Elspeth, observando hacia arriba como si mirara hacia una gran altura, aguanto la mirada de Julius.

– Por favor… -suspiro-. Beseme, y luego beseme mas…

Los ojos de Elspeth brillaban con la claridad inmaculada y azul de un cielo de verano. Su peticion sono tan triste que Julius se sintio momentaneamente abrumado.

– Se lo esta pidiendo al hombre equivocado -esa inocencia en estado puro era ajena a su mundo-. No puede fiarse de que me conforme unicamente con besos.

Ella sonrio.

– No hay tiempo para mas. Acerquese, Darley, ?le estoy pidiendo demasiado?

Ahi estaba de nuevo la transformacion repentina, y vio, en vez de inocencia, a una mujer con determinacion. El perfume de ella le impregno el olfato, la proximidad ponia cada receptor de su cuerpo en alerta maxima, se necesitaria a un hombre con mucha mas conciencia que el para resistirse.

– ?Y si quisiera algo mas que un beso? -le pregunto, volviendo a las andadas-. ?Y si le dijera que no tendra ese beso si no obtengo algo a cambio?

Con un deseo incipiente resonandole en el cerebro como un redoble de tambor, sintiendose a punto de explotar, le dijo, casi sin aliento, extremadamente excitada.

– Digame que quiere.

Julius le resiguio la curva de la mandibula con la punta del dedo.

– Venga a mi mansion, manana. Hare que Amanda se lleve a Grafton a las carreras.

– ?Y ahora? ?Ahora, que? -Un apremio extrano e insaciable latio, erizo e inflamo una zona acalorada de su cuerpo.

Julius, sonriendo, enlazo sus dedos con los de ella, luego se llevo las manos de ella hasta su boca.

– Ahora tendra besos -murmuro el, rozandose los labios con los nudillos de ella-. Y manana… tendra lo que quiera.

Le estaba ofreciendo el paraiso. Pero ?se atreveria ella? El no le habia dicho «o lo tomas o lo dejas», pero tal vez no volviera a presentarsele la misma oportunidad una segunda vez, ni podria volver a sentir lo que estaba sintiendo si le decia que no.

– Y si voy… -susurro. El deseo puro y voraz que se habia apoderado de su cuerpo habia escogido por ella-, ?despues que?

– Le mostraria mi finca y los caballos -dijo Julius con tacto, comprendiendo que la cuestion ahora solo era concretar el momento.

– Y si alguien nos ve…

– Nadie nos vera -la interrumpio-. Me encargare de todo.

– Mi criada…

– Procurare que este ocupada -le interrumpio.

– Mi cochero…

– Le enviare mi carruaje, al punto de encuentro que usted decida.

– Cuanto tiempo… quiero decir… -se sonrojo con sus preguntas, que la delataban.

– Todo el que desee -le dijo cordialmente, como si discutieran el dia y la hora para una diversion de lo mas inocente-. Amanda me debe algunos favores.

– ?De verdad?

Desconcertado, Julius considero el grado de honradez que requeria una pregunta tan poco refinada.

– ?Podemos estar juntos todo el tiempo que yo quiera? -le pregunto ella con dulzura.

– Por supuesto -asintio con rapidez, aliviado de que no le preguntara sobre Amanda.

Se le estaba ofreciendo el nirvana. La libertad. El placer.

Y mas, penso Elspeth, temblando ante la expectacion de la gloria pura.

– Esta fria -Darley la atrajo mas hacia si, la sujeto suavemente entre sus brazos.

– Fria no, Darley…, caliente -le dijo con una sonrisa-. Y excitada y hambrienta de otras sensaciones que me hacen temblar. Creo que un beso me calmaria anadio ella, juguetona.

– Eso cree, ?verdad? -murmuro el con picardia-. ?He sido negligente? -bromeo el, y recorrio la habitacion con la mirada para asegurarse de que tenian intimidad.

– Mas que negligente, senor -le dijo haciendo un mohin, en broma-. Definitivamente, lleva retraso en complacerme.

La palabra «complacerme» contribuyo de manera previsible a su excitacion y, respirando profundamente, le dijo:

– Solo un beso o dos hasta manana. ?De acuerdo?

– Aceptare lo que sea, Lord Darley, si por fin consigo un beso suyo -asintio ella, estiro su cuerpo para alcanzarle, deslizo los dedos entre sus cabellos y tiro de su cabeza hasta que su boca entro en contacto con la de el-. Lo que sea.

No podria haber escogido peores palabras. En cuanto los labios de Julius rozaron ligeramente los de Elspeth, este comenzo la cuenta atras desde cien… en frances, porque aquel horrible juego del beso prometia ser una tortura. Su miembro ya estaba ansioso, un dia entero les separaba de la consumacion total y ese encanto pidiendo solo un beso.

Alguien deberia, Dios mediante, interrumpirles pronto.

Antes de que aquello llegara a mayores.

Mientas la suave presion de la boca de Julius se grababa en los sentidos de Elspeth, mientras la calidez aterciopelada de los labios de el rozaron los de ella, un calor tremulo se fundio a traves del cuerpo de ella hasta alcanzar todas y cada una de sus celulas, hendiduras y pliegues, una deliciosa dicha sin parangon dentro de su limitado repertorio de placeres sensuales. Pero que agradable era experimentar por primera vez esos placeres tan gratos con el magnifico Darley. Con un suspiro lujurioso, se abandono a aquella fascinante sensacion, deslizo los brazos alrededor del cuello de el, desvaneciendose contra su poderoso cuerpo, saboreando su fortaleza, una fortaleza dura y musculosa. Tras seis meses al lado de un marido anciano, quiza no solo era mas susceptible, sino que tambien valoraba mas a un hombre apuesto, viril y joven.

Por otra parte, tal vez solo estaba respondiendo a Darley como todas las mujeres a las que el besaba.

El marques iba por el numero sesenta y cuatro y empezaba a sudar. Los exuberantes y turgentes pechos de Elspeth se apretaban contra el suyo y todas sus redondeces se revelaban deliciosamente bajo la suave muselina del vestido. Sujetandola mas cerca, con las manos en la base de su espalda, llevo su carne docil hacia su ereccion, dura como una roca, forzo con cuidado sus labios para que se abrieran y exploro la dulzura de su boca.

Habia algo mas que deseaba abrir y, tras mirar a traves de las pestanas, delibero precipitadamente en si utilizar el sofa para aliviar aquel impulso. Quiza deliberar no fuera la palabra justa, puesto que solo tenia un pensamiento en la mente: la imagen de su miembro ansioso hundiendose profundamente en su abertura virginal. Deslizo su brazo por debajo de las piernas de ella, la cogio en brazos y se encamino con determinacion hacia el sofa Verones de color verde.

El hecho de que ella jadeara febrilmente, agarrada con firmeza a su cuello, cual asa de hierro, y comiendo de su boca, como si quisiera desaparecer por su garganta, solo vino a confirmar sus impetuosos impulsos.

El habia ido mas alla de unos besos, de la cordura. Estaba decidido a abrir la hendidura virginal. Y si una llamada a la puerta no hubiera interrumpido aquella dinamica, asi lo habria hecho.

Elspeth chillo.

La boca de el absorbio el sonido y, un momento despues, levanto la cabeza y dijo:

– Silencio.

Su voz era sorprendentemente fria, teniendo en cuenta el alcance y la violencia de sus emociones, cargadas de sexualidad. Despues de dejarla en el sofa, se movio hasta la silla de al lado, se sento, cruzo las piernas para ocultar la ereccion y dijo:

– Haga pasar a la criada.

Elspeth, intentando calmar el temblor de las manos, nego con la cabeza.

– No puedo -susurro ella.

Darley ensancho las fosas nasales y respiro hondo.

– Adelante -grito el, con una voz profunda que retumbo en la sala.

Sophie asomo la cabeza y dirigio una mirada inquisitiva a su senora, luego observo fijamente a Darley,

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