con savoir faire.

Y para cuando llego el brandy, su susceptibilidad habia dado paso a la despreocupada neutralidad que el preferia.

Mientras desayunaban, hablaron de todo y de nada. Darley desenrollo los mapas y le mostro el itinerario con ayuda de un cuchillo, asegurandose de que entendiera que Malcolm la atenderia sus necesidades.

– Pidele cualquier cosa. Es un hombre de recursos.

Elspeth supuso que no podia considerarse un deber de Malcolm que cogiera al marques por la fuerza y lo embarcase a bordo.

– ?Lleva mucho tiempo a su servicio? -le pregunto Elspeth, en lugar de lo que realmente estaba pensando.

Darley se detuvo a pensar un instante.

– Casi diez anos. Vino a buscarme desde Edimburgo, se presento con las mejores recomendaciones, y ha estado a la altura, e incluso las ha superado con creces. -Era asombroso como le habia calmado el brandy. Podia mirar a Elspeth y apreciar su belleza y encanto sin querer retenerla en Londres, a su lado.

Cuando penso en la expresion retenerla a su lado, sintio que le faltaba el aire en la garganta. Santo Dios… nunca, jamas se le habia cruzado por la cabeza querer retener a alguien, en Londres o en ninguna otra parte. Todos los tiernos recuerdos de las noches pasadas se ponian a volar en desbandada a la fria luz de la manana. Siempre habia evitado lo permanente como si huyera de la peste. La idea de las relaciones largas le resultaba abominable. Merde, por todos los infiernos. Necesitaba otro brandy. Y quizas un adieu apresurado. Echo un vistazo al reloj.

– ?Es hora de marcharse? -tambien Elspeth se estaba esforzando por tener que conversar serenamente cuando no se sentia ni mucho menos asi: el hombre al que mas queria no la correspondia. Incluso cuando su madre habia intentado presionarle la noche anterior se habia negado a acompanarla a Marruecos. No una vez, sino dos.

– Tal vez haya llegado la hora -dijo Darley secamente, dejando el vaso.

De repente, Elspeth se puso en pie, como si ella fuera un titere y alguien hubiera tirado de sus hilos.

– Gracias de nuevo por todo. Has sido muy amable.

El se levanto y hablo en un tono igualmente insulso.

– Si a tu regreso necesitas cualquier cosa, no dudes en llamarme. Y mis mejores deseos para tu hermano enfermo.

– Gracias. -Que mas podia decir cuando el aire estaba cargado de tension. Miro detenidamente la puerta del vestidor-. Quiza deberia mandar llamar a Sophie.

– Creo que esta abajo. Vamos a buscarla -le tendio el brazo como lo haria un caballero en una fiesta y ella lo tomo como lo haria una dama que no tuviera otra cosa mejor que hacer que dar un paseo con un amigo ocasional.

Y siguiendo las convenciones y, dadas las circunstancias, siguieron interpretando sus respectivos papeles cuando fueron al piso de abajo.

La familia de Darley estaba charlando mientras esperaban en el vestibulo. Sophie, Charlie y Malcolm aguardaban cerca de la puerta.

La despedida fue breve. El marques se ocupo de eso, guiando a Elspeth de un miembro de la familia a otro, como si estuvieran en la fila de una recepcion.

Elspeth, a un paso de sufrir una crisis nerviosa, agradecio las prisas del momento. Manteniendo la compostura contra su voluntad, y sabiendo que pronto partiria, dio amablemente las gracias a sus anfitriones.

Los duques y Betsy fueron gentiles, ofreciendole su hospitalidad cuando esta regresara y dijeron todo lo que era presumible decir en una despedida.

Darley, elegante y cortes hasta el final, la acompano afuera, donde la esperaba el carruaje negro y reluciente del duque y cuatro criados. Despues de acomodarla en el interior del coche, le sujeto los dedos durante un momento prolongado, luego sonrio y retrocedio un paso para que pudiera entrar la servidumbre y Malcolm. Cuando todos tomaron asiento, un lacayo cerro la puerta, se oyo el chasquido de un latigo y el carruaje se puso en marcha.

Elspeth, inclinandose hacia delante, miro a traves de la ventana e hizo un gesto de despedida con la mano a la familia, que estaba de pie en el porche.

Luego se reclino hacia atras, endurecio la expresion con una sangre fria que distaba mucho de sus verdaderos sentimientos. Prometiendose solemnemente no llorar delante del secretario de Darley, desvio sus pensamientos por la fuerza hacia el viaje que estaba a punto de emprender.

– Tendremos un viento propicio para navegar -observo Malcolm, senalando a la bandera del duque que indicaba que estaba en la residencia. Estaba ondeando con la brisa en la cuspide de la cupula principal.

– Ya lo veo. Estoy impaciente por iniciar el viaje -dijo Elspeth, como si fuera a embarcar en un crucero de placer.

Como si todas las cosas fueran agradables en su mundo.

– Por lo que me han contado, procede de Edimburgo -le comento Elspeth-. A menudo iba alli para asistir a las carreras.

– Mi familia no participaba en las carreras, pero he estado en muchas de ellas con el marques por trabajo, tambien en las de Edimburgo -respondio Malcolm, compadeciendose de esa nueva amante de Darley, repudiada por el, y llevando el peso de la conversacion durante todo el trayecto hasta el muelle.

Podria ser que se estuviera quitando de encima a Lady Grafton, medito Malcolm durante ese trayecto, pero el comportamiento del marques daba a entender que la tenia en alta estima, aunque se habia despedido a la francesa. Darley no solo habia dejado que Lady Bloodworth se quedara descansando en Langford, sino que tambien habia partido precipitadamente a Londres cuando apenas habia salido del dormitorio durante semanas.

Pero ?y la oferta de su barco?

Aquello no tenia precedentes.

El marques nunca habia permitido que alguna dama subiera a bordo del Fair Undine. Las damas traian mala suerte en la mar, el siempre lo decia. Era un asunto interesante, aquel. Con el que tendria tiempo mas que suficiente de familiarizarse durante los largos dias en alta mar.

* * *

Capitulo 27

Darley alego que tenia que atender unos asuntos para abandonar la casa de sus padres, donde le habrian asediado con reproches unanimes, y tomo el camino hacia el refugio sagrado de Brooks. Encontraria a jugadores y borrachos empedernidos todavia de juerga desde la noche anterior, mientras que las mentes despejadas, que habian dormido en sus correspondientes camas, estarian alli, leyendo el periodico de la manana. Por encima de todo, no queria estar a solas con sus pensamientos.

Necesitaba distraccion, diversion, una buena dosis de brandy, y los alrededores familiares del club le recordaban que las pautas de su vida no habian cambiado.

Y eso parecia… En el momento que puso un pie dentro de la sala de juego un ruidoso griterio le dio la bienvenida, y alli estaba Charlie Lambton con una bebida en la mano, haciendole gestos desde una silla, al lado de la ventana.

Ah… el equilibrio se restablecia en su vida.

– Has pasado una noche tranquila, se nota -le dijo Charlie cuando se le acerco, haciendole un gesto con el dedo para que se aproximara y asi comparar la elegante indumentaria de Julius con su ropa arrugada despues de toda la noche.

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