La duquesa hizo una pequena mueca.

– Me decepcionas.

– No puede ser de otra manera.

Su madre suspiro, la probabilidad de presionar a su hijo hacia tiempo que habia desaparecido.

– ?Voy a despertar a Elspeth o ya esta despierta?

– Esta durmiendo, pero ire a despertarla -Darley, sensible y con los nervios de punta, no estaba de humor para soportar los disparates de su madre.

La duquesa no respondio a su respuesta brusca… o tal vez tuviera motivos ocultos. Quizas esperaba que su hijo se sobrecogiera por el tierno sentimiento de volver a ver a Elspeth y cambiara de opinion.

– ?Hay tiempo para el desayuno antes de que Elspeth se ponga en camino o la marea no lo permite?

– Haz que le suban el desayuno. Asi Elspeth podra dormir un poco mas. Nos reuniremos todos abajo en una hora. Avisa al capitan -anadio Darley con una inclinacion de cabeza en direccion a Malcolm-. Todavia tiene tiempo de embarcar suministros suplementarios.

El barco de Darley siempre estaba listo por si el marques sentia el irrefrenable deseo de viajar al extranjero. Los enredos comprometedores con sus acompanantes femeninas motivaban a menudo estas decisiones, dos semanas o mas lejos de Inglaterra eran suficientes para que la colera de una amante se fuera apaciguando poco a poco. O a veces, cuando sus divertimentos le hastiaban o bien con el paso del tiempo se hacian demasiado freneticos, se lanzaba a la mar, buscando un respiro del tedio en medio de los vastos confines del oceano.

* * *

Capitulo 25

Elspeth se desperto cuando Darley regresaba, como si hubiera sentido su presencia en el mismo momento que habia entrado en la habitacion.

Ella sonrio.

– Te has despertado temprano.

– Malcolm y yo hemos trazado el itinerario hasta Tanger -le informo Julius mientras se acercaba a la cama.

Un arrebato de pasion le atraveso los sentidos. ?Acaso podia atreverse a esperar que Darley la acompanara a Marruecos?

– Malcolm te llevara en el Fair Undine. Es extraordinariamente competente. No podrias estar en mejores manos.

Excepto en las tuyas, penso Elspeth, desterrando con rapidez aquellos suenos fantasiosos. Debia de tener mas sentido comun.

– Gracias por tu generosidad -le dijo Elspeth en su lugar-. Estoy en deuda.

– En todo caso, soy yo quien esta en deuda -murmuro Julius, deteniendose al pie de la cama-, por todo el placer que me has dado.

No estaba preparada para responder de forma habil, sus emociones la hacian tambalearse al borde del abismo despues de la pasada noche. Pero aquella cortesia relacionada con el ofrecimiento a viajar en su barco eran facilmente pronunciables.

– Que amable al ofrecerme el Fair Undine -le dijo Elspeth-. Si puedo recompensarte de alguna manera en el futuro por el uso de tu barco, lo hare.

– No hay resarcimiento que valga. Para mi es un placer ayudarte. -Presa de una inquietud desconocida, Darley echo un vistazo al reloj.

Ella se dio cuenta adonde dirigia la mirada.

– ?Es la hora?

– Dentro de poco. Me he tomado la libertad de ordenar que te preparasen un bano -Julius sonrio, aunque no con la desenvoltura habitual-. El agua esta siempre muy solicitada en alta mar.

Elspeth se levanto, comprendiendo que debia comportarse con dignidad. Darley nunca confundiria el placer amoroso con cualquier otra cosa, ni aceptaria el sentimentalismo sensiblero.

– Sophie debe de estar esperandome -dijo Elspeth, apartando a un lado las sabanas y tratando de alcanzar su ropa.

– Asi es. -No podia evitar mirarla, sus ojos se sintieron atraidos por sus exuberantes formas cuando salia de la cama. Pero miro igual de rapido hacia otro lado; su desnudez le suscitaba infinidad de sensaciones no deseadas-. Te traeran el desayuno cuando hayas terminado.

– Piensas en todo -dijo Elspeth con voz traviesa.

Darley enarco las cejas en reaccion a su tono.

– Eso intentamos. -Darley no tenia la intencion de mostrar ni atisbo de su genio. La pasada noche habia sido memorable. No deseaba que el tiempo que les quedaba para estar juntos se plagara de resentimiento-. Me vestire mientras tomas el bano y luego volvere con las cartas de navegacion para ensenartelas durante el desayuno.

Elspeth se esforzo en seguir las normas de cortesia de manera tan educada como el. Estaba en deuda. No podia estar en desacuerdo con un hombre que le habia dado tanto placer solo porque no la acompanaba a Marruecos.

– Perdoname -se disculpo Elspeth mientras introducia los brazos por la bata-. No pretendia comportarme como una desagradecida.

– No hay nada que perdonar. Eres del todo perfecta -comento Darley, galantemente, aliviado al ver que cubria sus grandes pechos y su sedoso pubis con la parte delantera de la bata, antes de que perdiera el control-. Puesto que nuestro tiempo es limitado -le dijo con una leve sonrisa-, te sugiero que te des un bano rapido.

Que delicado era evitando las emociones. Que experto en la materia. Tomando nota de la afabilidad que le brindaba, Elspeth le devolvio la sonrisa y en respuesta sonrio mientras se cenia la bata con un nudo.

– Quedo a la espera de ver las cartas de navegacion. ?En veinte minutos?

Darley asintio con la cabeza.

– En veinte minutos.

Elspeth miro atras antes de entrar en el bano porque no habia oido la puerta. El permanecia de pie, en el mismo sitio donde lo habia dejado, con una expresion hermetica, agarrando la columna del pie de la cama. La tension de sus brazos era visible en la disposicion tensa de los hombros.

Cuando ella se giro, Darley sonrio precipitadamente y le envio un beso. Despues de agacharse para recoger las botas, salio de la habitacion dando grandes zancadas.

Que inflexible parecia alli de pie. Severo, distante. Hasta que esa sonrisa seductora brillo con su maestria habitual. Que lastima que ella no tuviera fuerzas para resistirse a su glorioso encanto. Pero por otra parte, ?que mujer las tenia?

Se dijo en su fuero interno que no iba a llorar ahora que todo habia acabado. Llorar era inutil, en cualquier caso. Ni queria darle la oportunidad a Sophie de que le soltara un ya se lo dije.

Enfrentaria su perdida como una mujer adulta y sensata.

Pero en el mismo momento que entro en el vestidor, se echo a llorar y corrio al encuentro de su anciana ninera.

Sophie la abrazo fuerte, dandole unas palmaditas en la espalda con suavidad, susurrandole en el pelo:

– Tranquila, tranquila, mi nina mimada… pronto se sentira mejor… todo necesita su tiempo. Deje de llorar, tesoro. Llegaran tiempos mejores. Encontraremos a Will y lo traeremos a casa sano y salvo, y los dos empezaran una vida feliz.

Ojala fuera cierto. Ojala Sophie pudiera arreglarlo todo en ese instante como habia hecho en el pasado, penso Elspeth, sollozando en el hombro de su ninera. Pero la vida no era tan sencilla como cuando era nina. Una golosina o una palabra amable, o un paseo en su caballo favorito eran suficientes para hacer desaparecer todas sus penas.

Y no importaba que Sophie le dijera que pronto se sentiria mejor porque su corazon se habia roto en mil pedazos.

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