por lo sano y esfumarse.
Aun quedandose, cabia la posibilidad de que Elspeth lo rechazara. Y tenia todo el derecho a hacerlo. Las mujeres adoptaban una actitud distante cuando las dejaban de lado, como bien sabia.
Esbozo una sonrisa. A pesar de todo, apaciguar a las mujeres se le daba de maravilla. Uno no se granjeaba una solida reputacion como amante empedernido sin haber aprendido por el camino un repertorio facilon de frases conciliadoras. Y Elspeth no se quedaba el tiempo suficiente para que sus melosas palabras tuvieran consecuencias mayores.
Asi que si queria una noche de sexo con la sensual Lady Grafton, parecia que tendria que poner en funcionamiento la vieja y principal retahila de finos halagos. Quizas incluso podria necesitar hacer uso de una sinceridad nunca practicada hasta el momento.
Lo que ponia en tela de juicio era sobre que debia ser exactamente sincero.
Ademas de con el sexo.
Mientras Darley contemplaba su recien descubierta nocion de la sinceridad, Sophie arropaba a Elspeth en la cama.
– Puede decirle que no -asevero Sophie-. No crea que no puede.
Elspeth recorrio la colcha con las palmas, con los ojos tristes.
– Igual ni se molesta en venir.
– Oh, si que se molestara, de eso puede estar segura.
– Fue estupendo verle de nuevo -dijo Elspeth, abatiendo todos los obstaculos y trabas que deberian haberla hecho desistir de su ciega adoracion, y profirio un pequeno suspiro de deseo-. ?Verdad que estaba terriblemente guapo e imponente?
– No dudo de que sea guapo e imponente como un principe, pero no le acarreara mas que problemas al final, ricura. Aunque se lo mucho que lo ha extranado, asi que no voy a decirle perogrulladas.
Elspeth sonrio a su anciana ninera.
– Si las perogrulladas hubieran despejado mis angustias las pasadas semanas, las habria aceptado con mucho gusto.
– Lo se, lo se -murmuro Sophie, dandole unas palmaditas a Elspeth en la mano-. Le corresponde a usted decidir si tomara el veneno, no hay mas. No es que Lord Darley no sea tremendamente dulce. Por lo que a mi respecta, voy a tomarme una taza de te. Charlie esta esperando en la cocina para contarme los detalles de su charla con los duques. ?Que duerma bien!- anadio Sophie, dandole un beso a Elspeth en la mejilla.
– No voy a poder pegar ojo sabiendo que el esta bajo el mismo techo -susurro Elspeth, poniendose las palmas sobre sus mejillas calientes-. Piensalo por un momento… ?el esta aqui, en alguna parte!
Sophie le guino el ojo.
– Y tal vez ahora mismo este viniendo de camino para verla.
Elspeth se rio.
– Pues vete, vete -le ordeno, en broma, y ahuyento a su criada con un revoloteo de las manos-. Vete ahora mismo.
Sophie bajo por la escalera del servicio y entro en la cocina. La habitacion grande estaba en silencio, el fuego de la chimenea crepitaba bajo, las velas sobre la mesa emanaban un resplandor suave y titilante en medio de la oscuridad.
Charlie la saludo con la cabeza mientras Sophie se aproximaba:
– El esta aqui, segun me han dicho.
– Y ella esta desmayada de deseo, la pobrecita -apunto Sophie, tomando asiento a la mesa, enfrente del cochero-. A pesar de que todo el mundo sabe que es un crapula, un bribon, dispuesto a romper de nuevo su corazon. -Alcanzo la taza de te que Charlie le habia servido y meneo la cabeza-. Sin embargo, no hay manera de hacerla entrar en razon.
Charlie se encogio de hombros.
– La clase acomodada siente a su manera. Imponen sus propias reglas, asi es, y no son las mismas que las mias o las tuyas. Quizas una noche con el le ofrezca algo de tranquilidad. Ha estado totalmente desolada desde que el se fue.
– Pobre pequena. Y un hombre como el, que puede escoger entre todas las damas que quiera de la alta sociedad, o eso dicen -fruncio la boca-. Pero ella lo desea, no hay mas tela que cortar. Quiza tengas razon y una noche con ese granuja le brinde un poco de satisfaccion. Tu y yo sabemos que nuestro viaje puede tener un final amargo, con la muerte llamando a la puerta del pobre Will. Si el apuesto Lord puede hacer feliz a mi senora unas horas -Sophie se encogio de hombros-, ?quien soy yo para decir que esta mal?
Mientras los criados hablaban sobre los meritos y desventajas de la relacion de Darley y Elspeth, los protagonistas meditaban sus opciones.
Nadie habia entrado o salido de la habitacion, se habia fijado Julius, lo que queria decir que Elspeth podia estar, o no, sola. Como recordo, sin embargo, la doncella no dormia con ella. Si Sophie estaba alli, estaria en el vestidor, penso, contando por octava vez los tejos ornamentalmente podados del jardin.
Mientras Darley contaba tejos, Elspeth estaba casi decidida a ir a su encuentro; el unico factor disuasivo era el tamano colosal de Westerlands House. La duquesa habia mencionado unas
Podia preguntar a un criado donde dormia Darley, penso.
?Quedaria muy desesperado?
Y bochornoso.
Mientras transcurrian los minutos, Elspeth llego finalmente a la conclusion de que ni la verguenza ni la desesperacion tendrian importancia si no regresaba de su viaje. Y esa posibilidad era muy real. El viaje entranaba un sinfin de riesgos. El oceano y el tiempo podian ser traicioneros, los piratas campaban a sus anchas por la costa africana, Marruecos era gobernado por el sultan de Constantinopla, pero el soberano local era quien gobernaba como un despota. La unica autoridad inglesa era el consul que habia en Tanger.
Enfrentada con asuntos de vida y muerte, las cuestiones del decoro o la verguenza parecian nimias.
O… completamente insignificantes.
Mientras, Darley, echando a un lado las sabanas, se deslizo de la cama y se arropo con su bata. No estaba dispuesto a contar los elementos de la jardineria por novena vez, decidio, como si hubiera alcanzado cierto nivel de conocimiento de si mismo.
Dio media vuelta y se encamino a grandes pasos hacia la Queen's Room.
A fastidiarla del todo.
O a estrecharla entre sus brazos.
O a recibir una negativa, tal vez, pero no iba a quedarse en el pasillo como un bobo sin sangre en las venas.
Llego a la puerta de la Queen's Room,. empujo la puerta hasta abrirla y entro, cerrando la puerta con un suave ruidito.
Elspeth estaba dando vueltas por la habitacion, los ojos muy abiertos destellando y la bata cenida al pecho.
– ?Estas sola? -le pregunto el marques brusco-. No es que me importe. -La diplomacia habia dado paso, al parecer, a un sentimiento puro.
Ella respiro profundamente, su voz ronca le volvio a traer un torrente de recuerdos indeseados.
– No me hable en ese tono.
Libre de Grafton, permaneceria libre, y basandose en ese despiadado principio, la adoracion estaba penalizada.
El hizo un amago de sonrisa ante su combatividad, siendo ella tan pequena y el todo lo contrario, y siendo esa, ademas, su casa. Pero el estaba alli por una fuerza irresistible que no podia seguir desoyendo y esa vez, cuando hablo, su voz fue dulce.
– Perdoneme. Lo que dije estaba fuera de lugar. Permitame empezar de nuevo -tomo un poco de aire, asediado por una nueva sensacion de proposito solemne-. Llevo mucho tiempo echandola de menos. He intentado