabeza, interrumpiendo el beso. Tenia la boca tan humeda como la de Nicole, el aliento ronco y entrecortado. El deseo oscurecia sus ojos, y en su rostro aparecia esculpida una expresion tan dura y osada, que Nicole tuvo la impresion de haber visto al verdadero Mitch por primera vez. La yema de su dedo le recorrio suavemente la linea de la mandibula.

– Si -murmuro el-. Es tal como lo recordaba.

Nicole cerro de golpe el cajon del escritorio. Un cliente debia reunirse con ella a las nueve… y ya llevaba un retraso de cinco minutos. El senor Shaw deseaba construir un nuevo edificio de oficinas para albergar su prospera compania de seguros. Nicole y la plantilla se habian pasado dias enteros concibiendo ideas y propuestas atractivas.

Pero, en los ultimos tres minutos, parecia haber perdido toda la concentracion. Para colmo, tenia el estomago revuelto desde que se levanto aquella manana. Era culpa de Mitch. La habia trastornado tanto la noche anterior, que no habia podido pegar ojo.

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