requeria su presencia en Westerlands House. Darley comio con moderacion, no asi con la bebida, puesto que parecia decidido a acabar con la botella de brandy. Los que bebian Madeira bebian a sorbos aquel nectar sabroso de una forma mas pausada, y el resto de la velada discurrio en una atmosfera de amabilidad tensa o de una emocion muy acusada, dependiendo de la persona.
Elspeth apenas podia evitar el temblor, se sentia muy perturbada ante la presencia de Darley y la intensidad de su mirada. A menudo tenian que repetirle las cosas dos veces antes de que entendiera lo que le estaban preguntando. Y cuando contestaba, sus intentos por seguir la conversacion eran cada vez mas breves e inconexos, al mismo tiempo que sus furtivas miradas al reloj se volvian mas frecuentes.
Por su parte, el marques se encontraba en un estado de celo tan insoportable que no estaba seguro de poder sobrevivir a la farsa de la sala de estar sin estallar de algun modo sumamente inapropiado. Le mantuvo en su sitio la voluntad mas ferrea, a pesar de que habia pensado cientos de veces en tomar por la fuerza a Elspeth, como un salteador de caminos, cargarsela a los hombros y hacerla desaparecer de la habitacion. Por lo que respecta a la conversacion, cualquiera de sus amigos se habria extranado ante el silencio tenso y desacostumbrado en un hombre que destacaba por su chispa y sus replicas ingeniosas.
Cuando el reloj de pie marco las once, su madre dijo finalmente:
– Se esta haciendo tarde y Elspeth tiene que partir manana.
Darley sintio un alivio tan profundo que, de hecho, suspiro en alto. La duquesa le lanzo una fria mirada por su conducta inapropiada, se puso en pie y ofrecio su mano a Elspeth.
– Venga, cielo, Betsy y yo la acompanaremos a su habitacion.
Cuando las damas abandonaron la sala de estar, el duque se topo con la mirada de su hijo por encima del borde del vaso.
– Tu madre ha aceptado el papel de duena.
Darley bajo la cabeza.
– Ya lo veo.
– Alabo tu comedimiento. Una situacion novedosa para ti, supongo.
– Tal como lo dices -respondio Julius con una sonrisa tensa-. Pero
– Te fascina esta mujer, deduzco.
– Por lo visto si.
– ?Estas sorprendido?
– Mucho.
– ?Que pretendes hacer al respecto?
Darley enarco las cejas.
– No tengo la intencion de decirtelo.
– No ofendas a tu madre.
– ?Que?
– Lo que oyes. La nina le gusta. Y a quien no, con esa dulzura y belleza, sin mencionar las tragedias que ha tenido que afrontar durante su joven vida.
Darley se topo con la mirada fija de su padre:
– ?Me estas advirtiendo?
– No me atreveria a decirte lo que tienes que hacer a tu edad. Pero deberias reconsiderar acompanar a la dama a Marruecos. No tienes nada que hacer mas alla de tu acostumbrada vida disoluta, como sabes muy bien. No espero que le hagas una declaracion.
– Me siento aliviado -dijo el marques, hablando cansinamente-, puesto que ya esta casada. Pero permiteme que rehuse por mis propios motivos. Primero, no me atrae la idea de pasar unas semanas en el mar con una mujer -se encogio de hombros-. Son distancias muy cortas. Y ya la oiste. Esta dispuesta a seguir sus propios planes.
El duque examino el licor de su copa un instante.
– Quiza tengas razon. Conserva algo de inocencia, a pesar de todo, ?verdad? -meneo la cabeza-. Es desagradable pensar que esta casada con el canalla de Grafton.
– El matrimonio nunca fue consumado si te hace sentir mejor.
– Ah… ya veo. Desde luego -y se encogio de hombros ligeramente-. Me estoy haciendo viejo. En todo caso, este no seria el primer matrimonio concertado.
– Dinero por belleza -musito Darley-. Una costumbre vieja como la humanidad.
El duque acabo de vaciar su copa, la dejo a un lado y se levanto.
– ?Como esta Grafton? ?Podria enviudar pronto?
– Estais poniendo un interes desmesurado en alguien que acabais de conocer.
El duque enarco ligeramente las cejas.
– Tal vez tengas mas gusto del que me imaginaba.
– Te lo pido, no empieces a hacer planes por mi.
– ?Por que tendria que hacerlo ahora, cuando has estado fornicando hasta la saciedad durante todos estos anos?
– Me reconforta que no te hayas vuelto empalagosamente zalamero en tus ultimos anos.
– Amar a alguien es la felicidad mas plena -sonrio el duque-. Espero que algun dia tengas tanta suerte como yo.
– Solo que no demasiado pronto -observo Darley-. Creo que aun me quedan cinco anos por delante antes de que me alcance la flecha de Cupido.
– Un consejo -murmuro el duque-. El amor no se te presentara cuando a ti te vaya bien. Que duermas bien - anadio con un pequeno temblor de cejas.
– Y puesto que a
– Tu madre la ha instalado alli porque pensaba que a ti te gustaba mucho.
– Ella no podia saberlo. Yo no estaba aqui.
Su padre sonrio.
– Ya conoces a las madres. Ellas lo saben todo.
Capitulo 23
La luz oscilante de los candelabros de las paredes iluminaron el recorrido de Darley a traves de las amplias escaleras y a lo largo del pasillo alfombrado que conducia hasta la Queen's Room, con vistas al jardin de la parte trasera de la casa.
De pie, en el pasillo, al otro lado de la puerta, aguzo los oidos con la esperanza de no escuchar la voz de su madre.
Pero solo encontro silencio. Luego llego la voz debil de Sophie al pasillo, a la que respondia Elspeth con un tono de lo mas dulce.
De repente se pregunto si no habria sido un error haber venido a la ciudad. Tal vez lo que deseaba hacer no le reportaria ningun beneficio, al fin y al cabo. Desde Newmarket solo habia sentido malestar… por unos motivos que habia preferido ignorar. Y ahora que estaba alli, ?acaso una noche con Elspeth seria un remedio para su malestar o solo contribuiria a aumentar su afliccion?
Se alejo y se detuvo al final del pasillo, frente a una ventana. Observo los parterres del jardin abajo, iluminados por la luna, reflexiono sobre si debia volver a Langford. Las horas precedentes haciendose el caballero habian resultado frustrantes.
Habia gozado de una vida en la que se habia permitido todos los excesos, como para estar ahora sentandose en una sala de estar, bebiendo te y de chachara, mientras su ansioso miembro exigia satisfaccion.