Julius enarco una ceja.
– En cambio tu parece que hayas dormido aqui.
– Asi fue, al fin y al cabo. A primera hora de la noche hice uso de la cama de la condesa Aubrey -le confeso dibujando una amplia sonrisa.
– Porque su marido estaba persiguiendo a la hermosa Perdita, supongo -Julius se dejo caer en una silla e hizo una sena al camarero.
– Tal cual -el vizconde levanto el vaso ligeramente-. La condesa necesitaba consuelo.
– Se consuela con regularidad y… -la voz del marques adopto un tono sardonico- con gran diversidad.
– Lo que explica su… digamos… pericia. Lavinia tiene un encanto especial.
– Un encanto acrobatico.
– Asi es -le dijo Charlie, guinandole un ojo-. Podria poner en ridiculo a un caballista de circo.
– Rezo para que no hubiera ningun caballo involucrado.
– Solo el impudico semental Stanhope.
– Me tranquiliza saberlo -murmuro Julius.
– ?Tu… con escrupulos? -el vizconde dirigio a su amigo una mirada cargada de escepticismo-. ?Desde cuando?
– Supongo que en cuanto a animales se refiere. Soy un purista. Me gusta fornicar, simplemente -el marques alzo la mirada mientras se le acercaba un camarero-. Una botella de brandy -pidio Julius, y luego le lanzo a su companero una mirada interrogativa. Charlie asintio con la cabeza y Julius levanto los dos dedos-. Que sean dos.
– Se rumorea que has estado haciendo el ermitano en Langford, en compania de Amanda como diversion. Tienes suerte de que Francis Rhodes no le importe, tan ocupado como esta besandole el culo a Pitt.
– Para tratar con Francis no se precisa la suerte. Besa todos los culos que tengan un poco de poder y dinero, y yo tengo ambas cosas -y se encogio de hombros-. En cualquier caso, Amanda esta libre de restricciones para tomar sus propias decisiones. Es una viuda, no una inocente doncella.
– Entonces, amigo mio -pronuncio lenta y pesadamente- ?que mujer digna de atencion te ha tentado para que vengas a la ciudad, cuando no te has movido de Langford durante semanas? -Con Julius era una obviedad: tenia que haber una mujer de por medio.
– Lady Grafton.
Su sorpresa era manifiesta. El vizconde cambio su postura arrellanada.
– ?Aqui? ?En la ciudad? ?Sola o con su depravado esposo?
– Sola. Y estaba aqui. Zarpara con la marea matutina. -La voz de Darley era neutra, cada palabra, premeditada.
– ?Adonde?
– A Tanger. Desembarcaron a su hermano y a los companeros de su regimiento que contrajeron fiebres durante el viaje a la India.
Charlie sonrio abiertamente.
– Deduzco que tambien necesitaba consuelo.
El marques tardo un milisegundo en contestar. La nocion que tenia Charlie de consolar diferia con mucho de lo que habia ocurrido la pasada noche en la Queen's Room.
– Llamalo como quieras -le contesto Julius, reprimiendo el arrebato de emocion que le produjeron los recuerdos todavia recientes-. Dejame solo decirte que el viaje a caballo valio la pena.
– ?Cuando regresa?
– Quien sabe -le respondio encogiendose de hombros.
– En ese caso, ?vuelves a Langford o Amanda se enfado cuando la abandonaste? -espero que Darley cogiera el vaso de brandy que le habia traido el camarero para anadir-: Amanda se pondria hecha una fiera cuando saliste por la puerta.
El marques apuro la mitad del brandy y dejo que el alcohol mitigara por un momento sus sentidos.
– Si se enfado -comento Julius finalmente-, no me di cuenta.
– No te molestarias en comprobarlo, querras decir, cuando el rabo te dirigia a Londres.
– Posiblemente, pero Amanda siempre acepta unas disculpas en forma de letra de cambio para saldar sus deudas de juego. Apuesta demasiado alto.
– Igual que tu.
– No es demasiado alto si uno se lo puede permitir.
– Y si tu padre es comprensivo.
– Papa, en su juventud, hizo las mismas locuras. ?Como quieres que no sea comprensivo?
– Yo no tengo tanta suerte. Desde que mi padre ha abrazado la religion en su vejez, parece que la memoria le haya abandonado -dijo el vizconde con un bufido. Darley sonrio.
– Mi padre tuvo un altercado con un teologo de la iglesia, este le envio al infierno y desde entonces rechaza el dogma teologico. Y, por lo pronto, no volvera al pensamiento de Dios.
– Que suerte tienes, tu -le dijo Charlie con una sonrisa-… y las casas de juego que frecuentas.
Julius levanto el vaso para brindar.
– Por la indulgencia de mi padre -Julius esbozo una mueca-. Excepto por el carino desconcertante que muestra por Lady Grafton. Parece que este enamorado de ella.
– Hablando de enamorados -apunto Charlie-. ?Acaso tienes ahora el corazon roto por la dama que ha zarpado?
A punto de tomar un trago, Darley hizo una pausa, detuvo el vaso cerca de sus labios.
– ?Como dices?
Charlie agito las manos para poder desarrollar sus pensamientos.
– Pareces un poco apagado esta manana. No tienes tu garbo y despreocupacion habitual.
Despues de tomar un trago de brandy, Darley apoyo el vaso en el brazo de la silla.
– Estoy cansado, eso es todo. Lady Grafton no me dejo dormir en toda la noche y despues tuve que hacer el numerito con mis padres esta manana.
– ?Tus padres! Me estas diciendo que has hecho el amor con ella en casa de tus padres.
– Alli es donde estaba ella.
Charlie arqueo las cejas hasta el lugar donde le nacia el pelo.
– ?Por que diablos estaba alli?
– Es una larga historia. No tienes por que salivar. No es nada excitante. Betsy descubrio que estaba en la ciudad… la invito a casa y ahora ella y mis padres adoran a Elspeth. Y ellos, a su vez, me miraron como a un bribon por no querer acompanarla en su viaje a Marruecos.
– ?Por todos los diablos! ?Por que tendrias que hacer eso?
– Es lo mismo que les dije yo, aunque con un poco mas de tacto. ?Te imaginas varias semanas en alta mar con una mujer? -Julius resoplo-. Seria un infierno.
– Jesus… una idea espantosa. Ten -dijo el vizconde, inclinandose para servir mas brandy en el vaso de Darley-, bebe.
Darley se lo bebio de un trago, el alcohol era un viejo remedio para cualquier malestar.
Luego, acomodandose en la silla de cuero desgastado, inspecciono la sala con un gratificante sentimiento de bienestar. Aislado de los caprichos del mundo, rodeado de amigos, aquel acogedor y confortable club era el baluarte de las prerrogativas masculinas, una ciudadela del status quo y, en su caso, el bastion personal contra cualquier adulteracion de su libertinaje y forma de vida, altamente satisfactoria.
– Los padres no lo entienden -comento Charles con cierto desprecio mordaz-. La razon por la que nos divertimos a costa de amantes y prostitutas es porque los compromisos son
– Mi padre siempre lo ha entendido asi. Hasta que conocio a Elspeth y, al parecer, ha cambiado de opinion. «?Por que no acompanas a Elspeth a Marruecos?», me dijo. «No tienes nada mejor que hacer.»
– Caramba. ?Por que querria atarte a una dama con la que solo te has acostado una o dos veces? Tu padre era sinonimo de desenfreno. Deberia de tener mejor criterio.
– Le exprese estos sentimientos de una forma mas diplomatica. Ni se inmuto. Empezo a hablar de la felicidad