Darley solto una carcajada.

– ?Con este hacen seis u ocho?

– ?Importa mucho?

– En absoluto -sus pequenos trocitos sumaban casi un pastel entero desde que habian tomado el almuerzo en el jardin. Pero siempre gentil, le sirvio el burdeos, corto un pedazo del pastel que quedaba y que se habian llevado a la habitacion y se lo sirvio con una reverencia exquisita.

– Espero que sea de su agrado, mi senora -susurro y se lo dejo encima de la mesita de noche.

– Podrias ofrecerme algo que seria mas de mi agrado -ronroneo Amanda deslizando despacio su mirada hasta detenerse en su objeto de su deseo.

El sonrio abiertamente.

– ?Por que no me sorprende? -escalo por encima de ella, se tumbo desgarbadamente a su lado y le pregunto, con tibieza- ?Primero sexo o el burdeos y el pastel?

Los ojos de Amanda se desplazaron desde la mesita de noche a la creciente ereccion de Darley.

– Primero esto -dijo, alcanzando su sexo.

Cuando el calor de su boca encerro la cima de su pene, Darley se sintio de repente despreocupado ante las disyuntivas que se le habia planteado con la invitacion a cenar de su madre, la sensacion abrumadora de unos fastidiosos dilemas. Las dos semanas que se habia pasado bebiendo contribuian tambien a su perezosa indiferencia a todo lo que pasara mas alla de los confines de la cama, o mejor dicho, de su pene. Y Amanda tenia una encantadora habilidad para albergar casi toda su longitud en la boca. Era un regalo, penso el. Un regalo extraordinariamente exquisito. Cerro los ojos, se concentro en aquellas deliciosas sensaciones.

Despues de que Amanda tragara durante un rato, se giro sobre si misma, se tumbo sobre el pecho de Darley y murmuro a traves del sabor salado:

– ?Le ha gustado el orgasmo, oh dueno y senor?

Darley abrio los ojos ligeramente, con la mirada divertida:

– ?Eres mi criada o mi institutriz? ?O es un nuevo juego?

– Me preguntaba si le habian gustado mis servicios, mi senor. Deberia ser su doncella mas a menudo - protesto.

– No estoy seguro de que tengas la suficiente experiencia -arrastro las palabras Darley, interpretando con soltura su papel-. El ama de llaves ?te ha explicado los detalles de tus deberes?

Amanda le ofrecio una mirada cautivadora.

– Dijo solamente que tenia que hacer todo lo que me pidiera.

– Y si le pidiera, digamos… que me despertara asi cada manana.

– Me sentiria muy honrada, mi senor -su voz era eterea, respetuosa.

El reprimio una sonrisa. Amanda y respeto eran por lo general dos polos opuestos.

– Los horarios pueden ser prolongados -apunto, su expresion era convenientemente severa-. Soy muy exigente.

– Me excito con solo escucharlo -susurro, frotandose contra su pecho, con los pezones tan duros como joyas.

– No tiene permiso para excitarse a menos que se lo autorice -le reprendio, con la arrogancia apropiada-. Mis criadas deben practicar la abnegacion.

Amanda lanzo una mirada a su miembro.

– Usted no practica la abnegacion.

– ?Como se atreve a llamarme la atencion! -su voz tuvo un punto de crueldad-. Puedo despedirla sin dar referencias.

– ?Seria capaz? -pregunto con un murmullo suave, contoneando su trasero con una impaciencia inquieta. El grave grunido de Darley le recordaba lo agresivo que podia ser, si queria. O si ella le provocaba.

Levantandose sobre sus codos, la aparto bruscamente a empujones.

– ?Que te hace pensar que no lo haria, prostituta descarada?

– Preguntele al mayordomo -le dijo-. Le confirmara lo buena que soy.

– No me importa si te follas a la mitad del servicio -espeto Darley-. Si no me complaces, ahi esta la puerta. ?Esta claro? -A Amanda le gustaba ser dominada. Tenia algo que ver con su hermano mayor, aunque el nunca quiso escuchar los detalles. Pero nada la excitaba y la ponia mas caliente que las ordenes tajantes de un hombre.

– Hare todo lo que diga, mi senor, si deja que me quede.

– Ponte a cuatro patas y levanta tu pequeno trasero lo suficiente para que pueda entrar facil. Y no quiero que llores si te duele.

– Oh, por favor, no me haga dano -le imploro, lastimeramente.

– Hazlo y punto -gruno.

Se apresuro a obedecer, exhibiendose tal como le habia pedido.

Darley se puso en pie, examino el trasero exuberante y rosado convenientemente situado, Amanda lloriqueaba un poco, rogandole con fervor tragico que no la lastimara. Esa vehemencia, ?era real o un juego?

El no estaba seguro.

Tampoco le importaba.

Se puso sobre sus rodillas detras de ella, la cogio de las caderas, embistio con su miembro aquella vagina lubricada y resbaladiza. Cualquier cuestion referente al dolor fue desestimada… como el sospechaba. Y con docta diligencia y el dramatismo apropiado, a su debido momento, constato que su antigua, aparentemente insaciable, doncella habia entendido los pormenores de sus obligaciones.

Amanda no deberia haberse sorprendido cuando Darley le dio un ligero beso despues, se levanto de la cama y le anuncio:

– Me voy a Londres.

Mientras le hacia el amor percibio que tenia la mente en otro lado. No es que no la hubiera llevado al orgasmo tantas veces como quiso, ni que el no tuviera varios. Pero sus ojos se habian cerrado de vez en cuando por una vision interior y no estaba segura de si tenia que estar agradecida o disgustada por aquella escena que discurria detras de sus parpados.

Puesto que lo habia encontrado en plena forma, prefirio no detenerse en nimiedades sobre los impulsos que lo motivaban. Puesto que habia sido ella la destinataria de sus pasiones altamente eroticas, ?quien era ella para quejarse de las motivaciones? Pero rodo por la cama para seguirle con la mirada mientras se marchaba. Por curiosidad pregunto:

– ?Para que vas a Londres?

Abrio el armario y saco una camisa.

– Para complacer a mi madre. Supongo.

– Que devocion filial. Estoy impresionada.

– Betsy y los ninos tambien estan en casa.

Como lo habian estado aquellas semanas, penso.

– Ya veo -le dijo. Su vieja amistad era en parte resultado de su talento para saber cuando no debia poner las cosas dificiles-. ?Volveras pronto?

– No lo se -se paso la camiseta por la cabeza y metio los brazos por las mangas-. Quedate, si quieres.

– No tiene sentido que me quede si no vas a volver.

El miro hacia arriba para abotonarse un puno de la camisa.

– Como quieras. Mis planes son inciertos.

Aquel dia, a ultima hora, se encontro incapaz de resistirse a ver a Elspeth, embarazada o no. Y si, de hecho, se iba al amanecer, su margen de accion era limitado. Fuera lo que fuese lo que la llevo hasta la casa de sus padres podia afrontarlo, aunque su razon para ir era sencilla. Y decididamente carnal.

Se puso rapidamente los bombachos, se los abrocho mientras se dirigia a la puerta. Abriendo la puerta un momento despues, grito fuerte, lo suficiente para que el sonido traspasara el pasillo gasta llegar al vestibulo.

– ?Ensillad mi caballo y traedlo!

Antes de que su ayuda de camara asomara por la puerta, con la cara encendida y sin aliento, el marques ya se habia vestido, puesto las botas y buscaba sus guantes. Los cajones de la comoda estaban abiertos de cualquier manera.

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