Fue una cupula desesperada, fuera de control, guiada por la lujuria y la necesidad salvaje, una fornicacion incendiaria y egoista, con los dos participantes despreocupados de todo salvo de su consumacion.
Ella llego primero al orgasmo. O bien el espero a que ella lo hiciera para empezar el y la siguio en un orgasmo con una velocidad sincronizada. Al final los dos se tumbaron jadeando al unisono.
– Terminare de desnudarla en un minuto -le dijo entre espiraciones asperas.
– No se preocupe -le dijo respirando con dificultad-. No he pensado en otra cosa en toda la noche. Eso sin tener en cuenta los veintiseis anos… -se freno a si misma antes de decir
La verga se le enderezo a toda velocidad. La idea de los veintiseis anos de deseo reprimido le encendieron una lascivia prodigiosa.
– La desnudare mas tarde -le dijo en voz baja. En una hora mas o menos, penso el, no dispuesto a dejar de hacer el amor pronto. Que hubiera encontrado una senorita virginal tan preparada y caliente, tan desesperada por el sexo en ese remanso de paz era algo que habia que tratar con tiempo, aunque fuera fugazmente. No era que el fuera proclive a especular en las ansias de la lujuria, no importaba quien fuera su companera.
Una fornicacion, precipitada y apasionada: era lo que necesitaba.
Sin tener la experiencia de Darley, Elspeth no sabia como ver sus pasiones en perspectiva. Solo sabia que le deseaba con un anhelo arrebatado e impetuoso. Solo sabia que el placer que el le habia brindado era sorprendentemente hermoso. Se sentia transportada mas alla del mundo cotidiano.
Como si Darley pudiera, sin ayuda de nadie, traerle el paraiso.
Mas familiarizado a los juegos amorosos, Darley no perdia de vista la realidad, aunque la naturaleza de esa realidad era extraordinariamente buena, tenia que admitirlo.
Quitandose los bombachos un momento despues, la invito a tumbarse en medio de la cama y le arrebato las enaguas, la combinacion y las medias de seda en un tiempo record.
– ?Esta caliente? -le susurro ella, tocandose las mejillas ruborizadas con las palmas de las manaos.
– Caliente de mil demonios -susurro Darley, colocandose entre sus piernas como prueba de su afirmacion-. Abra mas las piernas -le ordeno con tono aspero.
Empezo a embestirla con frenesi, como si se tratara de un ariete, retirandose a un ritmo caprichoso. Asi podia zambullirse otra vez y sentir su estrechez lujuriante en torno a el, asi la violencia desenfrenada que ella le inspiraba podia ser apaciguada.
O ligeramente apaciguada.
Ese dia no quedo saciado de ella.
Ni ella de el. Su enconado deseo era tan desenfrenado como el de el.
Se habian apareado con una fuerza impetuosa y momentos de calma extranos y suspendidos.
Se encontraron en la furia y la dulzura.
Sentian una dulce alegria y la histeria mas desmedida.
Estaban aturdidos, si no por amor, por algo muy parecido.
No es que ninguno de los dos se atreviera a admitir algo tan estrafalario.
Tan inconcebible.
Capitulo 14
Mas tarde, cuando sus corazones dejaron de resonar como tambores, cuando pudieron pensar mas alla de aquel momento febril, cuando el sexo ya no capitaneaba cada uno de sus impulsos, tomaron un almuerzo frugal compuesto de pan y queso. Meg les habia hecho una bolsa con provisiones para que bajaran al rio. Se tumbaron sobre la fresca hierba de la ribera, besandose, acariciandose y murmurandose tonterias el uno al otro, el dandole de comer primero, luego ella a el. Bebian a sorbos
– No quiero irme -murmuro Elspeth-. Creo que me quedaria aqui y no volveria nunca a casa.
– La mantendria a salvo. Podria desaparecer y nadie la encontraria.
– Ah… que tentador. ?Y vendria para hacerme el amor y tenerme contenta?
– Cada dia, cada hora, cada minuto. -Para un hombre que habia experimentado todas las sensaciones sexuales, el grado de su implicacion no solo era sorprendente, sino que tampoco tenia precedentes-. Le traeria todo lo que necesitara. Deme una lista cada dia y me ocupare de todo.
– Solo quiero que se ocupe de mi… para siempre…
– ?Ahora? -como si no hubiera tenido ya una docena de orgasmos, su ereccion, su deseo era insaciable.
– Si, si… ahora y dentro de cinco minutos, y dentro de dos minutos… por favor, por favor, por favor -se dio la vuelta poniendose boca arriba, abrio los brazos, elevo las caderas y sonrio de forma sensual y tentadora-. Estoy hambrienta de usted.
El se hundio en su cuerpo un instante despues, sintio su carne tremula alrededor de el y finalmente comprendio, despues de infinidad de mujeres y su libertinaje sin limite, lo que era el placer. Era algo lucido, luminoso y demente al mismo tiempo. Era el vacio del cosmos, la nimiedad de una respiracion, el sentido de haber alcanzado -despues de un viaje arduo y prolongado- el final de trayecto.
Pasaron el resto de las jornadas de las carreras en el Red Lion, aunque con un formato diferente de aquel en el que habian fantaseado tan alegremente. Ninguno de los dos podia hacer caso omiso de las obligaciones conyugales de Elspeth ni de las franjas inquebrantables de los horarios de las carreras diarias en Newmarket. Pero, dentro de esos confines, varias horas al dia eran enteramente suyas.
Hicieron el amor con un sinfin de variantes. Cada roce, cada caricia, cada sensacion se volvia mas exquisita por la naturaleza fugaz del tiempo que compartian. La alegria era fragil y precaria, dulce como la miel. Y recogieron sus capullos mientras pudieron, como lo habian hecho los amantes durante milenios antes que ellos, sin mencionar el manana.
En los intervalos de sus juegos amorosos abandonaban aquella ermita acogedora que se encontraba bajo los aleros del tejado e iban a pescar o a pasear, de vez en cuando, por el jardin aromatico y rebosante de vivos colores. Comian los bocados exquisitos que Meg les preparaba y tomaban el
Darley nunca habia dejado que alguien le viera tan vulnerable.
Elspeth habia reprimido durante tanto tiempo sus pensamientos y palabras que se sentia como un prisionero puesto en libertad en un maravilloso pais de ensueno.
– Si hablo demasiado, dimelo -le musito Elspeth-. De verdad, hazlo.
El se habia reido y la habia besado mas, diciendole:
– Cuentame como era tu madre o cuales eran tus asignaturas preferidas en la escuela… -y la mayoria de las veces-, que caballos prefieres… antes y ahora.
Por debajo de la pasion amorosa que los magnetizaba y los mantenian esclavos, profesaban una devocion igualmente apasionada por las carreras y los purasangre de primera, la piedra de toque de sus vidas. Hablaban largo y tendido de lineas de sangre y pedigries, de las buenas crias. Hablaban sobre buenos preparadores y adiestramiento, de las ventas mas importantes del ano y de las principales carreras de caballos. Era un encuentro agradable y armonioso de ideas, pensamientos y propositos.
Elspeth se pregunto fugazmente si acaso aquella pasion mutua por los caballos tenia algo que ver con la fantastica relacion en terminos de ardiente afectuosidad que mantenian. Pero, por otro lado, habia hablado de caballos durante toda su vida con mucha otra gente y nunca habia sentido eso.
Era Darley, mera y sencillamente… era de una belleza arrebatadora, tenia un cuerpo impecable y poderoso, un encanto inexpresable. Su reputacion complaciendo a las mujeres en la cama no solo se la tenia de sobras merecida, sino que tambien era muy apreciada.
Era una lastima que tuviera que abandonar pronto Newmarket.