Un momento despues abrio de par en par las puertas del armario y saco el primer vestido que vio. Era un traje de noche, de tela fina y plateado, luego empezo a desabotonarse la chaqueta del traje de montar-. Partiremos esta misma noche… en cuanto Grafton se duerma.

Elspeth entro en el comedor cuando el reloj marcaba las siete en punto. Grafton no seguia los horarios habituales. Cenaba temprano.

Cuando Elspeth se acomodo rapidamente en su silla, en un extremo de la larga mesa de caoba, el conde dio una sena al criado para que empezara a servir.

– No soporto la impuntualidad -gruno, frunciendo el entrecejo a la distancia de la mesa-. Procura no llegar tarde manana.

Elspeth no habia llegado tarde, pero no merecia la pena entrar en discusiones. Y puesto que contaba con no estar alli al dia siguiente, le contesto en su lugar:

– Al volver a casa a traves de la pradera sur nos encontramos el camino blando, la tierra mojada nos hizo demorarnos.

– Procura que no vuelva a pasar -la advirtio Grafton, zampando con buen apetito la sopa y sorbiendo estruendosamente.

Ella miro hacia abajo, a la sopa de cebada, que era el producto principal en cada comida desde que el medico le habia dicho al conde que prolongaba la vida y de repente experimento una ligera sensacion de euforia a pesar de la espantosa naturaleza de las recientes noticias. Ese seria su ultimo tazon de sopa de cebada que tendria que fingir comer. Esa seria la ultima noche que tenia que sentarse enfrente de su despreciable marido y soportar sus modales. Era la ultima de todas las noches que contaria los minutos hasta lograr evadirse a sus aposentos.

Aquella noche se pondria en camino para ir a buscar a su hermano, rescatarlo y, con suerte, no volver jamas a aquel lugar infernal. Quiza la enfermedad de Will resultaba ser una oportunidad disfrazada. Quizas encontrarian una pequena casa de campo cuando regresaran y ella podria dar clases o abrir una escuela rural. Ella se contentaria con una vida modesta. Y Will era un hombre de talento. Si no queria ser maestro de escuela, podria buscar otro medio de vida.

El rango que le habian comprado a Will en el ejercito podria venderse con facilidad. Su hermano podria obtener una suculenta suma de dinero solo con los uniformes y, si habian desembarcado tambien sus caballos, podrian ponerlos a competir. Como parte de su contrato matrimonial, ella habia insistido en que Will tuviera una reata de potros de primera categoria para jugar partidos de polo en la India.

Alentada por su nuevo optimismo y mirando con frialdad todas las esperanzas previas que habia depositado en la carrera estelar de su hermano, de repente considero la enfermedad de su hermano como un ejemplo clamoroso de la intervencion de la mano del destino.

Por lo que respecta a la posibilidad de que Will no sobreviviera o que ya hubiera fallecido, se nego a pensar en algo tan espantoso. Con el coraje de sus nuevos convencimientos reforzando su determinacion, miro fijamente, al otro extremo de la mesa, a su marido… que ya tenia la cara colorada de empinar el codo, la pechera de la camisa manchada de sopa… y le dijo con una calma intencionada.

– Hoy he recibido una misiva del oficial de mando de mi hermano -le dijo Elspeth-. Will ha contraido una enfermedad y lo han desembarcado en Tanger. Me gustaria ir a buscarlo y traerlo a casa.

A Grafton se le resbalo de la mano la cuchara sopera, produciendo un sonido metalico contra el tazon, y la miro fijamente con escepticismo.

– ?Tanger? -grito a voz en cuello, escupiendo la sopa sobre la mesa-. ?No seas ridicula! ?Es un lugar salvaje y pestilente! ?No quiero ni oir hablar del tema! -Incluso si Grafton no se habia indignado por la audacia de la que habia hecho gala Elspeth para hacerle semejante, proposicion, su voz, despues de unas copas de vino, adquiria un timbre atronador.

– No puedo abandonarlo alli, a su suerte. Necesita cuidados. Necesita el aire limpio del campo para restablecerse -Elspeth no se permitiria perder la calma. Ya que no habia mas remedio, expondria sus argumentos con logica y cortesia.

– ?Lo mas probable es que tu hermano este muerto! ?Has estado desperdiciando el tiempo y mi dinero! ?Te prohibo rotundamente que te vayas y no se hable mas!

Elspeth empalidecio y, agarrandose con fuerza las manos en el regazo para no gritar, se sento y guardo un sepulcral silencio. Will no estaba muerto. ?No lo estaba! ?Como se atrevia Grafton a decir algo tan detestable! Y si a ella le quedaba alguna reserva, por nimia que fuera, acerca de su matrimonio, los comentarios ruines proferidos por Grafton la ayudaron a disipar con eficacia sus dudas. Elspeth noto que las ventanas de la nariz se le ensanchaban, aspiro profundamente para reprimirse y le hizo una sena al criado para que le retirara el plato de sopa. Nunca volveria a tomar otra cucharada de su asquerosa sopa de cebada.

Elspeth echo un vistazo al reloj mientras un criado le llenaba el vaso a Grafton y otro le servia el segundo plato. Las siete y cuarto. Aquella noche se marcharia, a pesar de que estaba al corriente de las leyes que permitian al marido ejercer un control total sobre la esposa. Empuno el tenedor y el cuchillo, corto uno pequeno pedazo de lenguado y se lo llevo a la boca.

Luego se acomodo, esperando a que su marido se desmayara.

A medida que la cena se desarrollaba, se pregunto si el servicio se habria conchabado a su favor, porque mantenian la copa del conde llena. ?Acaso Addie o Charlie les habian dicho algo? Y no es que no se atreviera a mirar directamente a los criados. Tampoco es que no se atreviera a hacer nada adverso que pudiera levantar las sospechas. En cuestion de unas horas se habria liberado de Grafton Park.

Elspeth comia, bebia. Conservaba la serenidad aunque su corazon latia como un tambor. Sonreir y fingir por ultima vez.

Aunque una vez acabara la cena y una vez su marido se sumiera en su habitual sopor etilico, su principal preocupacion era conseguir dinero para el viaje. No tenia claro si devolveria el dinero al conde o lo consideraria el pago justo a aquellos seis meses de trabajos forzados. Pero, al margen de cual fuera su decision, necesitaria una suma importante de dinero.

Por fortuna, sabia donde guardaba el dinero en efectivo.

Mientras el conde comia como un tragaldabas y bebia hasta la saciedad, Elspeth trazaba su plan, conto el numero de paradas que harian entre Yorkshire y Londres, sacando cuentas de las horas que estarian camino. ?Deberian para a dormir en una posada o bien seria mejor seguir adelante?

Si el conde los perseguia, tal vez lo mejor seria no detenerse.

De una cosa estaba segura. Una vez Grafton cayera dormido, no volveria a despertarse hasta la manana siguiente.

Como minimo, tenian garantizada una ventaja de doce horas.

Cuando el menton de su marido choco contra su pecho y sus ronquidos adquirieron la cadencia constante del sueno profundo, Elspeth se levanto de la mesa, dio las buenas noches amablemente al servicio y se retiro del salon. Cuando alcanzo el vestibulo, miro a izquierda y a derecha, y al no ver a nadie, se dirigio al despacho de su marido. Se colo furtivamente en el interior, cerro la puerta con cautela detras de ella, echo el cerrojo y fue directa al escritorio.

Muy a menudo habia tenido que aguardar delante de aquel escritorio de roble macizo, esperando humildemente a que le diera con cuentagotas dinero para los pequenos gastos. Aunque habia tenido que pasar por el trago humillante en varias ocasiones, al menos ahora sabia exactamente donde buscar. Se situo detras del escritorio y abrio los cajones. Le complacio enormemente encontrar una cartera de piel en el interior. Ahora no tendria que llevar el dinero envuelto en la falda escaleras arriba. Mientras examinaba rapidamente los billetes, se fijo en una cajita laqueada metida en el fondo del cajon. Levanto la tapa y la encontro atiborrada de billetes de los grandes.

Elspeth vacilo, los principios morales de toda una vida la inhibian.

El pasaje a Marruecos seria caro… enormemente caro.

Solo los nobles mas adinerados podian permitirse viajar al extranjero. Y Will podia estar agonizando solo, en una tierra extrana y remota.

Cogio rapidamente los billetes, los apretujo en el interior de la cartera, tenso el cordel, cerro el cajon de un

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