– Posee una enorme resistencia. Es una caracteristica de su raza, es un berberisco del Atlas. Disfrutara cuando lo pruebe, Lady Grafton.

Elspeth intento no malinterpretar los comentarios del marques. Controlate, se decia para sus adentros. Solo estaban hablando de caballos y estaba reaccionando como una adolescente inquieta ante los comentarios mas inocentes.

– Si se presenta la oportunidad, estoy convencida de que disfrutare montando a Skylard, senor. Sin embargo, llevamos una vida tranquila desde que mi marido se puso enfermo. Pero gracias por su ofrecimiento. ?Por que no se sientan?-les ofrecio con buenos modales, cuando lo que en realidad deseaba era sacar a empujones a los invitados y evitar cualquier complicacion. De su marido, o no.

– ?Oh, mira! -exclamo Amanda, mirando por la ventana-. ?Que canasta de violetas mas hermosa! ?Adoro las violetas!

Amanda se las ingenio para dejar a Julius a solas, abrio la puerta de la terraza y salio al exterior para examinar la canasta de sauce de la balaustrada.

– ?Por que ha venido? -le musito Elspeth en el mismo segundo que Amanda cerraba la puerta tras de si-. Lo siento… que grosera… por favor, disculpeme -dijo tartamudeando, sonrojandose violentamente a causa de lo poco elegante de su comportamiento-. No tendria que haber dicho… quiero decir… no se lo que me ha pasado…

– No pude evitar venir a verla. -Unas palabras sinceras, insolitas en relacion con el marques, para quien el amor no era mas que un juego. Y si Grafton no hubiera estado a punto de aparecer de un momento a otro, Julius la habria tomado entre sus brazos y ahuyentado sus temores, cualesquiera que fueran, a base de besos.

– No deberia de haber venido. El puede… bueno… usted no se hace cargo de mi… situacion -Elspeth no quitaba ojo de la puerta del vestibulo, temblaba a ojos vista-. Mi marido… -respiro hondo- es un hombre muy dificil.

– Lo lamento. -Estaba tan visiblemente alarmada que sintio una punzada en la conciencia… algo asombroso viniendo de el. Aquella nina aterrorizada no estaba preparada para implicarse en un juego amoroso. No tendria que haber ido-. Ire a buscar a Amanda y proseguiremos nuestro paseo -le propuso mientras se dirigia a la puerta de la terraza.

– No.

Apenas fue un susurro. El pulso se le acelero, a pesar de su conciencia recien descubierta, y se dio la vuelta.

– Dios, ayudame… por no tener mas compostura -respiro con las manos firmemente entrelazadas para aplacar los temblores-. No deberia de estar hablando con usted o incluso pensar lo que estoy pensando o…

– ?Volvera pronto su marido?

Ella asintio con la cabeza, con un gesto brusco y crispado.

– Hablaremos mas tarde, entonces -le dijo con calma, aunque el no se sentia calmado en absoluto. Se imaginaba llevando a la adorable Lady Grafton a la cama y reteniendola alli hasta saciarse del todo, o bien hasta no poder mover un dedo siquiera, o ambas cosas-. Por favor, sientese -le dijo el, ofreciendole una silla con un gesto, se dirigio rapidamente hacia la ventana, golpeo el cristal y le hizo senas a Amanda para que entrara. Mientras volvia, sonrio-: Calmese -le dijo, amable-. Relajese. Solo se trata de una visita de cortesia. Expliqueme algo de la parroquia de su padre. Tengo entendido que su padre era vicario.

La voz del marques era increiblemente balsamica, como si en realidad fueran amigos. Elspeth sintio como disminuia su ansiedad al instante.

– Supongo que es lo que usted siempre hace -murmuro ella, tomando asiento-. Los rumores que me han llegado de usted…

– Nunca hago esto -le replico. De hecho, el ansia desaforada que se habia apoderado de el era tan estrafalaria que lo atribuyo a los efectos del alcohol ingerido la noche anterior. Despues de sentarse a la distancia oportuna, anadio con una brusquedad indecorosa-. Usted me conmueve de la manera mas insolita. -Impaciente, con los sentimientos a flor de piel, estaba sumido en una sensacion extremadamente inquietante.

– No le creo, pero le agradezco la galanteria -Elspeth habia logrado recobrar la compostura y acordarse de que ella tenia literalmente todas las de perder si cedia ante el marques, celebre por su pesima reputacion-. Le ruego que disculpe mi arrebato -le ofrecio de nuevo una voz serena-. No me explico lo que me ha pasado. Ah, aqui esta Sophie.

La doncella aparecio por la puerta, seguida de un lacayo que sostenia una bandeja de te, justo cuando Amanda regreso de la terraza.

Amanda, suponiendo que Julius habia sacado fruto de la conquista puesto que le habia dicho que entrara, se sento al lado del marques, en un sillon raido que evidenciaba el confort masculino mas que un toque femenino. Dirigiendole a Elspeth una sonrisa que la desarmo, le pregunto con tono agradable:

– ?Planto usted las violetas?

– Lo hicimos Sophie y yo juntas. Pensamos que daria una nota de color a la terraza. ?Le interesa la jardineria? -. Elspeth, otra vez al timon de sus emociones, hallo la manera de devolverle la sonrisa a Amanda.

– La practico siempre que puedo -mintio Amanda, que raramente ponia un pie en un jardin, salvo que ella y su amante de turno huyeran en busca de intimidad-. Cuando mis compromisos sociales me lo permiten, por supuesto.

– Yo dispongo de bastante tiempo, ya que apenas salimos… a excepcion de las carreras de caballos -explico Elspeth-. Lord Grafton se consagra a sus caballerizas.

«Y a su esposa, si pudiera», intuia Julius. Lady Grafton iluminaria una habitacion con su belleza incluso ataviada con un simple vestido de dia, de muselina y encaje.

– Julius tambien esta obsesionado con sus establos, ?no es cierto, querido? -apunto Amanda mientras inspeccionaba con ojo experto al lacayo que llevaba la bandeja de te-. Se gasta un dineral en sus caballos. Por otro lado, eres un hombre sumamente competitivo, ?no es asi, mi amor?

Elspeth sintio una repentina envidia hacia el carino desinhibido que Amanda mostraba hacia el marques. Deberia de tener mas juicio. No tenia derecho.

– Llevo en los genes la cria de caballos -le replico Julius con desaprobacion-. Mi padre y mi abuelo comenzaron comprando purasangres en el extranjero hace cuarenta anos.

– Julius viaja por Africa y Oriente Medio. ?Lo sabia? -Amanda sonrio a Elspeth como si se hicieran confidencias-. Todo es sumamente misterioso y peligroso, pero le encanta. Estuviste en Marruecos el ano pasado, ?no?

– Dos veces. Los mejores caballos de Berberia proceden de Bled el-siba, las tierras que quedan fuera del control del sultan. Me han dicho que su padre era criador -comento Julius-. Supongo que todavia mantiene sus caballos preferidos.

– Se equivoca, el establo de mi padre se vendio despues de morir -Elspeth sirvio te en un juego de tazas que tenia enfrente.

– Lo siento.

– Todos nuestros purasangres fueron a parar a buenos lugares. Estoy agradecida -le alargo una taza a Amanda, luego a Darley.

– ?Maldita sea! -resono una voz atronadora procedente del vestibulo-. ?Por que la gente cree que puede presentarse en una casa, sin ser invitada? ?Es superior a mis fuerzas! -Lord Grafton aparecio un momento mas tarde, avanzo por el salon con su silla empujada por un fornido mayordomo que le dirigio a Elspeth una mirada de disculpa-. ?Quienes diablos son ustedes? -exigio Grafton, clavando la mirada en Julius y Amanda como si no lo supiera perfectamente. Cualquier persona relacionada con las carreras conocia a Julius, mientras que ningun hombre meticuloso con la belleza femenina podia ignorar a Amanda.

– Lady Bloodworth a su servicio, Lord Grafton -hizo las presentaciones Amanda, a la vez que se levantaba del asiento, envuelta en una nube de perfume, se acerco al baron, y el lacayo detuvo la silla de ruedas mientras esta se aproximaba-. Darley y yo salimos a montar a caballo y nos encontramos por casualidad con su finca. Le pido disculpas si le hemos causado molestias -dijo Amanda en un arrullo, ofreciendole su sonrisa mas seductora-. Puesto que tiene las caballerizas mas extraordinarias de Inglaterra -se invento Amanda-, no pudimos resistirnos a la tentacion de hacer un alto en nuestro paseo.

– Mmm, no se puede decir que no sea una de las mas importantes -contesto Grafton, no sin acritud, volviendo

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