firmado por Zucchi. Teniendo en cuenta sus pies, que se balanceaban, y su sonrisa alegre, se asemejaba enormemente a una nina inocente. «Parece fuera de lugar en una habitacion tan suntuosa e imponente», penso Darley.
O tal vez ella era una bocanada de aire fresco en ese interior tan chic, como una hermosa ninfa de piel rosada o un hada fantasiosa procedente de tierras mitologicas.
El hecho de que la Queen's Room estuviera reservada solo para albergar a los invitados mas distinguidos deberia haber hecho vacilar a Darley. Pero esa noche no tuvo en consideracion que su madre le concediera a Elspeth esa atencion especial. Incluso aunque sospechara las razones. En lugar de eso, entendio que se abria una enorme latitud para el -para los dos- aquella noche, con las horas contadas para estar juntos.
El nunca habia sentido tanta libertad.
Una libertad que le otorgo el derecho de decirle:
– Pense que tal vez estabas embarazada y habias venido a la ciudad para exponerselo a mis padres.
Los ojos de Elspeth mostraron enfado.
– Nunca tendria valor para hacer eso -su cara adquirio repentinamente un aire conjetural-. Y aun asi viniste.
– Como lo ves -dijo simple y llanamente. No podia actuar de otra manera… sin llegar a comprenderse a si mismo, por que habia ido, a pesar de esa responsabilidad.
– ?Que hubieras hecho si estuviera embarazada?
Darley se encogio de hombros, vestido unicamente con sus bombachos.
– Probablemente nada.
– Porque no tendrias que hacerlo. -No permitiria distraerse con su belleza fisica cuando su respuesta habia sido de una franqueza grosera, pero lo estaba. Era una masculinidad imponente: musculatura desarrollada, fuerza bruta, un rostro bello digno de un dios.
– Estas casada -apunto con otra observacion sincera, aunque sintio una extrana satisfaccion de propietario sabiendo que habia sido su primer amante.
Su afirmacion de manera desapasionada tambien era rotundamente masculina.
– Eso es verdad -le dijo, consciente de las reglas que gobernaban la sociedad. Los hombres estaban exentos de responsabilidad a menos que se les llevara ante los tribunales. No era habitual entre la aristocracia, donde el escandalo no se admitia abiertamente-. Sin embargo, podria atribuirte la paternidad -su voz cobro una inflexion acusatoria-. Tendrias que asumir alguna responsabilidad economica.
– ?Que te hace pensar que rebatiria mi paternidad?
– Supongo que tendria que estar agradecida por esto -dijo entre dientes-. Por otro lado no es una preocupacion para ti el dinero, ?verdad?
El suspiro.
– Lo siento. Te he hecho enfadar -su mirada oscura se topo con la de ella-. ?Deberia irme?
– ?Porque no estoy embarazada? ?Para que?
– Me disculpare, al menos -le dijo, intentado abrirse paso a traves de ese intercambio potencialmente explosivo-. El mundo puede ser cruel, lo se.
– Porque es un mundo de hombres -le dijo con brusquedad.
El medio levanto sus manos en un gesto de rendicion, indefenso ante su afirmacion-. No se que hacer ahora, entonces. Si tienes alguna sugerencia…
– Podria. Depende.
– ?De que? -La mirada de Darley era vigilante.
– De si le da miedo hacer el amor con una mujer que puede ser mas directa de lo que esta acostumbrado -le dirigio una mirada inquisidora-. Despues de unas semanas montando a caballo en Yorkshire no estoy dispuesta a ser una abnegada. Ni puedo ver las convenciones o las reglas que importan particularmente ahora. Si te llevo a la cama o no es solo asunto mio y tuyo. -Elspeth enarco levemente las cejas y de repente sonrio-. ?Entonces?
– No tienes por que decirmelo dos veces -se quito los bombachos con la velocidad de un rayo-. En realidad -le dijo con una sonrisa complaciente-, no estoy seguro de que me hubiera ido a pesar de tus deseos.
– La arrogancia te sienta bien. Lo sabes, ?verdad? -en lo mas recondito de su ser sabia que no hubiera podido rechazarle.
– No se de que me hablas. Excepto que me complace enormemente que me desees.
– Bien -Elspeth dio unas palmaditas a la cama, una costumbre mundana descartada para tentativas mas agradables.
Tenia en mente la brevedad del tiempo que les quedaba por delante-. Ven a darme placer, ya que me quedare sin el durante mucho tiempo.
– Pareces mas fragil de lo que recordaba -observo salvando la poca distancia que habia hasta la cama-. Procurare no hacerte dano.
– No te preocupes por mi. Lo que te pido es que me des orgasmos suficientes para poder soportar las largas y solitarias semanas en el mar.
– Dime cuantos -le susurro, tumbandola sobre su espalda y siguiendola hacia abajo-. Y veremos lo que se puede hacer…
Era tan bueno como prometia, le hizo el amor con increible dulzura, en contraste con su reciente interludio en Langford, donde el sexo habia sido sexo y solo sexo… pura y simplemente.
Esa noche era diferente. El inspiro amor con sus besos sin retroceder alarmado. Esa noche se atrevio a decir:
– Pasa a verme cuando vuelvas. Dejame tener el placer de conocer a tu hermano.
– Lo hare -le dijo, deseandolo con todo el corazon, incluso sabiendo que no podria. Si tenia la suerte de volver con Will, no podria ver nunca, nunca a Darley. Porque si lo hiciera, sabia que estaria perdida. Ser una concubina le quebrantaria el espiritu.
El se comporto de la mejor de las maneras, en todos los aspectos, midiendo cuidadosamente cada una de las respuestas de Elspeth mientras hacian el amor, atento, solicito, deseando aumentar al maximo el placer de ella, concentrando su ingenio y talento sexual para ofrecerle una profunda satisfaccion.
Darley sintio que esa noche de pasion era alarmantemente significativa.
Era el equivalente a destilar una decada o mas de experiencias lascivas en un afecto concentrado, tan puro que le empujo a reconsiderar los recientes sermones de su padre acerca del amor.
No es que fuera a abandonar su bagaje anterior y a asumir una nueva personalidad. Pero tenia que admitir que habia algo intrinsecamente satisfactorio en hacer el amor a una mujer que involucrara todos los sentidos y no solo al miembro viril.
Los sentimientos de afecto, a pesar de todo, para un libertino largamente asentado, no iban a hacer que la decencia se convirtiera en la pauta de comportamiento y, en el transcurso de la noche, olvido sus caprichos poeticos en beneficio del familiar extasis de la liberacion orgasmica.
Y mucho, mucho mas tarde, cuando los dos estaban medio somnolientos, Elspeth se acurruco mas cerca de el y le murmuro algo entre suenos.
Darley se desperto con el sonido de la voz de ella, luchando contra el sueno despues de dos semanas de dormir poco y descansar menos en Langford.
Elspeth abrio los ojos, parpadeando, como si ella tambien estuviera compenetrada con sus movimientos.
– ?Mas? -le pregunto amablemente, su voz ronca por la fatiga.
Ella sonrio y le dijo que no con la cabeza, sus ojos volvieron a cerrarse.
El se obligo a permanecer despierto un rato, solicito a sus necesidades, galantemente deseoso de mitigar su pasion si asi lo requeria.
Pero su respiracion pronto se adapto al dulce ritmo de la somnolencia.
Y solo entonces cayo dormido.
Capitulo 24